Gatos que jamás salían de las casas ahora pasean por los techos del vecindario. Perros que han caminado 30 minutos se instalan junto a la puerta al regresar, como si nunca hubieran salido. Algunos maúllan o ladran a todo volumen, otros se quedan mirando fijo a los humanos residentes. Por la pandemia del COVID-19, las indicaciones de cuarentena o de permanecer en la casa han afectado las conductas de literalmente miles de millones de personas, y también parecen alterar las de sus mascotas. El súbito cambio de rutina desafió a los animales domésticos, que alguna vez estuvieron a cargo de sus espacios durante muchas horas y ahora, de pronto, lo tienen que compartir 24/7.
A diferencia de la gente, que sabía que el encierro tiene un alto costo emocional y psicológico, las mascotas ignoraban que lo que parecía una excepción agradable, un humano que les prestara más atención durante un par de días, iba a transformarse en una nueva forma de vida. “Ellos armaban su propia rutina según nuestros horarios previos, y de pronto decidimos que los vamos a cambiar por completo y les invadimos su espacio", dijo a la filial de ABC en Filadelfia Carlo Siracusa, del Hospital Veterinario Ryan, perteneciente a la Universidad de Pensilvania: una síntesis de la perspectiva de las otras especies que viven en apartamentos y casas.
Zazie Todd, autor de Wag: The Science of Making Your Dog Happy, cree que es lógico que las mascotas quieran un poco de distancia social al encontrarse cara a cara todo el día con sus humanos que intentan detener la transmisión del nuevo coronavirus: “Si quieres abrazarte a tu conejo todos los días en el sofá, y no está acostumbrado, puede que sea demasiado para él”, dijo a Slate.
Permanecer en la casa “incremente la cantidad de oportunidades para interacción, y puede que eso no agrade a las mascotas”, señaló a Vox. Para los perros, además, el aumento de la circulación, a medida que la gente saca a pasear a los animales con mayor frecuencia, equivale a un aumento de las alarmas de intrusos: “Que todo el mundo pase por la puerta con sus perros hace que se sientan mucho menos seguros en el hogar”.
Además de los cambios en la rutina hay distintos factores que incrementan el malestar de los animales domésticos. Por ejemplo, los niños encerrados: “Eso puede ser un poco estresante, porque a veces los niños pueden ser un poco ruidosos o demasiado intensos en sus interacciones con las mascotas, que no siempre son tan entusiastas”, explicó Todd.
“No se quedan sentados pensando si van a sucumbir a un virus horrible, pero sin dudas nuestras preocupaciones se convierten en sus preocupaciones”, dijo Liz Stelow, veterinaria especializada en conducta animal en la Universidad de California en Davis, a Capital Radio. El momento es difícil tanto para los humanos como para los animales, explicó a Slate Jennifer Verdolin, experta en comportamiento animal y autora de Raised by Animals: The Surprising New Science of Animal Family Dynamics. “Tendemos a pensar que somos afortunados porque tenemos mascotas que nos ayudan a sobrellevar las cosas, pero creo que también tenemos que invertirlo y pensar cómo podemos nosotros ayudarlos a ellos a sobrellevar” la pandemia.
Aunque se desconoce hasta qué punto la cuarentena aumenta la ansiedad en los animales, sí se sabe que las “conductas de desplazamiento” podrían explicar los cambios de comportamiento de las mascotas. Se trata de una suerte de tics que adoptan para afrontar un factor de estrés novedoso. En los perros y en los gatos pueden presentarse como nuevas costumbres de treparse, andar, ladrar o maullar, rascarse o dar vueltas sobre sí mismo, detalló Lilly a Vox. “Del mismo modo que los humanos podemos jugar con el pelo, caminar en círculos o mordernos las uñas”.
Un perro que se sacude como si estuviera mojado, pero está seco, presenta una conducta de desplazamiento común: el exceso de cuidado o higiene. También lo son alzar las patas y saltar sobre objetos, para morderlos y sacudirlos. Las aves pían más o adoptan posturas inusuales en sus jaulas. Los potrillos muerden a los caballos adultos. Y tanto perros como gatos, reptiles y aves bostezan más. “Varios estudios han concluido que también los humanos bostezan con mayor frecuencia cuando están nerviosos, aunque no está claro el motivo por el cual lo hacen”, siguió la web. “Una de las teorías principales es que el bostezo aumenta la circulación sanguínea, lo cual lleva oxígeno al cuerpo”.
Si bien las órdenes de quedarse en casa benefician a la mayoría de los animales domésticos, en opinión de Zenithson Ng, profesor de veterinaria en la Universidad de Tennessee, porque disfrutan de atención extra —incluso los gatos, mostró un estudio, prefieren la interacción con los humanos antes que otros estímulos como la comida y los juguetes—, algunos no llevan bien la convivencia, sobre todo a medida que se extiende la cuarentena. Para eso hay algunas medidas que pueden ayudar.
“Es muy importante que, como dueños, tratemos de mantener todo igual en lo que respecta a las rutinas diarias a las que nuestras mascotas están acostumbradas y asegurarnos de que sigan contando con espacios tranquilos y sin perturbaciones a los que puedan ir en cualquier momento del día”, dijo Lauren Finka, investigadora de conducta felina en la Universidad de Nottingham Trent. “La alteración de su rutina normal puede causar ansiedad, porque su sentido de la previsibilidad y el control puede verse afectado".
Siracusa coincidió: “Hay que darles tiempo, lo cual significa que deberíamos tratar de mantener los horarios cotidianos de la manera más similar posible a lo que solía ser, y asegurarnos de que los animales tengan su rato de tranquilidad”. También la entrenadora de perros Kayla Corey, de Bark Busters: “La consistencia es realmente importante", incluso para los gatos, subrayó.
En caso de problemas, la respuesta no es más entrenamiento, agregó Stelow: si un perro manifiesta un comportamiento agresivo o ansioso, hacia las personas o hacia otros perros, no es que se porta mal sino que expresa un problema emocional. “Y del mismo modo que no se espera que un maestro se ocupe de los problemas emocionales de los niños, no se le puede pedir a un entrenador que se ocupe del problema emocional de un perro”.
Por último, los animales perciben algunas de las señales de angustia de los humanos, preocupados por su salud, sus empleos, sus familias. Una suerte de “contagio emocional”, como lo llamó Fabricio Carballo, investigador de la inteligencia animal en la Universidad del Salvador. “Lo cual significa que los humanos podrían ser parte del problema”, añadió Vox. Y citó a Carballo: “Es posible que los dueños sean los que tienen conductas extrañas, y sus perros se estén tratando de adaptar. Puede que estén aburridos y les pidan a sus mascotas que hagan trucos nuevos, lo cual los lleva a una conducta extraña”. TikTok le da la razón al experto.
Para Ng el problema de la abundancia de paseos y atención es menor al de su mengua cuando la sociedad comience su reapertura. “Para las mascotas que sufren por la separación, la transición de una rutina con los dueños 24/7 a otra en la que pueden volver a estar solas durante largos periodos no será fácil”, explicó a Vox.
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