El coronavirus no impidió ataques terroristas durante Ramadán

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Pakistán (Reuters)
Pakistán (Reuters)

Al menos 320 personas han sido asesinadas por grupos yihadistas este año durante el mes sagrado de Ramadán. La pandemia generada por la Covid-19 no ha detenido a las organizaciones terroristas en la ejecución de atentados que dejaron un alto número de víctimas mortales a las que deben sumarse 289 heridos.

Los ataques más letales han sido atribuidos a grupos del Talibán, al Estado Islámico (ISIS por sus siglas en ingles) y a células reactivadas de Al-Qaeda en el Norte de Africa. Las agencias de informaciones y los cuerpos de seguridad de varios países árabes islámicos habían avisado desde marzo pasado que varios grupos terroristas se habían reagrupado y trabajaban en planificar acciones yihadistas concretas durante Ramadán.

Aunque este año la pandemia pudo amortiguar en parte el accionar yihadista, claramente no lo evitó. Los integristas, en su mayoría terroristas afganos, libios, sirios e iraquíes, han ejecutado un centenar de ataques documentados en más de una docena de países desde que se iniciaron las festividades de Ramadán a finales de abril. Durante sus operaciones, asesinaron unas 320 personas según indica la publicación en lengua árabe de la agencia Arab News e hirieron de gravedad a otras 289. La estadística equivale a que los terroristas islamistas han ejecutado a unas 10.6 personas e hirieron a otras 9.5 por día desde el comienzo de Ramadán en la noche del 23 de abril. Y no se descarta que al final del mes sagrado con la puesta del sol de hoy, sábado 23 de mayo, cuando se celebre la cena de Eid el Fitr (final del ayuno) las cifras alcancen incluso un número mayor de víctimas.

Las muertes producto de los ataques terroristas durante las tres primeras semanas de Ramadán este año han sido más bajas. El número disminuyó casi un 25 % en comparación con 2019, en cambio el número de heridos fue mayor. Sin embargo, la crímenes se han ejecutado y continuaron incluso cuando todos los gobiernos del mundo están confrontando la pandemia ocasionada por el coronavirus chino, lo cual pone de manifiesto el grado de fanatismo instalado en la ideología islamista y la falta de respeto por la vida humana que la caracteriza, incluso sobre sus propios hermanos musulmanes que conforman la mayoría en el número de sus víctimas.

Los talibanes afganos han sido responsables del mayor número de ataques al día de hoy. Este grupo narco-terrorista ha reconquistado regiones de Afganistán donde retomó con mayor ímpetu su actividad en la producción y tráfico de drogas que exporta a distintos puntos del planeta. La peligrosidad de las redes de la organización se profundizó luego de que rechazaron el alto al fuego propuesto por Kabul y respaldado por EE.UU., para este año y durante Ramadán.

A principios de marzo, los grupos terroristas ideológicamente afines del Talibán organizaron redes muy peligrosas en Afganistán con influencia en Pakistán, Siria e Irak, y pidieron la retirada completa de la presencia militar estadounidense y extranjera prometiendo no llevar adelante ataques sobre poblaciones civiles si eso ocurría. Sin embargo, la organización narco-terrorista intensifico sus ataques desde entonces enviando más de sus combatientes a Irak y Siria al tiempo que acordó con la filial de Al-Qaeda en Libia para extender sus operaciones en el Norte de África y así asegurar nuevas regiones desde donde colocar su producción de estupefacientes organizando redes en Libia, Túnez y Marruecos para enviar la droga a Europa.

Hoy, que la prensa internacional está focalizada en los eventos del Golfo Pérsico y otros problemas regionales estimulados por actores políticos conocidos, como el régimen iraní, que agita la región a través de sus organizaciones terroristas satelitales como Hezbollah, Hamas y la Yihad Islámica Palestina, no se debe soslayar que los talibanes han convertido a Afganistán en el país de mayoría musulmana más mortífero y peligroso durante Ramadán, y su expansión a través de su asociación reciente con Al-Qaeda configura un nuevo peligro en materia de narco-terrorismo islamista.

Un hombre musulmán chiíta lleva
Un hombre musulmán chiíta lleva una máscara protectora, tras el brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19), mientras camina junto a los libros religiosos durante el mes sagrado del Ramadán en Najaf, Irak, el 16 de mayo de 2020. REUTERS/Alaa Al-Marjani

Sin embargo, sin perjuicio de la caída de su capacidad militar a gran escala sobre el terreno, el califato de ISIS en Irak y Siria continúa presente. Desde abril de 2019, está probado que el Estado Islámico y sus aliados dentro y fuera de Oriente Medio siguen siendo un problema muy difícil de resolver en materia de seguridad para los países de la región e incluso para Europa. Según informes recientes de seguridad, desde la primera semana de mayo el grupo ha intensificado sus ataques en Irak, y aunque sus acciones terroristas han disminuido considerablemente, no lo ha detenido la crisis de salud disparada por el coronavirus en Oriente Medio. Los talibanes, ISIS, Al-Qaeda y otros grupos aliados tribales en Libia, así como los hutíes-chiítas aliados del régimen khomeinista de la República Islámica de Irán en Yemen, no han cesado sus ataques a pesar de la pandemia.

La incongruencia reiterada de los terroristas islámicos ha estado presente nuevamente durante Ramadán, la mayoría de las víctimas de sus ataques fueron personas de fe musulmana. A pesar de ello, los líderes religiosos de estos grupos radicalizados no han mencionado que cientos de sus hermanos han sido asesinados por el accionar islamista, contrario a ello, instaron a sus combatientes y simpatizantes a sacrificarse y redoblar sus acciones criminales participando en la yihad durante Ramadán, arengando a sus seguidores con frases relacionadas a la shuhadda (martirio), diciendo que quien cayera combatiendo sería considerado shahid (mártir) privilegiado y compensado con mayores beneficios en el paraíso.

Una mujer ajusta la gorra
Una mujer ajusta la gorra de su hijo con una máscara facial, durante el mes de ayuno del Ramadán, en medio de la preocupación por la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19), en la ciudad vieja de Sidón, en el sur del Líbano, el 19 de mayo de 2020. Foto tomada el 19 de mayo de 2020. REUTERS/Ali Hashisho

El aspecto positivo a señalar, es que a pesar de la barbarie y la violencia desatada por los grupos islamistas durante el mes sagrado de los fieles islámicos, la visión y vivencia de la gran mayoría de los musulmanes del mundo durante Ramadán difiere totalmente de los grupos violentos. La prueba de ello a pesar de las amenazas que reciben en sus países de residencia, es que han sido varias las voces de periodistas musulmanes pertenecientes a sectores reformistas islámicos que, como nunca antes, este año se han levantado contra los crímenes del islamismo radical.

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