La revolución tecnológica que cambió la faz del mundo impactó pocas áreas tanto como la información de la ciudadanía: de pronto los medios tradicionales no sólo comenzaron a competir con los medios digitales, sino también con soportes que crecieron sobre la circulación de contenidos, y también fake news, como las redes sociales. La publicidad dejó de ser ingreso de la televisión o los periódicos para pasar a competidores que ni siquiera vendían periodismo, como YouTube o Instagram. De pronto poderosas empresas de medios no supieron cómo hacer rentable su negocio.
Y entonces llegó el coronavirus.
“La publicidad y la circulación caen por debajo del 25% de lo que eran en 2014”, pronosticó Eduardo Tessler, el periodista brasileño (O Globo, Estadão, Rede Bom Dia) y consultor de medios en América Latina y Europa desde Midiamundo. Hablaba desde su casa a un público de periodistas y empresarios de medios que lo miraban desde las suyas porque la distancia social que impuso el COVID-19 impidió el encuentro anual SIP Connect que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) suele realizar en Miami.
“Eso hace imperativa una reinvención de los medios”, propuso. “2015 fue el primer año de la caída fuerte de los periódicos en muchos países de América Latina. Muchos decían que era algo momentáneo, que pronto todo volvería a la normalidad. Pero la caída siguió en 2016, 2017, 2018, 2019, y siempre peor. Ahora, con el coronavirus, hay que aceptar que aquel escenario se acabó”.
Lo que se conocía como normalidad parece haberse desvanecido, no sólo del horizonte de los medios sino del de las personas de todo el planeta. Eso implica —citó a Arianna Huffington, escritora y editora de The Huffington Post— el aprendizaje de una lección: lejos de tratar de volver a algo que, en realidad, no estaba funcionando muy bien, para muchos se presenta la oportunidad de "elevarnos y hacer algo mejor”.
Tessler resumió la situación de los medios a finales de 2019: además de baja de circulación de los impresos, caían las ventas publicitarias y se afectaban los beneficios para los accionistas. También la relevancia de los medios, algo que era una marca de identidad, se debilitaba: “Hace unos 10 años llegabas a cualquier ciudad y rápidamente te dabas cuenta de que había un periódico fuerte. Veías la publicidad en las calles, las personas que lo leían en los parque y en el transporte público, los ejemplares en las mesas de los cafés. Hoy eso casi no existe”.
Al mismo tiempo aumentaba la audiencia digital, con lo cual se recuperaba la confianza en la marca que hacía la transición y se aceleraba la creatividad periodística, con nuevos formatos (“año a año aparecen ejemplos de formas muy innovadoras de contar una noticia”) que a su vez traían nuevos ingresos. Pero subían los costos fijos, por un lado de los servicios web dolarizados y por otro de los medios de papel que tienen insumos dolarizados y una distribución “igual de cara que cuando vendían cinco veces más”.
Mientras las primeras consecuencias avanzaban sobre la realidad —despidos, recortes en la circulación, cierre de estructuras físicas— aumentaba la cantidad de personas que se informaba en las pantallas de sus teléfonos, sus tabletas, sus laptops. “No quedan dudas de que estamos digitalizados”, agregó.
Si “la historia del mundo periodístico queda dividida en dos”, como propuso, “antes del coronavirus (AC) y después del coronavirus (DC)”, es muy importante unir todos los factores que afectan a la industria para convertir la coyuntura en una oportunidad única para los medios en general, locales o nacionales".
Para el experto que participó de la transformación digital de O Globo, entre otros 30 proyectos internacionales, es frecuente pensar a la vez en todos los aspectos de un medio, desde la redacción hasta la gestión comercial, de las audiencias a la integración de alternativas. Por eso opinó que en la era DC los medios tienen que “recuperar la relevancia” y para hacerlo les conviene “asumir un espíritu de startup”.
Parte de esa actitud es "tener el tamaño que exige el negocio”, desarrolló. “Hoy conservamos edificios gigantescos para muy pocas personas, o cargos cuya lógica se ha perdido”. Propuso un ejercicio de imaginación: abrir un medio competidor en la misma calle del propio. “Seguramente lo imaginaríamos con la mitad de la estructura y los costos”.
Se abren preguntas que sacuden conceptos básicos, como por ejemplo que el diario sale, como su nombre lo indica, cada 24 horas. “El Tampa Bay Tribune, que es el periódico más vendido en la Florida, Estados Unidos, bajó su frecuencia de siete días a solo dos, los miércoles y los domingos”, ilustró. El resto de la semana la edición es solamente online. Otros casos, señaló, no se publican los lunes; los económicos no salen los fines de semana y otros solo salen sábado y domingo. “Hay que evaluar cada caso, cada ciudad, cada sociedad para decidir qué es mejor”.
También la imagen del editor de olfato legendario se descascara: no siempre un gran director de impreso será un gran director de un medio multiplataforma, ni un reportero estrella de prensa escrita hará algo equivalente en video. “Debemos preguntarnos qué perfil de gente necesitamos”, siguió Tessler. “Con base en el buen periodismo, el desafío es buscar gente diferente, ágil, positiva, innovadora, que no tenga miedo de ser osada”. La compañías se enfrentan a un cambio del perfil de sus productos, en el que habrá “un mix, donde el impreso será una de las puntas pero no el corazón”.
Además de la reestructuración, el periodismo DC “requiere la capacidad de reinventarse”. Citó los casos de O Povo, de Fortaleza, que se lanzó al multistreaming; también el de The Guardian, de Londres, que en lugar de cobrar una suscripción optó por el crowdfunding. Tessler coordinó el proyecto por el cual O Globo puso en el digital la gran fuerza de cada día y en el impreso un valor de complemento. “Salimos de 24.000 subscripciones digitales a casi 200.000 hoy”.
En ese nuevo perfil los medios encuentran competidores inesperados, surgidos a partir de las nuevas tecnologías. “No son empresas periodísticas, pero hacen algún tipo de periodismo: un científico youtuber, la cantante Anitta”, puso por caso a la influencer brasileña. “Esa gente ocupa un espacio en la agenda informativa de la gente”, es decir, esos son los competidores de los informadores tradicionales.
También se pueden hacer operaciones equivalentes desde la empresa periodística, como generar ingresos derivados de los recursos que se emplean en la operación principal, como la gestión de redes o la impresión para terceros; o eventos, con entradas pagas y patrocinadores, además de marketing directo y branded content.
Los medios AC traen algunas fortalezas a la era DC: ya conocen bien a sus públicos y saben hacer periodismo de calidad. También han vivido transformaciones tecnológicas, aunque con tropiezos: algunos ahorraron y fue un error, otros invirtieron más de lo que necesitaban y tienen graves deudas. “Yo digo que tecnología, audiencia y periodismo es la santísima trinidad de las nuevas compañías de medios”, sintetizó.
“Será necesario pensar una sala de redacción distinta, en la cual los periodistas entiendan que existen muchas formas diferentes de conectarse con la audiencia”, siguió. La creatividad manda: tampoco es posible someterse al dogma del imperio digital y decretar la muerte del impreso. “Muerto está el viejo impreso. Pero hay un tremendo espacio para los impresos que sean capaces de ofrecer algo diferente”.
También cambia el concepto de ser soporte del anunciante: “No basta con poner la publicidad de un cliente, hay que ayudarlo a vender sus productos, ser corresponsable hasta el éxito del negocio”. Y una figura gana espacio en la redacción: el analista de datos. Los datos deben impulsar la calidad de los medios. “Es fundamental el análisis profundo de las métricas de Chartbeat, de Google Analytics, que nos cuentan el comportamiento de la audiencia. Y la gente que lo hace debe aportar ideas, entender la movida, no sólo llevar un listado de lo más visto”.
El renacimiento del periodismo DC es posible en “un nuevo modelo que ponga al periodismo en el centro”. La importancia del breaking news no cambia: “La noticia es lo que el 99% de los medios digitales saben hacer”. Tampoco la del valor agregado que dan los textos inteligentes, los análisis con comentario y otras formas de “refinamiento del contenido”. Y más que antes importan las producciones interactivas, con lenguaje digital, hechas para la web.
“Hay que aceptar que 2015 se acabó”, cerró Tessler. “Podemos comprender los nuevos intereses informativos de la audiencia, crear estrategias de conexión con la gente y no tener miedo al cambio”.
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