“Protestas higiénicas”, teorías conspirativas y persecuciones: la extrema derecha saca provecho de la pandemia

Desde Alemania e Irán hasta la India y Estados Unidos, fanáticos y religiosos se manifiestan contra las reglas impuestas por los gobiernos para combatir el coronavirus

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Un manifestante de grupos de
Un manifestante de grupos de ultraderecha, en Berlín, que se oponen a la cuarentena, muestra una pancarta contra la OMS, Billa Gates y las empresas farmacéuticas. REUTERS/Christian Mang

La extrema derecha del mundo odia a los progresistas, al gobierno y a la prensa. Ahora sumó la cuarentena. Militantes de grupos neo fascistas y neo nazis de todo el mundo se están manifestando contra las reglas impuestas por los gobiernos para combatir la pandemia de coronavirus.

Por tercer fin de semana consecutivo, unas mil personas se reunieron frente al emblemático teatro Volksbühne de Berlín en lo que llaman una “protesta higiénica”. Se oponen a las restricciones de aglomerarse y de quedarse en sus casas que hasta ahora demostraron ser muy eficaces para detener la propagación del virus. Alemania es el país europeo con menor tasa de contagios y muertos. De la manifestación participaron varios dirigentes políticos de la populista Alternativa por Alemania (AfD) y los nacionalistas del Partido Democrático Nacional (NPD). “El gobierno puso al país fuera de acción. Eso es ilegal”, gritó uno de los que hablaron. Otro dijo que la canciller Angela Merkel “exagera a propósito lo del coronavirus para no quedar mal con sus amiguitos de la Unión Europea”. Todo, hasta que llegó la policía a dispersarlos por no cumplir con el distanciamiento social. Hubo varios detenidos.

En la India, la extrema derecha utiliza la pandemia para golpear a sus enemigos. El nacionalista y gobernante Bharatiya Janata Party (BJP) del primer ministro Narendra Modi y las milicias voluntarias del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), salieron a cazar a militantes del controvertido grupo misionario musulmán, Tablighi Jamaat. Acusan a los misioneros de haber diseminado el Covid19 por reunirse en una festividad religiosa en Nueva Delhi a principios de marzo. En realidad, por debajo está la represión iniciada hace meses contra los musulmanes indios. Escudados en ese contexto social y político es que la extrema derecha india apoyó la apertura de un “campo de rehabilitación” en la zona de Wazirabad de Nueva Delhi. Allí mantuvieron presos a los predicadores del Tablighi y a su jefe, Muhammad Saad Kandhlawi, quien está procesado por organizar el encuentro de sus seguidores a pesar de la pandemia. El BJP y el RSS dicen que cometió “corona terrorismo”.

Grupos de militantes de los
Grupos de militantes de los partidos de ultraderecha en India actúan junto a la policía para reprimir e imponer la cuarentena a la comunidad musulmana.

La comunidad musulmana de la India denunció que la gran mayoría de los encerrados en Wazirabad no manifestaron nunca signos de estar contagiados y que se los privó de los víveres esenciales para mantener el ayudo en el mes sagrado del Ramadán. Dicen que, a propósito, no les entregaban la comida del suhoor (el desayuno antes del amanecer) y el iftar (la cena con la que se rompe el ayuno al caer el sol). Pero lo más significativo es que denunciaron a los militantes de los dos partidos de ultra derecha de ser ellos los que no respetaron la cuarentena. Los militantes del BJP y el RSS andan por las calles en grupo, sin barbijo ni otra protección y también creen que el coronavirus “no mata tanto como dicen en el gobierno”.

En Michigan, la última semana se congregaron decenas de militantes de grupos de la Alt-Right (extrema derecha) y pro armas en lo que llamaron la “Operación Antibloqueo”. Frente al congreso estatal, mostraron pancartas con el hashtag que usaron en las redes sociales para organizarse: #ReOpenAmerica (reabran Estados Unidos). Manifestaciones similares se realizaron en New York, Virginia, Ohio, North Carolina, Michigan, Kentucky y Wisconsin. Todos armados, algunos con fusiles de asalto muy sofisticados, y con banderas confederadas, mostraban carteles en apoyo a Trump y sus dichos, que en un principio minimizaron el peligro de la pandemia, y sus reclamos de rápida apertura de la economía. Incluso, llegó un grupo tapados con la máscara de Guy Fawkes, el libertario inglés que en 1605 intentó hacer explotar el parlamento para restaurar a un rey católico en el poder, y que se hizo popular cuando se usó en el film “V de Vendetta” y por el grupo antisistema Anonymous. En Albany, la capital del estado de Nueva York, el organizador de la manifestación, un tal “Mike Gee” acusó al gobernador Andrew Cuomo de “dictador comunista” por no permitir que se venda en las farmacias la droga hydroxychloroquine, de muy dudoso efecto para combatir el virus y que fue recomendada por Trump. El presidente también recomendó inyectarse limpiadores de cocinas y baños, particularmente la lavandina, como arma efectiva contra el Covid19. Y fue quien incitó a los grupos de ultraderecha a reclamar el fin de la cuarentena cuando llamó a “liberar” a los estados que se oponían a la medida.

Protesta organizada por la Coalición
Protesta organizada por la Coalición Conservadora de Michigan contra la cuarentena ante el edificio del Capitolio en Lansing, Michigan. REUTERS/Seth Herald

Grupos similares se manifiestan en las redes sociales de todo el mundo, desde Gran Bretaña hasta Indonesia, y todos coinciden en pedir la reapertura de las industrias y comercios, a la vez que minimizan las consecuencias de la pandemia. En Filipinas, curiosamente, el autócrata presidente Rodrigo Duterte, utilizó la retórica de la extrema derecha para mantener la cuarentena: pidió matar a los que la violen. “Mis órdenes son para la policía y el ejército, si hay problemas o surge una situación en que la gente pelea, disparen a matar”, dijo Duterte. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, participó y habló en una manifestación de sus seguidores que pedían el fin de la cuarentena en Brasilia. Y los judíos ultraortodoxos de Brookling y Jerusalén, se enfrentaron a la policía por no respetar la distancia social y participar de grandes aglomeraciones religiosas a pesar de ser una de las comunidades más castigadas por la pandemia.

“Estamos en peligro por la presencia de estos grupos marginales en las calles. Y estaremos exponencialmente más en peligro si sus protestas contra la cuarentena se convierten en una forma convencional de desahogar la frustración”, escribió Whitney Phillips, profesora de la Syracuse University, en la revista Wired. “Ver a las personas salir a la calle porque quieren volver al trabajo y que la vida vuelva a la normalidad puede ser muy atractivo para un número cada vez mayor de personas. No hay normalidad donde regresar, todo se modificó, pero dar a conocer la creencia de que existe esa posibilidad crea una ilusión de que grandes masas están a favor de una épica de la reconstrucción. Y esto está, a su vez, presionando a congresistas y funcionarios locales para que cedan ante la demanda de que `abramos la economía´”.

Y todo este movimiento es el que está difundiendo las teorías conspirativas sobre la pandemia. Hay una idea errónea de que lo que está provocando la enfermedad es la radiación que genera la red de transmisión de datos 5G. Se generó en Gran Bretaña donde quemaron varias torres de transmisión de telefonía por esta nueva tecnología. Y se expandió por Estados Unidos. En videos de YouTube y en Facebook se asegura que la frecuencia del 5G absorbe oxígeno y produce infecciones pulmonares como el Covid19. “Las megafrecuencias 5G pueden usarse para alterar tu ADN y desarrollar el virus. Esto es una bio-guerra lanzada por China”, es una de las consignas más difundidas por Twitter. Nada de esto tiene ningún asidero científico. La frecuencia 5G funciona como la 4G que se usa en los celulares de todo el mundo. La diferencia es que tiene una capacidad mucho más grande de transmitir datos en forma muy rápida.

Parte de la campaña conspiracionista
Parte de la campaña conspiracionista contra la red telefónica de 5G, que la extrema derecha cree está provocando el Covid19. REUTERS/Russell Boyce

Otra de las teorías conspirativas nació en la India, donde un grupo de científicos publicó un trabajo en el que sugerían que las secuencias de la proteína del coronavirus indicaban que había sido diseñado en un laboratorio. Dos días más tarde, los autores tuvieron que retractarse ante las evidencias presentadas por colegas de todo el mundo demostrando que no había sustento científico para hacer semejante afirmación. Pero ya era tarde, los grupos anti-ciencia no sólo difundieron el “paper” sino que tomaron el hecho de que los autores tuvieran que retirarlo como una conspiración global para callarlos.

El sitio Infowars aseguró que el virus fue diseñado en China para afectar a la economía estadounidense y esmerilar las posibilidades de reelección de Trump. El senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, repitió la teoría en una entrevista con la cadena Fox News. Y el televangelista Jerry Falwell, un aliado importante del presidente, aseguró en la misma cadena de noticias que el virus es un arma biológica creada por Corea del Norte. En Irán, el popular presentador de la televisión estatal, Ali Akbar Raefipour, hizo un programa especial para decir que fue, en realidad, la Administración Trump la que lanzó la guerra bactereológica del coronavirus contra Irán y China. Y el portavoz de la cancillería china, Zhao Lijian, aseguró que el virus había sido traído a Wuhan por los 300 atletas estadounidenses que compitieron en octubre del año pasado en los séptimos Juegos Militares del que participaron cadetes de escuelas militares de todo el mundo.

Joseph Oakman y sus seguidores
Joseph Oakman y sus seguidores de la ultraderechista Proud Boys durante una manifestación en Portland, Oregon. Este grupo es uno de los que difunden teorías conspirativas en las redes sociales. (AP Photo/Noah Berger)

El comentarista de extrema derecha, Sean Hannity, que tiene su propio programa también en la Fox y es uno de los favoritos de Trump, fue el primero en asegurar que las medicinas contra la malaria eran efectivas para tratar el coronavirus, una teoría que tomó como propia el presidente y la difundió al día siguiente en una conferencia de prensa en la Casa Blanca. Esta, y la teoría de que inyectándose lavandina se puede combatir el Covid19, fueron ampliamente difundidas por los sitios en las redes sociales de las milicias armadas, del grupo neo-nazi Proud Boys, los conspiracionistas del QAnon e Infowars, así como el movimiento antivacunas.

La extrema derecha y los conspiracionistas tienen un nuevo enemigo que está movilizándolos en todo el mundo. Un enemigo invisible que no se puede combatir a los tiros, como quisieran muchos de éstos militantes.

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