Muchos residentes de Teherán, la capital de Irán, aprovechan la flexibilización de las medidas adoptadas contra la covid-19 y la reapertura de comercios, pero otros temen un rebrote de los contagios en este país, el más afectado por la epidemia en Medio Oriente.
“La fila de los idiotas” murmura Manouchehr, un comerciante, que mira con desprecio la larga fila formada ante una oficina de cambio de divisas en el distrito de Sadeghieh, al oeste de la capital. Nadie lleva mascarilla ni respeta las distancias.
Irritado, un policía explica a la AFP haber asistido a numerosas escenas similares desde que se reanudó la actividad en las oficinas de cambio. La mayoría de los clientes no respeta las consignas sanitarias de base, asegura.
Tras la aparición del virus a mediados de febrero en Irán, colegios, universidades, cines, estadios y otros lugares de aglomeraciones fueron cerrados en marzo para frenar su propagación. Empujado por razones económicas, el país, cuya economía está duramente sancionada por EEUU, autorizó desde el 11 de abril la reapertura progresiva de comercios.
Calles, mercados y centros comerciales de Teherán han recuperado así su habitual animación, tras haber quedado desiertos durante dos meses. Las oficinas de cambio son los negocios más concurridos por los iraníes: la devaluación de la moneda iraní y la inflación los incita a preservar sus ahorros.
"Todos estos clientes ponen en riesgo nuestras vidas, pues estamos obligados a venir" a trabajar, dice Milad, empleado en un centro comercial cercano a una oficina de cambios.
“Talón de Aquiles”
Teherán es el “talón de Aquiles” del país, admitió el sábado el viceministro de Salud, Iraj Harirchi. El gobierno utiliza ahora un sistema de colores (blanco, amarillo, rojo) para establecer un nivel de riesgo, de más débil a más elevado, de la epidemia en las diferentes provincias.
Con una población de más de 8 millones de habitantes, y centenares de miles de trabajadores que desde hace años llegan desde las provincias, la capital está en el nivel rojo.
Desde el 4 de mayo, el número de nuevos contagios registrados oficialmente es superior a 1.000 por día, tras un breve descenso la semana pasada.
En total el país cuenta con más de 106.000 infectados y 6.500 muertos, según cifras oficiales. Pero los expertos, tanto en el interior como en el exterior del país, ponen en entredicho estas las estadísticas oficiales del régimen persa, y consideran que el número actual de casos es más elevado.
“La prudencia de la gente hizo caer el número de contagios, pero en cuanto la enfermedad fue considerada menos importante, hemos constatado un aumento de casos” explica Masoud Mardani, especialista de enfermedades infecciosas en el ministerio de Salud.
El aumento de infecciones "es debido a la reapertura (de comercios) y a la gente que va a hacer compras" asegura, según la agencia Isna.
El Estado ha dicho que volverá a imponer medidas si siguen aumentado los contagios, pero muchos iraníes están obligados a trabajar, o les es indispensable hacerlo para poder sobrevivir.
Hamed, habitante de Qom, a 150 kilómetros de Teherán, viaja todos los días a la capital, porque así se lo pide su jefe. Si rehúsa, perderá su trabajo, afirma Hamed, que no lleva mascarilla porque considera que es “ineficaz”.
(Con información de AFP)
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