Las manifestaciones de la derecha contra la gestión de la pandemia del gobierno socialista han recuperado la idea de las dos Españas enfrentadas en torno a un símbolo que debería ser de unidad: la bandera nacional. Es un conflicto que el país arrastra desde el fin de la dictadura pero que se ha agudizado con la crisis independentista en Cataluña y la emergencia sanitaria. ¿Es posible despojar a estas alturas la bandera española de esa carga ideológica?
Más allá de pancartas o lemas, en la marcha convocada el pasado sábado por la extrema derecha de VOX (tercera fuerza en el Congreso), era la bandera española la aglutinadora de esos miles de personas que exigían la dimisión de presidente Pedro Sánchez. En Madrid, 6.000 coches y motos colapsaron el Paseo de la Castellana, que recorre el centro de la capital, portando la rojigualda en todas sus versiones: desde la franquista con el águila de San Juan hasta la actual con la corona monárquica.
Con el hashtag #BanderaParaTodos distintas personas de la sociedad civil vinculadas al progresismo denuncian en redes sociales “la usurpación de la bandera por los ultras”. El líder de VOX, Santiago Abascal, no ha tardado en contestar. “No hemos robado la bandera a nadie. Siempre la escondisteis porque la despreciabais o porque os acomplejaba, por odio o por cobardía. ¡Enarboladla de una vez por todas! Porque nosotros nunca dejaremos de hacerlo”.
Este conflicto impregna gran parte del debate político actual hasta empapar la cultura popular. “Hay que apropiarse de la bandera de España, tiene que dejar de significar fascismo/derecha”, dice el reconocido cantante C. Tangana. Su invitación irónica a recuperar el juego infantil de capturar la bandera resume bien ese clima que se vive en ciertos sectores polarizados del país: el de una batalla.
La “peculiaridad” española
“España tiene un problema con sus símbolos: el himno nacional ni siquiera tiene letra”, resume el historiador Diego Díaz en conversación con Infobae. En su libro ‘Disputar las banderas’ (Editorial Trea, 2019) reflexiona sobre el vacío histórico de la izquierda española a la hora de tener un símbolo nacional con el que sentirse cómodo.
Habla de “una peculiaridad española” dentro de algo que es “relativamente común” en Europa. La reivindicación del internacionalismo por el movimiento obrero europeo del siglo XIX fue, según este historiador, el punto de partida de un “descreimiento nacional” de la izquierda. “Frente al lenguaje nacionalista de las burguesías, los trabajadores adoptaron símbolos revolucionarios transfronterizos como la bandera roja o la canción ‘Bella ciao’”.
En el caso de España señala tres causas para ese desapego: un creciente malestar social contra la monarquía por los escándalos de corrupción de la familia borbónica y en especial del rey emérito Juan Carlos (y en la bandera, como en la Constitución, la corona es inamovible); la vinculación de los símbolos nacionales con el Franquismo (que no se supo solucionar con la transición a la democracia), y la plurinacionalidad, la división del país en distintas comunidades con competencias propias y un sentido de pertenencia regional.
“En ese contexto, las banderas autonómicas han suplido en la mayoría de los casos a la española. Un asturiano, por ejemplo, no tiene ningún problema en poner en su balcón la bandera de su comunidad pero quizá jamás cuelgue la nacional. ¿Por qué? Porque sólo la primera está desprovista de ideología”, explica.
Es una teoría válida pero no para las comunidades donde históricamente ha tenido fuerza el nacionalismo, como Cataluña o el País Vasco. Son regiones donde la insignia española levanta ampollas entre algunos sectores, “pues la vinculan a la imposición del idioma único y al centralismo”, explica Diego Díaz.
La socióloga Helena Béjar habla en una tribuna publicada en ‘El País’ con el título “Huérfanos de banderas” del resurgir de “la España de los balcones” tras el conflicto con el secesionismo catalán. En los últimos años, y como respuesta a los separatistas que pretenden “romper España” (según la expresión utilizada por la derecha), irrumpió un nacionalismo español que ha vuelto a recuperar símbolos “del españolismo más rancio”, dice Béjar, como insertar el toro dentro de la bandera.
La socióloga habla de una “dejación de España” por parte de los sectores progresistas que no se sienten cómodos con esa idea y de una “pertenencia light” de la sociedad en general respecto a los símbolos nacionales. Su tesis, como la de otros pensadores contemporáneos, es que la derecha no debería usurpar la bandera.
El reto es, como explica Diego Díaz, cómo recuperar ese símbolo para todos. “En España sucede lo contrario que en los países de Latinoamérica, donde el progresismo se ha apropiado de los símbolos patrióticos y muestra con orgullo sus banderas nacionales. Tienen ídolos libertadores como José Martí o Simón Bolívar que son capaces de poner de acuerdo a sectores muy diversos. Sin embargo, nadie cercano a la izquierda se siente cómodo en España con el pasado imperial, los Reyes Católicos o la conquista de América”.
En España sucede lo contrario que en los países de Latinoamérica, donde el progresismo se ha apropiado de los símbolos patrióticos y muestra con orgullo sus banderas nacionales
Estrategias desde la izquierda
El sociólogo británico Michael Billig habla en su teoría del “nacionalismo banal” sobre unos signos e hitos compartidos que las naciones usan para ganarse la lealtad de los ciudadanos. “Ese sentimiento de pertenencia tiene un grave problema en España: la herencia fatal del Franquismo, una herida que dejó incontables víctimas y que aún no se ha cerrado”, dice a Infobae Javier Couso, ex eurodiputado por Izquierda Unida en Bruselas.
Este activista, vinculado durante toda su trayectoria a luchas sociales progresistas, ha puesto de manifiesto esta semana la agresividad que despierta el tema entre la sociedad española. Poco después de la manifestación ultra de VOX, escribió en Twitter: “La bandera de España no es patrimonio de los fascistas... pero hay que disputarla. Esa bandera es la que habla cuatro idiomas y la que enarbola la diversidad. Será punto de partida o regalo para los fachas”.
Lamenta que le llovieron insultos, incluso desde sectores a priori opuestos. “Desde entonces he sufrido ataques furibundos desde la extrema derecha y los independentistas, pero también desde el ultra izquierdismo. Escribí porque me enfadó ver esa utilización de la bandera y la abdicación de la izquierda a utilizarla. Sólo pretendía dar una opinión, pero he comprobado que la izquierda en España sigue atomizada”.
La irrupción del partido de izquierdas Podemos en 2014 cambió el discurso progresista frente a la cuestión nacional. Sus líderes recuperaron el concepto de patria y comprendieron la fuerza de los símbolos en la nueva batalla de las ideas que marca la política contemporánea.
En el cierre de campaña de 2016, en su pico de apoyo popular, usaron banderas españolas en los mítines con la palabra “pueblo”, dirigiéndose “a las grandes mayorías”. Desde principios de este año forman parte del gobierno nacional, por su alianza junto al PSOE, pero esa idea patriótica ha ido diluyéndose.
“El problema es que no ha calado entre las bases”, explica Diego Díaz. Para el historiador, esa recuperación de la idea de España es una herencia de Podemos por dos vías: “La tradición comunista de reapropiación de la patria, como sucedió en la guerra civil española con esa idea de que Franco no era más que un títere de Mussolini y Hitler que iba a regalar el país, y por otra su estrecha relación con el progresismo latinoamericano con su sentimiento patriótico tan fuerte”.
Podemos no son los primeros que han tratado de envolverse en la bandera desde la izquierda española. Ya en 1977 el histórico líder comunista Santiago Carrillo, que se había destacado en su lucha contra la dictadura, asumió la rojigualda.
En 1982 el socialista Felipe González enarboló la bandera la noche de su victoria electoral proclamando: “La hemos conquistado, ya es patrimonio de todos los españoles y no de grupos sectarios”. Y, más recientemente, el actual mandatario Pedro Sánchez escenificó su presentación como candidato en 2015 durante un acto de claro simbolismo norteamericano con una descomunal bandera de fondo y defendiendo “la unidad” y el “patriotismo constitucional”.
“El socialista José Luis Rodríguez Zapatero -presidente de 2004 a 2011- hizo uno de los intentos desde el poder más poderoso para resignificar la idea de España, vinculando la nación con un país moderno y avanzado en derechos civiles”, recuerda Diego Díaz. La misma estrategia de “la España incluyente y diversa” que ha recuperado Podemos.
“Esto es parecido a cuando ganamos la Copa del Mundo. Gente por las calles, con alegría”, decía Iván Espinosa de los Monteros de VOX el pasado sábado en la manifestación de Madrid. Y, sin quererlo, resumía el sentir de los españoles con su bandera: sólo se ponen de acuerdo a la hora de sacarla a la calle cuando la selección de fútbol (apodada “La Roja” en referencia a los colores nacionales) conquista un campeonato internacional.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: