No estamos todos en el mismo bote. La gran mayoría está sobre una balsa haciendo agua. Unos pocos en sus barcos a prueba de huracanes. Literalmente. En enormes yates que navegan por el Caribe o las islas de Tailandia. Muchos se apretujan en una casilla de lata y otros compran departamentos de 335 metros cuadrados a 4,5 millones de dólares que están ubicados en bunkers de la Guerra Fría con filtros que eliminan el Covid19. No es lo mismo pasar la cuarentena en una mansión con pileta climatizada y cancha de tenis que en un departamento de 50 metros cuadrados con filtraciones. El coronavirus puso un telescopio en casi todas nuestras acciones y es aún más claro en la inequidad que desangra al planeta. Y los dueños de las grandes fortunas no sólo se la pasan mejor en estas circunstancias –es algo obvio que sucedió siempre en la Historia- sino que siguen acumulando aún más. Viven cuarentenas de oro.
Entre el 18 de marzo y el 10 de abril de 2020, más de 22 millones de estadounidenses y cientos de millones más alrededor del mundo perdieron sus empleos. Durante las mismas tres semanas, el Institute for Policy Studies, que viene estudiando el incremento de la desigualdad en el mundo desde hace una década, descubrió que la riqueza de los 170 hipermillonarios estadounidenses aumentó en 282.000 millones de dólares, un incremento de casi el 10% con respecto al año anterior. Jeff Bezos, el dueño de Amazon, tuvo unas ganancias nunca antes registradas en la historia financiera moderna. Desde el 1 de enero y hasta el 15 de abril había incrementado su fortuna en 25.000 millones de dólares, una cifra superior, por ejemplo, al PBI de Honduras que es de 23.900 millones.
Otros 34 multimillonarios tuvieron ganancias similares y ocho de ellos superaron los mil millones de dólares en lo que va del año. Los autores del minucioso estudio, Chuck Collins, Omar Ocampo y Sophia Paslaski los llaman los “pandemic profiteers”. Son Jeff Bezos (Amazon), MacKenzie Bezos (Amazon), Eric Yuan (Zoom), Steve Ballmer (Microsoft), John Albert Sobrato (desarrollador inmobiliario de Silicon Valley), Elon Musk (Tesla y SpaceX), Joshua Harris (Apollo Global Management, que se dedica a la reestructuración de empresas), y Rocco Commisso (Mediacom).
Y sin ser estos “monstruos” de las finanzas, muchos otros millonarios también escapan a todas las reglas y “mantienen sus distancias” a muchos metros del resto de los posibles contagiados. Los Hamptons, la zona tradicional de Long Island donde los neoyorkinos más adinerados mantienen espléndidas mansiones frente al mar, fueron “invadidos” por familias que alquilan algunas de estas propiedades a 200.000 dólares por mes para pasar la cuarentena. Los dueños de esas residencias, se fueron a lugares aún más protegidos en Jackson Hole, Palm Beach, Hilton Head Island y Sun Valley, o están en alguna isla privada del Caribe. Lo mismo sucede en la famosa Martha´s Vineyards, la isla de Massachusetts donde tienen sus residencias de verano desde los Kennedy hasta los Obama. Allí, según el diario local, están agotados todos los alimentos gourmet de los exclusivos supermercados. En New Jersey, el gobernador contrató a la estrella local de la televisión, Mike “The Situation” Sorrentino, para hacer una campaña implorando a los millonarios de Manhattan que se queden en sus departamentos y no vayan a las casas que alquilaron en las playas del sur del estado.
Fisher Island, la exclusiva isla ubicada frente a Miami, donde el ingreso medio de sus 1.300 residentes ronda los 2,5 millones de dólares anuales, según la agencia financiera Bloomberg, han cerrado todo acceso. Allí tienen desde hace décadas casas figuras como Oprah Winfrey y Boris Becker y hoy residen la súpermodelo Karolina Kurkova y la estrella del tenis Caroline Wozniacki. La asociación de propietarios de la isla contrató un servicio privado de medicina para que cualquiera que ponga un pie en esa tierra se tenga que hacer el testeo rápido de coronavirus. Y la clínica operada por la Universidad de Miami que atiende a la comunidad, la mitad mayor de 60 años, ya tiene suficientes respiradores para hacer frente a la pandemia. Algo similar se está desarrollando en otro condominio exclusivo de la Riviera Francesa. En el Les Park de Saint-Tropez, donde tienen casas multimillonarios como Bernard Arnault del grupo LVMH dedicado a productos de lujo o Mohamed al Fayed, el dueño del Ritz de París, se acondicionó un centro de salud de ultísima generación con elementos para atender a pacientes contagiados que no existen en la mayoría de los hospitales europeos.
En Kansas, un desarrollador transformó una antigua bóveda de misiles de 60 metros de profundidad en un complejo de departamentos de lujo que denominó “Survival Condo”. Cuenta con un sistema de aire que filtra cualquier tipo de virus o bacteria y piletas con agua climatizada. Ya vendió los 16 departamentos por entre 1,5 y 3,5 millones de dólares. Muchos de los multimillonarios asiáticos compraron bunkers parecidos a los de Kansas que se desarrollaron en Nueva Zelanda. Allí se conseguían hasta antes de la pandemia construcciones armadas de containers con una aislación total y todos los lujos, levantados frente al mar, por algo más de un millón de dólares.
“Los ricos no practican solo el `distanciamiento social´ sino también el `distanciamiento económico´. Desde hace décadas, se han desconectado del resto de la sociedad y se han llevado su tesoro, socavando nuestras instituciones públicas y la solidaridad social”, escribió Chuck Collins, uno de los autores del informe del el Institute for Policy Studies. Y remarca que de acuerdo a las estadísticas oficiales, décadas de recortes de impuestos y políticas públicas favorables a los multimillonarios, ayudaron a que la acumulación de riqueza de estos hombres y mujeres en Estados Unidos y el resto del mundo aumentara más del 1.100% entre 1990 y 2018. Sin embargo, sus obligaciones tributarias, como porcentaje de su riqueza, disminuyeron un 79% entre 1980 y 2018. “Los multimillonarios pueden no haber causado esta pandemia”, dice Collins. “Pero la desigualdad extrema y la pobreza son condiciones preexistentes en esta emergencia de salud pública. No menos importante, todos esos ingresos fiscales no recaudados podrían haber financiado un sistema de salud pública mucho más efectivo”.
Los autores del estudio proponen crear un Comité de Supervisión de los Fondos Obtenidos Durante la Pandemia y un impuesto de emergencia del ingreso de los multimillonarios. Pero antes, habrá que ver en qué pie queda cada fortuna en el mundo. La crisis que desató el virus ya está mostrando a ganadores y perdedores. Las compañías de tecnología van a salir muy beneficiadas, las del turismo o del fútbol, muy débiles. Y todo esto creará una nueva generación de multimillonarios que, ahora, con la experiencia de esta pandemia, seguramente van a preferir tener un lujoso condominio en un bunker a prueba de virus o una isla privada alejada del mundo para mantenerse siempre a flote.
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