Por primera vez las autoridades han descubierto que el narco usa la ruta del hachís por la frontera sur de España para introducir cocaína a Europa. “El narcotráfico es como el juego del gato y el ratón: cuando atrapas a los malos, siempre encuentran nuevos caminos para seguir delinquiendo”, dice a Infobae una fuente de la Guardia Civil española. La Operación Dóberman ha puesto en evidencia una nueva vía de entrada de la droga procedente de América Latina en la que participan delincuentes magrebíes y españoles asociados con redes mafiosas del otro lado del océano.
La cocaína siempre había entrado a España por Galicia, una comunidad en la esquina noroeste del país que conecta con el Atlántico a través de costas escarpadas de difícil acceso, sólo aptas para marinos expertos. Ese ha sido durante décadas el punto por el que la droga producida en países como Colombia, Ecuador y Bolivia llegaba a través de la frontera española al mercado ilegal europeo. Hasta que los golpes policiales y la estricta vigilancia de ese punto rojo han obligado a los narcos latinoamericanos a buscar rutas alternativas para mover su mercancía.
El puerto de Algeciras, al sur en la provincia de Cádiz y el más grande del país en tráfico de mercancías y uno de los más importantes del Mediterráneo, es otro de los puntos más calientes para el contrabando de droga que entra a Europa.
El procedimiento para meter la cocaína por ahí siempre ha sido el gancho ciego. Son bolsas pequeñas de 30 o 40 kilos que los narcos meten en un contenedor de mercancías precintado desde Marruecos con destino al puerto. Cuando atraviesa la frontera con España rompen el precinto, sacan la droga y se la llevan, no sin antes volver a precintarlo para no levantar sospechas en las inspecciones de las autoridades portuarias.
“El problema de ese método es que les sale muy caro. Pueden llevarse hasta 100 kilos como mucho. Con una embarcación propia puedes cargar más de 3.000 kilos de una sola vez. Esta ha sido la primera vez que comprobamos que están usando la misma estrategia con la cocaína que con el hachís, porque les sale más rentable”, explican a Infobae fuentes del CCON, el órgano de la Guardia Civil especializado en desarticular las mafias del narcotráfico que operan en el sur del país.
La Operación Dóberman, un meticuloso seguimiento policial que empezó en septiembre del año pasado, les ha servido para destapar este cambio de estrategia del narco. La Guardia Civil ha incautado 1.255 kilos de cocaína (más otros 476 kilos intervenidos en Marruecos a la misma banda), además de abundante documentación, armas de fuego y seis embarcaciones semirrígidas ilegales, las que utiliza el narco para burlar a las autoridades.
Detrás había una peligrosa mafia holandesa de origen magrebí con enlaces con el narco colombiano que habían contratado a delincuentes del sur de España para ayudarles a meter la droga por la frontera con Marruecos.
“No sabíamos que se trataba de cocaína, al principio pensamos que era hachís. Ahora que les hemos descubierto tienen dos opciones: o mejorar sus técnicas o buscar otras nuevas. Esto siempre es así: una batalla en la que vas subiendo de nivel y el que no está a la altura, pierde. El problema es que nosotros vamos por detrás, tenemos que esperar a que delincan para poder actuar”, dicen fuentes del CCON.
El narco en la cuenca del Guadalquivir
El río Guadalquivir tiene, a su paso por las provincias del sur de Andalucía, muchísimos brazos y canales que hacen que la vigilancia sea muy complicada. Con sus marismas atraviesa el Parque Nacional de Doñana, una zona que los delincuentes locales conocen hasta su último rincón. La película ‘El niño’, dirigida en 2014 por el director español Daniel Monzón, radiografía esta realidad.
“Allí siempre ha habido mafias que pasan droga, no es nada nuevo. Como un globo al que aprietas y sale el aire por el otro lado, los narcos se asocian con las distintas organizaciones de la zona, buscando nuevas posibilidades de negocio”, explica un agente de la Guardia Civil que lleva más de 30 años combatiendo el contrabando de hachís en la región.
Durante años el narco campó a sus anchas. En la zona de la Línea de la Concepción (al sur de Cádiz) las mafias se creían invulnerables, atacando a los agentes, hostigando a los vehículos oficiales. La situación se desbordó en febrero de 2018, cuando una veintena de encapuchados asaltaron un hospital para rescatar a la fuerza a un narco ingresado custodiado por la policía. “Llegamos a un punto en el que el principio de autoridad se había quebrado”, reconocen a Infobae fuentes de la Guardia Civil.
Fue el ministro del Interior del nuevo gobierno socialista, el ex juez y antiguo diputado por Cádiz Fernando Grande-Marlaska, quien implantó una política de mano dura con el narcotráfico en la región a través del plan de seguridad del Campo de Gibraltar. En el verano de 2018 creó un equipo especial de la Guardia Civil, con la colaboración de la Policía Nacional y la Vigilancia Aduanera, para coordinar la Operación Carteia: más agentes en las calles, labores de seguimiento y contactos con la policía marroquí al otro lado de la frontera.
“En cuestión de seis meses logramos restablecer la autoridad pero no hemos dejado de trabajar. Sigue existiendo un problema serio del hachís que se produce en Marruecos, en la cordillera del Rif, y que responde a una demanda importante desde Europa. Teníamos desde hace un tiempo la sospecha de que las mafias estuvieran utilizando esas redes de transporte para meter cocaína, alguna vez habíamos encontrado algún fardo cerca de la playa, había indicios pero no tan evidentes como hasta ahora”, desvelan desde el CCON.
La Operación Dóberman ha sido su primer gran éxito. Un complejo operativo para el que han contado con los mejores: el Grupo de Respuesta y Seguridad de la Guardia Civil, la élite del cuerpo, junto al GAR, el Grupo de Acción Rápida que se creó en los 80 para combatir a la banda terrorista ETA del País Vasco.
Lo que ha sorprendido a las autoridades es que los dos cabecillas de la organización en España no eran ni mucho menos los capos de una poderosa mafia, sino dos delincuentes de unos 40 años y discretos, casi invisibles. Hubo un tiempo en que los narcos que movían la droga por las costas andaluzas hacían ostentación de una vida de lujos y excesos: coches deportivos, bisutería de oro, videoclips de reggaetón… La presión policial de los últimos dos años les ha obligado a esconderse.
“El negocio de la droga genera mucho dinero: en cada alijo de hachís se pueden llevar 150.000 euros, imagínate con la cocaína, es mucho más. Un piloto de una embarcación que esconde hachís, sólo por cruzar el Estrecho y pasar la frontera con España, se lleva 50.000 por el viaje y otros 20.000 o 30.000 para el marinero y el ‘gepero’ (el que lleva el GPS)”, cuentan fuentes policiales.
La costa sur de España, desde Huelva en la frontera con Portugal hasta Almería en el extremo este, es ahora mismo uno de los puntos calientes del narco. Las autoridades temen que las mafias sigan subiendo por ahí desde Marruecos cocaína procedente de América Latina, en muchos casos de una gran pureza, casi del 80% para que ocupe menos y luego poder cortarla.
En la Costa del Sol, una zona turística en Málaga con urbanizaciones de lujo, la Guardia Civil ha identificado la base de operaciones de varios clanes mafiosos con múltiples tentáculos que mueven la droga en el puerto de Algeciras, desde la 'Ndrangheta italiana hasta mafias francesas, belgas y holandesas (la mayoría de origen magrebí).
Con la Operación Dóberman han logrado detener a 51 personas aunque desde el CCON ya están trabajando en nuevas investigaciones. “Hemos desmantelado muchas organizaciones y luego siempre surgen otras nuevas. Quizá las que empiezan no tengan experiencia pero pronto aprenden de sus fallos, no podemos bajar la guardia”, advierten.