Con fieles portando mascarilla y cintas de demarcación en el piso, la Explanada de las Mezquitas reabrió este domingo tras dos meses de cierre a causa del coronavirus, al día siguiente de la muerte de un palestino que ha suscitado una viva emoción.
No se informó de ningún incidente grave, pero ocho residentes árabes fueron detenidos por haber “perturbado la visita” organizada de un centenar de judíos, según la policía israelí.
Más temprano, en la noche fresca y ventosa, decenas de musulmanes se congregaron frente a una de las gigantescas puertas de madera del recinto para entrar al lugar poco después de las 3 (hora local, 0 GMT), incluso antes de la llamada a la oración. “Dios es grande, protegeremos Al Aqsa con nuestra alma y nuestra sangre”, cantaban a la entrada los fieles que fueron recibidos por el director de la mezquita Al Aqsa, Omar Kiswani, que les felicitó por su paciencia.
Conocido como Haram al-Sharif (“Noble santuario”) por los musulmanes y Monte del Templo por los judíos, la Explanada de las Mezquitas alberga el Domo de la Roca y la mezquita Al Aqsa, que está administrada por el Waqf de Jerusalén, un organismo dependiente de Jordania.
Unas horas más tarde, un centenar de judíos ingresaron en la explanada, primer lugar santo del judaísmo bajo el nombre de Monte del Templo. Los judíos están autorizados a visitar el lugar durante horas precisas pero no pueden rezar, para evitar atizar las tensiones religiosas.
Ocho residentes árabes fueron detenidos por haber intentado "perturbar esta visita", coreando "esloganes nacionalistas", según el portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld.
El Domo de la Roca y la Mezquita Al Aqsa también abrieron a los fieles el domingo, tras haber permanecido cerrados desde mediados de marzo por las autoridades religiosas para frenar la propagación del nuevo coronavirus en Jerusalén, cuya parte oriental está ocupada y anexada por Israel desde 1967.
La Explanada de las Mezquitas, tercer lugar santo en importancia del islam y primero fuera de Arabia Saudita, había cerrado al público a mediados de marzo, al inicio de la crisis de covid-19 en los Territorios palestinos y en Israel.
Este cierre fue "triste", dijo Um Ratib, en el rincón de las mujeres de la mezquita Al Aqsa. Antes de la pandemia, "teníamos la costumbre de pasar la mayor parte de nuestro tiempo aquí y dejábamos jugar a los niños", agrega.
Hasta el momento, Israel registró más de 17.000 casos del nuevo coronavirus en su población de cerca de nueve millones de personas y 284 muertos. En el lado palestino, se confirmaron menos de 500 casos en Cisjordania y Gaza y 3 muertos para una población de cinco millones de habitantes.
Durante las últimas 10 semanas, los muecines llamaron a los fieles a la oración, pero en sus casas, incluso durante los meses del mes santo del Ramadán que terminó la semana pasada.
"No hubo Ramadán, ni Aíd al Fitr (Fiesta del Fin de Ayuno, en Al Aqsa), pero hoy es fiesta, todo es diferente", declaró en el lugar Ramzi Abisan, un hombre de unos 30 años que llegó al alba para asistir a la primera oración.
Aunque la Explanada abrió, las autoridades siguen vigilantes para tratar de impedir la propagación del virus.
El personal proporcionaba mascarillas a los fieles que no tenían, otros tomaban la temperatura a quienes entraban en el recinto. Y en las alfombra roja para la oración, unas cintas blancas demarcaban el espacio para mantener la distancia física durante la oración.
Soldados israelíes, apostados en los alrededores, estaban vigilantes el domingo ya que la reapertura de este lugar santo del islam se produce un día después de que la policía israelí abatiera a un palestino discapacitado de 32 años, Iyad Hallak, en la ciudad vieja de Jerusalén. El joven, al que se creía armado, fue perseguido por la policía que le disparó, lo que ha suscitado una fuerte emoción.
(Con información de AFP)
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