La ex novia de Christian Brueckner, el hombre que la fiscalía alemana investiga como sospechoso de secuestrar y asesinar a Madeleine McCann, contó los detalles de la convivencia junto al presunto pedófilo durante los años en que ambos vivieron en Algarve, un pequeño pueblo cercano a Praia da Luz, Portugal, el lugar donde fue raptada la niña que por entonces tenía 3 años. Maddie, como se conoció internacionalmente a la pequeña desaparecida el 3 de mayo de 2007, habría sido asesinada al poco tiempo de ser capturada por el sospechoso, de acuerdo a la investigación que siguen adelante las autoridades alemanas, país en el que Brueckner está detenido.
Hoy el diario británico Mirror encontró a una de sus ex novias y publicó una extensa entrevista. Originaria de Berkshire, Reino Unido, conoció al hombre cuando ambos trabajaban en un restaurant de aquel pueblo portugués. Al inicio de su relación Brueckner resultaba “encantador”, según resaltó la mujer que mantuvo su identidad bajo reserva. Ni siquiera quiso dar a conocer las siglas de su nombre. Tanto el temor que aún tiene por su ex. Sólo permitió que la fotografiaran con grandes anteojos, sus cabellos cubriendo parte de su rostro y una mascarilla, con la excusa de protegerse del coronavirus.
“Hasta ahora me he negado a creer que alguien con quien estuve involucrada pudiera cometer algo tan horrible y desagradable como lastimar a una niña. Pero ya no estoy segura. Estoy empezando a preguntarme si lo hizo. Y si lo hizo, necesita ser realmente castigado por ello", señaló la mujer, hoy de 45 años quien llegó a su destino en Portugal hacia finales de 2003, cuatro años antes de que Madeleine fuera secuestrada
La ex de Brueckner recordó cómo fue que a pesar de que al principio no sentía atracción por él, luego supo conquistarla. “Tenía 28 años, él era un par de años más joven que yo. Todos lo llamaban Chris. Le gustaba, sabía que le gustaba, pero no estaba interesada. Poco a poco nos hicimos amigos en la primavera de 2004. Chris podría ser muy, muy encantador, muy divertido y muy suave en su forma de hablar. Siempre se vestía muy bien, mantenía la puerta abierta para las mujeres, ese tipo de cosas. Estaba sola aquí en Portugal, sin familia y estaba recibiendo toda esta atención de este tipo. Nos juntamos románticamente y al principio fue genial. La relación fue muy agradable".
Ambos pasaban mucho tiempo en la alejada casa que el sospechoso había alquilado. Casi convivían. “Yo estaba viviendo en un pequeño departamento sola en el mismo camino que el restaurante donde trabajamos. Él estaba viviendo en Luz en la casa que ha estado en las noticias toda la semana. Vivía solo. No era sórdido al principio, era muy encantador, incluso caballero. Conducía su lindo auto, el Jaguar negro, y era muy gentil y hablaba correctamente. Nuestra vida sexual era normal. No le gustaba nada raro conmigo", contó.
“Solíamos salir a comer mucho. No era vegetariano. Le gustaba comer comida india. También le gustaba la comida alemana. Recuerdo en su casa una vez que hizo una extraña comida alemana que no me gustó en absoluto. Le gustaba llevarme a la playa. No le gustaba la playa del pueblo en Lagos. Siempre serían las playas de la costa oeste, las aisladas. Le gustaban porque no le gustaban las multitudes, eso es lo que dijo. No le gustaban todos los turistas en el verano. Al principio parecía muy tranquilo, muy relajado, pero gradualmente después del verano las cosas cambiaron. Durante el verano fue bueno, pero durante el invierno comenzó a no ser tan bueno”, dijo la mujer. Comenzaba la pesadilla a su lado.
Notó que algo había cambiado en él cuando ella se cruzó con un amigo en Lagos. A Brueckner no le gustó demasiado. Mostraba sus primeros signos de un ser posesivo y violento. “Estábamos conversando y de repente dejó de hablarme, como si estuviera asustado o de repente recordara algo. Alguien más tarde me dijo que Christian había amenazado previamente al tipo porque nos había visto hablar antes. También comenzamos a discutir a fines del otoño, principios del invierno. Serían cosas pequeñas. Él se enojaría por cosas realmente pequeñas y yo me enojaría”. El monstruo dejaba ver su verdadero rostro.
El acoso se convirtió en una realidad diaria. A tal punto que le exigía que limpiara su casa, como solían hacerlo otras dos novias portuguesas que había tenido. “Vaga”, la repetía una y otra vez. Ella replicaba: “Tengo mi propia casa, no tengo que limpiar la tuya, no vivo aquí”. Signos de un machismo violento y enfermizo que supo ocultar en el comienzo de la relación.
Pero lo peor vendría al poco tiempo. Fue una discusión que terminó de la peor manera en el Metro Bar, donde ella trabajaba. Era Año Nuevo de 2005. Nunca olvidará esa noche. “Comencé la víspera de Año Nuevo trabajando en Taberna de Lagos y después de la medianoche trabajaba en otro bar. Chris estaba en el bar y estaba borracho. Algunos tipos muy agradables con los que me había hecho amigo vinieron del bar de al lado para decir feliz año nuevo y me dieron un abrazo. Chris de repente dio la vuelta al bar con una rabia loca y me arrastró frente a todos. Me agarró por el cuello, me llevó a los baños y me golpeó la cabeza contra la pared. Hubo personas que lo sacaron de mí, creo que se necesitaron cuatro hombres grandes para apartarlo de mí".
La policía llegó al lugar. Ella estaba en shock, él ya no estaba. No quiso hacer la denuncia por temor a que cayera preso y luego la represalia fuera aún mayor. Se quedó toda la noche allí, consolada por una pareja amiga que la acompañó hasta su departamento. Allí, algo macabro ocurrió.
“Había algo realmente extraño allí dentro. Es difícil de explicar, algo simplemente se sentía extraño. Fui al baño y el inodoro estaba levantado. Siempre pongo el asiento del inodoro, es lo que hago, así que fue otra pista. Estaba segura de que alguien estaba allí o había estado allí. Empecé a buscar en los armarios y luego pensé en revisar debajo de la cama. Me asomé y me llevé la sorpresa de mi vida. Estaba escondido allí, acostado de espaldas, mirándome. ¿Te imaginas cómo se sintió? Me congelé. No sabía lo que me iba a hacer. Salió de debajo de la cama, actuó como si todo fuera normal, se despidió de mí, salió y cerró la puerta detrás de él. Quedé allí sola, temblando y temblando. Creo que él estaba allí esperando para ver si llevaba a alguien a casa conmigo. Hasta el día de hoy todavía me pregunto qué hubiera pasado si hubiera traído a alguien esa noche", rememoró.
Había ingresado a su apartamento por una ventana. El mismo modus operandi que siempre sospecharon los investigadores que permitió ingresar a la habitación de Maddie y llevársela en medio de la noche.
Finalmente, volvieron a estar juntos por un tiempo. "Mucha gente estaba muy, muy enojada porque volví con él después de lo que había sucedido en la víspera de Año Nuevo. Me pidió perdón, diciendo que perdió el control porque estaba borracho y no volvería a beber. No era un gran bebedor cuando estábamos juntos, así que estúpidamente le creí y volvimos a estar juntos. Pero nunca fue lo mismo”.
A tal punto no fue lo mismo que hacia mediados de ese año, la relación llegó a un punto final. “Encontré un par de bragas que no eran mías y me enojé mucho con eso. Lo enfrenté al respecto en su casa y nuevamente se volvió completamente loco. Me llevó de regreso a Lagos. Salí de su auto y eso fue todo lo que a mí respecta”. Fue a partir de ese momento en que Brueckner comenzó a acosarla y a seguirla. Entonces sí dio intervención a la policía. Le prohibieron ingresar al bar donde ella trabajaba, entonces la esperaba fuera y la seguía. “A veces me rogaba volver con él. Otras me decía que averiguaría dónde vivían mis padres y que haría algo con ellos”.
Cuando Madeleine desapareció, ella aún estaba en Algarve. “Recuerdo el caso de Madeleine. Recuerdo estar aquí en Portugal cuando sucedió. Al principio pensé que la encontrarían, pero no lo hicieron y luego se hizo cada vez más grande. La policía portuguesa me habló tres veces el año pasado, pero nunca me dijeron que se trataba de Madeleine. Dijeron que se trataba de él, lo estaban investigando porque descubrieron que había violado a una anciana en Luz en 2005. Querían saber todo sobre él. Pero no tenía idea de que tenía que ver con Madeleine también. Me preguntaron cómo era la relación, cómo era la vida sexual, cómo me trataba, cómo trataba a las mujeres".
“Querían saber si le gustaban las mujeres mayores, las mujeres más jóvenes, de qué tipo, de qué clase. Me preguntaron qué personas conocía, nombres, contactos, y preguntaron sobre el auto Jaguar. No recuerdo que hayan dicho nada sobre la caravana. Nunca vi eso", concluyó la mujer que recuerda de la peor forma su convivencia con Brueckner, el principal sospechoso de haber raptado, abusado y asesinado a Madeleine McCann.
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