Esta es la historia de cómo se convirtió una de las zonas más ricas de España en Little Caracas. Al barrio de Salamanca en Madrid comenzaron a llegar los venezolanos hace unos cinco años, coincidiendo con la crisis en su país. Hoy son una comunidad diversa: hay nuevos ricos que ganaron fortunas con el chavismo, familias pudientes de la oposición y profesionales punteros en sus sectores. El apodo de Little Caracas se ha vuelto a poner de moda porque cada día a las 9 de la noche el ruido de las cacerolas se abre paso por estas calles para protestar contra el gobierno del socialista Pedro Sánchez por su gestión de la pandemia. Aunque no participan en las marchas, muchos con los que hablamos para este reportaje ven similitudes entre el clima social y político que atraviesa España y el que llevó a su país a la situación actual.
Hay incluso quien recuerda las caceroladas en Caracas para tumbar al régimen al ver lo que pasa los últimos días en este barrio de Madrid, aunque de momento en España no son masivas. “Una siempre va a buscar el paralelismo cuando ha huido de una crisis tan grave como la de Venezuela, especialmente si saltan alarmas de cosas que ya ha vivido”, confiesa una periodista venezolana que prefiere guardar el anonimato.
“En mi caso nunca voy a participar porque España me ha hospedado y estoy muy agradecida, pero entiendo a la gente que sale a la calle. Es exactamente lo mismo que ocurrió en nuestra patria. Los venezolanos decíamos que allí nunca iba a llegar la dictadura porque no éramos como Cuba. Ahora los españoles dicen lo mismo, que ellos no son como Venezuela”, dice a Infobae Chelena Álvarez, quien después de trabajar en el sector de la banca en Nueva York llegó al barrio de Salamanca hace cuatro años.
Hay más de 100.000 venezolanos en la capital española de los cerca de cinco millones que se han repartido entre Latinoamérica, Estados Unidos y Europa durante el gran éxodo desde 2015, según Naciones Unidas. La crisis de Venezuela ha sido un arma arrojadiza en la política española desde que irrumpió en 2014 en la escena el partido de izquierdas Podemos, hoy en el poder como socio del PSOE. Desde la derecha vinculan al gobierno formado a principios de este año con el régimen chavista.
“A este paso nos vamos a convertir en la nueva Venezuela”, dicen desde el partido líder de la oposición, los conservadores del PP. En las marchas contra el gobierno de estas dos últimas semanas se gritan consignas relacionadas con la crisis venezolana y la supuesta conexión de Podemos. En las redes sociales se ha popularizado el hashtag #LittleCaracas para hablar de las manifestaciones en el barrio de Salamanca a las que la prensa ha bautizado como “la rebelión de la milla de oro”.
“Las protestas son legítimas, en una democracia todo el mundo tiene derecho a manifestarse pacíficamente cumpliendo las normas”, opina para Infobae Adolfo Martini, portavoz de la ASEVED, una asociación que trabaja desde Madrid “para recuperar la democracia en Venezuela”. En 2016 organizó varias charlas en la capital española sobre “el peligro del populismo en España” coincidiendo con el ascenso de Podemos.
Hay más de 100.000 venezolanos en la capital española, entre los cinco millones de exiliados del régimen de Maduro distribuidos por el mundo
Como muchos otros de los venezolanos que están en Madrid, Adolfo Martini tiene la nacionalidad española (se calcula que más de la mitad de ellos, según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística). Tienen familiares españoles que emigraron a Venezuela durante la posguerra y la dictadura franquista y ahora sus hijos y nietos han regresado a su país de origen persiguiendo esa misma libertad que anhelaban sus mayores.
Dentro de Little Caracas
A lo que se conoce como Little Caracas es un entramado de calles señoriales con edificios imponentes y frondosos arbolados salpicados por tiendas de lujo y restaurantes exclusivos en el corazón de la capital española, cerca del parque del Retiro. Es un barrio envejecido, con más de 35.000 habitantes mayores de 69 años de los cerca de 150.000 que tiene el distrito, de acuerdo a las cifras del Ayuntamiento de Madrid.
Más de 7.000 venezolanos tienen propiedades en este distrito de poco más de 5 kilómetros cuadrados, donde el suelo tiene uno de los precios más alto de todo el país, llegándose a pagar en los dos últimos años hasta 18.000 euros por metro cuadrado (según datos de las inmobiliarias). Las pujas comienzan a partir del medio millón de euros, que es lo que puede costar un apartamento de unos 100 metros cuadrados en la zona, y llegan hasta los 5 o 6 millones.
Cuando paseamos este miércoles por sus calles nos encontramos al inicio de Núñez de Balboa con una de las sedes de Goiko Grill, la cadena de hamburguesas del empresario venezolano Andoni Goicoechea que triunfa en Madrid. El negocio está cerrado, como el resto de restaurantes, bares y cafeterías por la pandemia.
El ambiente es tranquilo, aún queda media hora para las 9 de la noche, la hora a la que desde hace unos días esta arteria se llena de gente de este barrio de clase alta (donde históricamente arrasa la derecha) que sale a protestar contra el gobierno. Según avanzamos las aceras se van llenando de manifestantes que aporrean sus cacerolas, gritan “libertad” y “gobierno dimisión” y portan banderas españolas. No son más de un centenar de personas a las que la policía observa sin intervenir.
No hay rastro de los venezolanos. Giramos por la calle Jorge Juan, el núcleo donde empezó a hablarse de Little Caracas. Allí, como en el resto del barrio, no vemos una sola bandera venezolana. “No encuentro la necesidad de colgar una bandera de tu país cuando vives en otro, yo ya voy para dos años acá y la verdad es que nunca vi una”, cuenta a Infobae el venezolano Andrés Neher.
Este artista salió de Venezuela porque “cuando no tienes garantizadas las necesidades básicas es imposible crear”. Llegó al barrio a través de unas amigas que le ayudaron a encontrar apartamento. “El 70% de mis amistades venezolanas viven en el distrito de Salamanca. En Madrid es bastante complicado conseguir piso, entonces aquí es más fácil obtener información porque hay muchos conocidos”. A él le gusta el apodo de Little Caracas, pues “no está lejos de la realidad”. Igual piensa Chelena Álvarez, quien considera que es “bastante acertado”. Ambos coinciden en los atractivos del barrio: el buen ambiente y la calidad de vida. Hay varios restaurantes en la zona que sirven comida venezolana como La Cuchara, La Despensa, Cabaña Food Bar y Aripo.
Contrastes entre venezolanos
Damos la vuelta en nuestra incursión por Little Caracas y, a la altura de la calle Alcalá con Núñez de Balboa nos cruzamos con un repartidor en bicicleta de una de las empresas de comida a domicilio que operan en Madrid. Muchos de ellos son venezolanos que trabajan entre 10 a 12 horas al día por unos 4 euros el pedido e intentan ahorrar para enviar dinero a los familiares que se quedaron en su país.
“Es la gran contradicción de las migración venezolana que a veces en España no se comprende. Si vienes de un país que estás destruido, ¿cómo es que aquí vives como un rey? Y mientras tanto hay otros compatriotas que sobreviven con trabajos penosos”, dice a Infobae el periodista venezolano Juan Carlos Ballesta, que vive desde hace más de dos años en Las Rozas, una zona residencial a las afueras de la capital española.
“Es cierto, los contrastes de la población venezolana que vive en Madrid son tremendos”, añade Adolfo Martini, de ASEVED. Explica que en su asociación nadie vive en el barrio de Salamanca, porque ellos son “de clase media y obrera”. No le gusta el apodo de Little Caracas, cree que no es fiel a la realidad y además es injusto. “Da una sensación falsa, sólo representa a una minoría, los venezolanos estamos regados por todos los barrios de la capital de España”.
Habla de “boliburgueses” que formaban parte del chavismo y que, mientras se han ido distanciando del régimen, iban recalando en el barrio de Salamanca para invertir en el mercado inmobiliario. “Así como han empezado a blanquear su imagen, también necesitan blanquear el dinero”, denuncia. Cree que son pocos, apenas 20 o 30 de los 100.000 venezolanos que hay en Madrid. “Al menos el 95% somos opositores, por eso ellos se cuidan mucho de ser invisibles: saben que en cuanto se les ubique van a tener escraches en su casa”.
Por el barrio corren muchas historias sobre estos venezolanos que llegaron con grandes fortunas. “Se hizo habitual la imagen de venezolanos entrando al banco con maletas llenas de dinero en metálico, comparaban edificios enteros y los reformaban a su gusto”, asegura a este medio una vecina española.
En 2013 entró en vigor una nueva ley en España que premiaba con un visado y el permiso de residencia a los inversores extranjeros que compraran casas por encima de los 500.000 euros. Venezolanos y mexicanos son los que copan hoy día el mercado de la vivienda de lujo: el 50% de las adquisiciones por encima de cuatro millones de euros en Madrid son suyas, según el diario económico Cinco Días.
“Dentro del barrio hay grandes grupos económicos que han comprado edificios enteros, la mayoría de la oposición a la dictadura venezolana, pero también algunos chavistas que usaron esta estrategia para lavar el dinero. No sé si son una minoría, pero definitivamente no son todos los venezolanos que hay en el barrio de Salamanca”, explica Chelena Álvarez.
Otra fuente con la que hablamos, un abogado venezolano que lleva varios años viviendo en el barrio de Salamanca que pide el anonimato, se molesta cuando escucha que entre sus vecinos sólo hay fortunas del chavismo y familias con dinero de la oposición. “Es mentira, te puedo presentar al menos a 20 conocidos que viven de alquiler o han comprado casas gracias a su trabajo, aquí hay profesionales honrados que han ganado su plata con esfuerzo y simplemente les gusta vivir aquí. Al final pagamos justos por pecadores”.
Un temor compartido es que las medidas excepcionales que el gobierno socialista español ha tomado durante la pandemia (leyes especiales para controlar a la población, restringir los movimientos y cerrar comercios) se alarguen cuando pase el riesgo del virus.
“Están intentando restringir libertades, igual que en Venezuela. Con todo lo que está ocurriendo es posible que regrese a Nueva York, dependerá de la situación política. Veo muy mal el futuro en España”, dice Chelena Álvarez. Una prueba de fuego para el presidente Pedro Sánchez será este sábado, cuando varias fuerzas de la derecha han convocado marchas (a pie e incluso en coche) por todo el país. En Madrid pretenden llenar el Paseo de la Castellana, una de las arterias principales. Será entonces cuando se compruebe hasta dónde puede llegar la revuelta que empezó en Little Caracas.
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