Dos torres de refrigeración que formaban parte de una antigua central nuclear en Alemania fueron demolidas en una serie de impresionantes explosiones el jueves pasado. Los estallidos en la central de Philippsburg, cerca de Karlsruhe, al suroeste de Alemania, se realizaron en secreto para evitar que -en tiempos de coronavirus- el público se agolpara para ver el espectáculo. Sin embargo los videos y las fotos del impactante momento se viralizaron con rapidez.
Bien temprano, a las 6 de la mañana, sonaron tres pitidos, se escuchó una explosión y las moles de acero y concreto prácticamente se desintegraron. Las imágenes fueron captadas por drones que mostraron a la distancia cómo caían las torres, pero también brindaron una visión aérea que permite ver casi por dentro el momento en que se desploman.
Las torres de refrigeración sirven para bajar la temperatura del agua que circula en los circuitos de las centrales nucleares con el objetivo de volver a utilizarla antes de verterla a los ríos o lagos próximos a la instalación energética. Las torres de este tipo no emiten a la atmósfera gases contaminantes sino que de su interior solo se desprende vapor de agua.
Los dos reactores implosionados de la planta de Philippsburg, dirigidos por la empresa alemana EnBW, fueron cerrados en 2011 y 2019 como parte del plan alemán de salida de la energía nuclear. Alemania tiene media docena de plantas nucleares más, pero estarán fuera de línea a finales de 2022.
En el lugar de las torres se construirá una estación transformadora que ayudará a llevar al sur del país la electricidad generada a partir de fuentes renovables en el norte de Alemania. La noche anterior a la demolición, Greenpeace proyectó un mensaje de despedida en las torres que decía: “Abran paso a la energía alternativa”.
El país busca eliminar los residuos nucleares y reducir la amenaza de las desastrosas consecuencias de un potencial ataque terrorista y accidente nuclear. El objetivo, según las autoridades, es evitar un Fukushima, Chernobyl, el accidente de Three Mile Island.
Sin embargo, el desmantelamiento de los reactores nucleares es muy complejo. Se trata de proceso es largo y costoso. El desmantelamiento de una planta de energía nuclear lleva entre 25 y 100 años. Es tedioso pero vale la pena, aseguraron desde Alemania.
La fase 1 implica el cierre o la descontaminación de la planta. Los combustibles nucleares se descargan y todos los circuitos se drenan. El sitio se deja intacto y se monitoriza. La segunda fase implica el desmantelamiento total de la planta con el equipo y las estructuras removidas con la excepción del edificio del reactor. Se sella y se monitoriza. Y la tercera fase implica el desmantelamiento del edificio del reactor. Es sobre todo una fase delicada en la que se utilizan robots a control remoto para hacer la mayor parte del trabajo.
Según detalla La Vanguardia, las centrales nucleares en funcionamiento en Alemania producen en la actualidad aproximadamente el 17% de la energía eléctrica nacional. Con la entrada en vigor de la modificación a la Ley de la energía nuclear el 6 de agosto de 2011, las siete centrales nucleares más antiguas de Alemania y la central nuclear de Krümmel perdieron sus licencias de operación. Según esta ley, los nueve reactores nucleares restantes deberían ser desconectados antes de acabar el 2022.
Tres de estos reactores ya han dejado de funcionar: Grafenrheinfeld, cerrado el 28 de junio de 2015, Gundremmingen B el 31 de diciembre de 2017 y Philippsburg el 31 de diciembre de 2019. Quedan por tanto en funcionamiento todavía seis reactores nucleares en Alemania.
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