En una región cercana a Wuhan, más específicamente en el suroeste de China, se gesta una tormenta perfecta. Aquella que podría combinar la gran cantidad de especies de murciélagos que coexisten, una densidad poblacional considerable y un vínculo permanente entre animales salvajes y ciudadanos. Algunos los cazan; otros son comprados en mercados húmedos sin ningún tipo de control sanitario por parte de las autoridades.
La advertencia fue dada por un científico de la organización internacional EcoHealth Alliance, basada en Nueva York, y que trabaja en conjunto con otros laboratorios alrededor del mundo. Carlos Zambrana, ecólogo de aquella institución, señaló en declaraciones al diario El País que “hay una enorme diversidad natural de estos coronavirus” y que un nuevo Sars-CoV-3 ya podría estar esperando su turno para saltar de animales a humanos. La variante Sars-CoV-2 es la que produce la enfermedad COVID-19 y que actualmente tiene en vilo al planeta.
EcoHealth Alliance analizó1.200 secuencias genéticas, más de la mitad nuevas. “El suroeste de China es un centro de diversificación. Es muy probable que veamos nuevas pandemias en el futuro”, aclara Zambrana. El borrador del informe -que espera ser publicado en los próximos días- señala: “Los murciélagos son presuntos reservorios de diversos coronavirus (CoV), incluidos los progenitores del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y SARS-CoV-2, el agente causante de COVID-19. Sin embargo, la evolución y diversificación de estos coronavirus sigue siendo poco conocida”.
A pesar del lenguaje técnico utilizado, los científicos explican que estudiaron los “datos de secuencia de todos los Bat-CoV (coronavirus de murciélagos) conocidos (incluidas 630 secuencias de CoV novedosas) para estudiar su macroevolución, transmisión entre especies y dispersión en China”. “Nuestros análisis identifican los taxones hospedantes y las regiones geográficas que definen los puntos críticos de diversidad evolutiva de CoV en China que podrían ayudar a identificar el descubrimiento de Bat-CoV para la vigilancia proactiva de la enfermedad zoonótica”, señalan los laboratoristas.
“Cuando atrapamos un murciélago, casi siempre da negativo a coronavirus. Para encontrar un positivo tenemos que muestrear cientos”, explica el científico de origen boliviano radicado en Nueva York. Los betacoronavirus son los virus causantes del COVID-19, SARS y MERS. Es un grupo específico de coronavirus. Pero este nuevo estudio aún no publicado oficialmente explica que es otro grupo, los alfacoronavirus, el que tiene mayor facilidad de saltar de especie en especie.
Zambrana pide no “culpar a los murciélagos”. Coincide su colega Javier Juste, también en declaraciones al mismo diario español. Juste trabaja en la Estación Biológica de Doñana, en Sevilla. “Los beneficios que aportan los murciélagos a los ecosistemas son, de lejos, mucho mayores que los posibles riesgos: polinizan las plantas, controlan las plagas de la agricultura y se comen toneladas de mosquitos que nos transmiten enfermedades, como la malaria, el dengue o el zika”.
“Los murciélagos no son el reservorio del virus de esta pandemia. Eso es falso. El virus SARS-CoV-2 no ha aparecido en los miles de murciélagos analizados”, destaca el científico español. Su postura podría contradecir lo que marca gran parte de la comunidad internacional respecto al origen. “Se han encontrado muchos coronavirus en murciélagos porque se ha dedicado mucho esfuerzo a buscar en estas especies, pero hay grupos enteros de mamíferos en los que nadie ha mirado”, advierte Juste.
“Se confunde el origen evolutivo del virus. El animal que transmitió el SARS a los humanos fue la civeta [un pequeño mamífero del sudeste asiático] en un mercado de Guangdong. El reservorio conocido del MERS es el dromedario. En el caso de la covid-19 se desconoce. No se ha documentado ni una sola transmisión de un coronavirus de murciélago a personas”, indicó Juan Echevarría, de la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos.
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