Silvia Romano, la cooperante liberada tras ser secuestrada en Somalia por un grupo islamista, escribió este jueves un breve mensaje para agradecer a quienes la apoyaron durante su cautiverio, en medio de una ola de amenazas y mensajes de odio contra ella por su aparente conversión al Islam.
“Lo peor ya pasó, disfrutemos este momento”, escribió Silvia Romano en una publicación de Facebook visible solo para sus amigos. “Para todos los amigos que han estado cerca de mi corazón en este largo tiempo, gracias, gracias, gracias. Gracias también a aquellos que no eran amigos, sino conocidos o extraños y me dedicaron un pensamiento”.
La voluntaria fue secuestrada en una aldea de Kenia en noviembre de 2018, cuando tenía 23 años, y trasladada a Somalia, donde estuvo cautiva en manos de la organización yihadista Al Shabaab, hasta que el domingo pasado llegó a Italia.
Romano agradeció el apoyo que recibió su familia durante todo este tiempo. “A todos aquellos que han apoyado a mis padres y a mi hermana de una manera tan especial e inesperada: descubrir cuánto afecto le han mostrado es solo un motivo de alegría, ellos han sido fuertes también gracias a ustedes y estoy inmensamente agradecida por esto”, dijo.
Luego, en una aparente referencia a los ataques que recibió en los últimos días, dijo que, “pese a su vestido”, lo único que le importaba era volver a abrazar a sus seres queridos.
Romano sorprendió al aterrizar en Roma ataviada con un hábito al estilo islámico que le cubría de la cabeza a los pies y al anunciar que se había convertido al Islam y que se había cambiado el nombre a “Aisha”, algo que provocó la ira de políticos y medios de extrema derecha.
La feroz campaña de ataques y amenazas contra Romano ha llevado a la fiscalía antiterrorista de Milán a abrir una investigación por un presunto delito de odio. La policía italiana ha puesto varias patrullas junto a su domicilio en Milán, donde se encuentra ya con su familia, ante el temor por su seguridad.
"No podía esperar para bajar de ese avión porque para mí solo importaba abrazar a las personas más importantes de mi vida, aún sentir su calor y decirle cuánto los amaba, pese a mi vestido”, escribió la joven voluntaria.
“Sentía que ellos y ustedes habrían mirado mi sonrisa y se habrían alegrado conmigo porque a fin de cuentas estoy viva y estoy aquí. Estoy feliz porque encontré a mis seres queridos aún enteros, gracias a Dios, a pesar de su gran dolor. Porque los he encontrado a todos listos para abrazarme. Siempre he seguido el corazón y eso nunca traicionará", agregó. Y concluyó: "Lo peor ya pasó para mí. Disfrutemos este momento juntos. Los abrazo a fuerte todos virtualmente y espero hacerlo pronto también en vivo. Los quiero”.
“Neoterrorista"
El mensaje de Romano llega un día después que un diputado de la ultraderechista Liga llamó a la voluntaria “neoterrorista” para criticar al Gobierno de Giuseppe Conte y el supuesto pago de un rescate por la joven que ayudaría a financiar a esas organizaciones.
Las palabras del diputado Alessandro Pagano fueron sólo el último de una serie de ataques, mensajes de odio y amenazas recibidas por Romano desde su liberación el pasado sábado.
Los mensajes de odio se multiplicaron en redes sociales, especialmente en grupos de ultraderecha, que insultan a Romano tachándola de “traidora” o acusándola de “infiltrar en Italia una célula del Estado Islámico” y han llegado hasta a pedir para ella la pena de muerte.
Nico Basso, un concejal de un partido independiente en un pueblo del Véneto, pero anteriormente adscrito a la ultraderechista Liga, subió una foto de la joven a Facebook pidiendo que “la colgaran”, algo que borró poco después.
Periódicos como el Corriere della Sera han llegado a bloquear los comentarios en Instagram de las fotos en las que aparece Romano, por la cantidad de insultos que estaba recibiendo.
Las amenazas han saltado de la esfera digital y han llegado incluso hasta el entorno de Romano, que el lunes volvió a su casa de Milán recibida entre aplausos de sus vecinos.
En un quiosco cercano a su casa, sin embargo, alguien pegó un cartel en el que decía estar “harto de pagar rescates” y cuestionaba “salvar una vida para poner en riesgo muchas otras”.
Por el lado contrario, muchos ciudadanos, políticos e incluso la Conferencia Episcopal Italiana han salido en defensa de la joven. “Todos la sentimos como nuestra hija”, afirmó el presidente de los obispos, el cardenal Gualtiero Bassetti.
También la ha defendido Enrico Parazzoli, párroco de la iglesia que frecuentaba Romano antes de su secuestro, quien ha asegurado sentir “un gran respeto por la elección” de la cooperante de convertirse al Islam.
“Pasar 18 meses de cautiverio es algo que no podemos ni imaginar, si con la mente fría ella piensa que el Islam es la respuesta correcta a su existencia, estaré contento”, señaló al medio Famiglia Cristiana.
Hoy la madre de Romano se ha dirigido a los medios presentes a la puerta de su casa pidiendo a aquellos que la insultan que “usen el cerebro”.
“¿Cómo quieren que esté? Prueben mandar a un pariente dos años allí a ver si no vuelve convertido”, ha afirmado.
Romano aseguró que su conversión había sido libre y que no sufrió violencia en su largo cautiverio entre Kenia y Somalia, que culminó en un rescate a principios de mayo organizado por la inteligencia italiana con la mediación de Turquía, según informan los medios italianos.
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