Desde la implementación de las primeras medidas de aislamiento social, consecuencia del avance de la pandemia de coronavirus a nivel global, expertos sanitarios han debatido acerca de cuál debería ser el alcance correcto para lograr una correcta proporcionalidad a la hora de abordar las principales amenazas a la salud pública. En otras palabras, el rigor necesario de las restricciones impuestas en comparación con los daños directos e indirectos que estas puedan causar.
En la mayor parte del mundo se han impuesto las voces que pidieron por un confinamiento estricto. Yoram Lass, ex director general del ministerio de Salud de Israel y miembro del Parlamento (Knesset) entre 1992 y 1996 aseguró que el enfoque es erróneo, y solo fue causado por la manera en que las redes sociales amplificaron el temor de la sociedad hacia la pandemia.
En una entrevista con la revista política Spiked, Lass calificó al nuevo coronavirus como “nada más que otra epidemia de gripe” y dijo que la tasa de mortalidad a la que debe prestársele atención no es solo la del Covid-19, sino todas aquellas muertes que se produzcan en el período que duren las medidas de confinamiento. Además dijo que el confinamiento no cambiará la cantidad final de decesos que tendrán lugar, sino la tasa, y citó a Suecia como un ejemplo que refuta la tesis de la necesidad de “aplanar la curva”.
Lass calificó a las redes sociales como “otra pandemia” que acompaña a la del nuevo coronavirus. “Han lavado el cerebro de poblaciones enteras. Lo que resulta de ellas es miedo, ansiedad e imposibilidad de analizar estadísticas reales. Ello genera todos los ingredientes para una histeria monstruosa”, expresó.
La combinación de estos factores, aseguró, crea lo que “en el campo científico se conoce como efecto bola de nieve”. “Los gobiernos tienen miedo de sus ciudadanos y por lo tanto implementa medidas draconianas, las cuales hacen que la gente esté todavía más histérica”, indicó. Y dijo que el resultado es una bola de nieve que crece hasta llegar al “territorio de la irracionalidad”, en el cual también incluyó a los gobiernos.
Si la población no estuviera en este estado emocional, Lass dijo, podría ver que “esto no es más que otra epidemia de gripe”. “Pero la gente que está ansiosa está ciega. Si yo estuviera tomando las decisiones, trataría de darle a la gente los números reales. Y nunca destruiría mí país”, expresó.
En esta línea, aseguró que “la mortalidad como consecuencia del coronavirus es un número falso", dado que “simplemente se cambia la etiqueta de causa de muerte”. “Si los pacientes murieran de leucemia, de un cáncer que haya hecho metástasis, enfermedades cardiovasculares o demencia, también lo atribuirían al coronavirus”, aseguró. E indicó que la cantidad de casos registrados también es falso porque la cifra depende de la cantidad de testeos. “Cuanta más gente se testee, más infecciones se obtienen”, dijo.
Por esa razón indicó que “la única cifra real es la cantidad total de muertes”. Explicó que en general durante el invierno mueren más personas que lo normal debido a la gripe estacional, “la que no le importa a nadie”.
Al comparar las estadísticas con las de este año, incluyendo al nuevo coronavirus, dijo que puede apreciarse como esta última enfermedad “viene muy rápido pero se va muy rápido también”. Y que en definitiva, si se contabiliza el exceso de mortalidad, puede apreciarse que es un “15 por ciento mayor a la epidemia de fiebre común de 2017”.
Lass aseguró que, al considerar la magnitud de esa diferencia, las medidas de confinamiento “son de proporciones bíblicas” y serán detrimentales a la población en niveles significativos: “Cientos de millones de personas están sufriendo. En países en desarrollo muchos morirán de inanición. En los desarrollados otros por desempleo. El desempleo es mortalidad. Más personas morirán como consecuencia de estas medidas que por el virus”, expresó.
En otro pasaje de la entrevista, Lass fue consultado acerca de potenciales efectos positivos del confinamiento. Sobre ello, dijo: “No puede cambiar el número final de infectados. Solo puede cambiar la tasa de infección”. Y ante el argumento que asegura que la estrategia previene un colapso del sistema sanitario, dijo que el caso de Suecia lo refuta. “No tuvieron confinamiento ni colapso”.
Sobre la razón por la cual ciertos países tienen tasas de mortalidad más altas que otros, dio un ejemplo en el que hizo referencia a dos factores: la edad poblacional y el clima. Para ilustrarlo tomó a Italia e Israel.
“A los 50° y 40° de latitud, donde está Europa y el Noreste de Estados Unidos el virus es mucho más viable. Italia tiene la población más vieja del mundo sin contar a Japón. Los italianos también fuman mucho y son muy sociales. Si miras las estadísticas, 25.000 italianos murieron de complicaciones de la gripe en 2017 y 30.000 de coronavirus. Es un número comparable. No deberías arruinar un país por cifras comparables”, expresó.
Para finalizar, Lass comparó al coronavirus actual con otros que se presentaron en el pasado, tales como la llamada “gripe asiática” de la década de 1950, la de Hong Kong, de 1960, y la gripe “porcina” de 2009. E indicó que si bien las circunstancias de esta última fueron similares a la pandemia actual, el abordaje fue drásticamente diferente.
“No había vacuna, por lo que era aterrador. Se esparció por todo el mundo, infecto a 1.000 millones de personas y 250.000 murieron. Pero no hubo cuarentena, nada. Las personas estaban mucho más interesadas en la crisis económica del año anterior. No tenían tiempo para prestarle atención a estas nimiedades”.
Y concluyó asegurando que el virus “ya se está despidiendo de Europa Occidental y Medio Oriente”. Y que si bien no se puede asegurar lo mismo sobre Estados Unidos, enfatizó nuevamente en que “nada puede justificar la destrucción de la vida de la gente”. “Es increíble”, cerró.
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