A mediados de enero de este año, el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, ordenó a su ministro de Seguridad un reordenamiento del sistema de songbun, que clasifica a los habitantes de acuerdo a su lealtad al régimen. Fuentes de inteligencia surcoreanas publicadas por el Daily NK, un sitio dedicado a informar sobre lo que sucede dentro del país más oclusivo del mundo, creen que Kim estaba preparando al país para soportar un nuevo proceso de restricciones económicas y posible hambruna a causa de la mala administración de la economía y la llegada de la pandemia del coronavirus que ya se había desatado en la vecina China. Ahora, después de las últimas noticias que hablan de que Kim Jong Un estaría en grave estado después de haber sido sometido a una operación cardiovascular a principios de abril, las mismas fuentes creen que el reordenamiento social para reforzar el poder del régimen también tiene que ver con la salud del líder y su posible sucesión.
Kim tiene apenas 36 años, pero está muy excedido de peso y fuma tres paquetes de cigarrillos al día. Es posible que a principios de año haya tenido alguna advertencia de sus médicos sobre una posible cirugía al mismo tiempo que sus aliados chinos le informaban de la pandemia que se estaba propagando desde Wuhan. El régimen de Pyongyang asegura que no registró ningún caso de infectado por la COVID-19 en su territorio. En forma preventiva, el 30 de enero se cerró la frontera con China. El contrabando que se registra en esa zona, tolerado por la policía y paliativo de las restricciones internacionales al comercio, fue prohibido totalmente y hasta se anunciaron ejecuciones de contrabandistas que habían violado las nuevas normas. También se desplegaron tropas cerca de la frontera no sólo para controlar que nadie traspase, sino que por una orden directa de Kim se encargaron de destruir los nidos de las aves que en esta época del año emigran desde China. El temor es que los pájaros pudieran transmitir el coronavirus como lo hicieron en 2017 con la gripe aviar. El portavoz del gobierno, Ro Dong Sin Mun, declaró a fines de enero que “todas las organizaciones del partido deberían considerar el proyecto para prevenir la propagación de la nueva infección por coronavirus como un tema político importante relacionado con la supervivencia nacional”. Y agregó que el gobierno “exige obediencia absoluta” a las directivas porque “cualquier momento de distracción podría tener consecuencias catastróficas irreversibles”.
Como tantas veces en la historia de Norcorea, las afirmaciones como que en su territorio no se registró un solo caso de COVID-19, son desmentidas por los hechos. Los festejos del 8 de febrero por el Día del Ejército, una fecha muy significativa para el régimen, fueron cancelados en forma inesperada. Se cree que el coronavirus está haciendo estragos entre los soldados que estuvieron en la frontera china. Todos los ejercicios militares fueron suspendidos y el propio jefe del Estado Mayor estuvo en cuarentena durante 20 días de febrero. Otro reporte del Daily NK citando a fuentes militares norcoreanas habla de 180 soldados muertos por coronavirus entre enero y febrero entre las tropas acantonadas en la frontera china. A principios de abril habrían muerto varios médicos afectados por Covid19 que trabajaban en el hospital militar de Nampo, un puerto cercano a Pyongyang. También murieron 11 prisioneros del campo de rehabilitación de Chongori.
El régimen no se abstuvo de seguir probando misiles para demostrar su “poderío” y seguir distrayendo la atención. Pero, el lanzamiento de una serie de cohetes balísticos de corto alcance, en marzo, con la clásica presencia de Kim Jong-un celebrando el acontecimiento, se limitó a un breve saludo junto a un grupo de soldados tapados con barbijos negros. El 15 de abril, Kim ya no estuvo presente en un acto “sagrado”, el que marca el aniversario del nacimiento de su abuelo y fundador del régimen comunista, Kim Il Sung. Desde ese día vuelan las especulaciones sobre su estado de salud y una posible sucesión.
Aquí entran dos peculiaridades norcoreanas, la ideología que sostiene al régimen “la filosofía Juche” y el sistema de castas songbun, que divide a la sociedad en categorías de lealtad al líder. Esta es la base por la que el poder se transmite en una sucesión “monárquica” al primer hijo varón con el apoyo de la casta superior.
La idea Juche fue establecida por Kim Il-sung, el fundador de la República Popular Democrática de Corea, como “la ideología nacional y principio rector de todas las acciones del Partido de los Trabajadores (PTK)”. Cuando la palabra fue mencionada por primera vez por Hwang Jang-yop, ex secretario internacional del PTK, Juche se concentraba en la idea de la persona, por lo cual podía considerarse en alguna medida una filosofía humanista derivada del Confusionismo. Era una identificación nacional para superar la “japonización” instituida por la ocupación por parte de Japón de la península coreana entre 1910 y 1945. Luego, en un contexto de desestalinización tras la muerte de Josef Stalin en 1953, la idea Juche fue utilizada para forjar un espíritu de autosuficiencia ante las dificultades económicas que surgieron tras la ruptura con la Unión Soviética y la suspensión de la ayuda económica de Moscú. En ese momento, podía entenderse como una variante norcoreana del marxismo-leninismo que priorizaba la independencia y autosuficiencia nacional como una alternativa necesaria para no depender de la Unión Soviética y de China, por entonces las otras dos potencias comunistas. Con los años, la filosofía terminó siendo una justificación para las purgas, torturas y fusilamientos del régimen, así como el reaseguro para la sucesión del poder dentro de la familia Kim.
El songbun fue instituido al mismo tiempo para estratificar políticamente a la población, hoy de 23 millones de personas. En un principio llegó a tener 51 categorías, ahora tiene 12 y tres grandes clases. Se supone que la categoría songbun de una persona puede ser modificada de acuerdo a las acciones del individuo, pero en realidad, se hereda y prácticamente se mantiene inalterable durante la vida. En el momento de la revolución marcaba como “privilegiados” a los campesinos, obreros, militares e intelectuales del régimen en detrimento de las clases altas, empresarios y comerciantes que se los consideraba “pro japoneses” e “irrecuperables”. La nueva clase dominante pasó a denominarse haeksim, los más leales al régimen y a la figura del líder. Tienen todos los privilegios de educación, empleo, vivienda, atención médica y provisión de alimentos. Muchos de ellos pueden viajar fuera del país y ocupan los puestos de poder dentro del régimen. A esta clase pertenece toda la élite militar, económica e intelectual. La siguiente clase es la dongyo, que está compuesta por leales, pero considerados políticamente “tibios”. Son, en su gran mayoría, empleados del Estado, profesores de escuelas y universidades y trabajadores calificados. Tienen la obligación de asistir a constantes clases de ideologización. Y, por último, están los choktae u hostiles. Considerados “desleales”, “antirevolucionarios” y “elementos impuros”. Son discriminados en casi todos los estamentos de la sociedad. A esta clase pertenecen los descendientes de las antiguas familias ricas, los familiares de desertores, acusados de algún crimen, o personas calificadas como de “lealtad insuficiente”. La policía mantiene un minucioso registro de cada ciudadano con las calificaciones que determinan a que songbun pertenecen. Se supone que se revisan cada dos años, pero no hay registros de movilidad social. Es impensable que alguien de las categorías superiores se vaya a casar con alguien choktae.
Las mismas fuentes de inteligencia que informaron hace dos años que Kim era una persona que padece varias enfermedades, ahora aseguran que “está o estuvo muy grave” y se recupera en una villa en las montañas al norte de Pyongyang. La salud del líder fue monitoreada durante el primer encuentro que tuvo con su par, el presidente de Corea del Sur. Mostró muchas dificultades para caminar y para respirar. “Exhaló 35 veces en 42 segundos”, determinaron los agentes en ese momento. “Se debe a su contextura desproporcionada por la gordura y por su hábito de fumar. Mide 1,70 y pesa cerca de 150 kilos. Es muy probable que sufra de diabetes y también tenga artritis en las rodillas. A su vez, todo esto lleva a problemas de corazón”, fue la conclusión de los médicos revelada por Anna Fifield, la corresponsal del Washington Post en Beijing, en su libro The great successor. De acuerdo con el Daily NK, Kim fue operado del corazón en el hospital de Hyang San, que fue construido en 1994 especialmente para tratar al líder y su familia. El cirujano que dirigió la operación es un especialista de otro hospital, el Kim Man Yoo de Pyongyang, quien fue enviado hace una década a Alemania para su entrenamiento.
Obviamente, con esta situación, se abrió la puerta para las especulaciones sobre la posible sucesión de Kim Jong-un. Y ahí aparece todo mucho más confuso. Se supone que por el sistema de songbun debe ser otro miembro de la familia Kim, particularmente un hijo varón del líder. ¿Tiene hijos? Según Cheong Seong-chang, un analista senior del Instituto Sejong en Seúl, sí tiene más de uno. Poco después de que Corea del Norte confirmara en 2012 que Ri Sol Ju era la esposa de Kim y la primera dama de Corea del Norte, Cheong dijo a The Korea Times que los dos se habían casado en 2009 y que había dado a luz a un hijo en 2010. Las desapariciones ocasionales de Ri de la vista pública lanzaron varias veces rumores de embarazo, pero no tuvieron cobfirmaciones oficiales. Algunos expertos, como el fundador del blog Corea del Norte Leadership Watch, Michael Madden, han expresado escepticismo respecto de los hallazgos de Cheong y otros informes sobre los supuestos hijos de Kim. Cree que si hubiera nacido un sucesor se habría difundido como una gran noticia. Las informaciones sobre otro niño vinieron de una fuente particularmente inesperada. La ex estrella de la NBA Dennis Rodman entabló una amistad con el líder norcoreano durante un viaje de exhibición de baloncesto en febrero de 2013. Cuando Rodman regresó de un segundo viaje a Corea del Norte ese mismo año, afirmó haber conocido a la hija de la pareja presidencial, de la que nunca antes se había escuchado. “Sujeté a su bebé Ju Ae y también hablé con Ri”, dijo Rodman a The Guardian, alabando las habilidades de crianza del líder norcoreano. “Es un buen padre y tiene una familia hermosa”. En agosto de 2017, las noticias sobre otro niño, potencialmente un tercero, se difundieron, basadas nuevamente en informes de inteligencia surcoreanos. Los espías no pudieron confirmar el nombre, fecha de nacimiento o sexo del supuesto bebé, pero poco después respaldaron la versión de Cheong de que un hijo había nacido en 2010, informó el Times de Londres. De todos modos, cualquiera de estos niños –si es que existen- serían muy pequeños como para asumir una responsabilidad de gobierno.
Y es ahí donde aparece la que se intuye desde hace años es el verdadero poder en la sombra, Kim Yo-jong, la hermana del líder quien lo representó en forma sorpresiva al encabezar a los atletas norcoreanos en las olimpíadas que se realizaron en su vecino del sur. Se trata de una chica de 32 años, supuestamente muy bien formada culturalmente, que comenzó a aparecer al lado de su hermano en ceremonias de todo tipo, incluso con militares, algo inédito para la cultura norcoreana. Convivieron varios años en la adolescencia y primera juventud en Berna, Suiza, donde asistieron en forma clandestina a la exclusiva escuela Liebefeld-Steinhölzli y habitaron un modesto departamento cercano. Estaban anotados en la escuela con nombres supuestos y Kim llamaba a su hermana “princesa Yo Jong”. Regresaron juntos a Pyongyang en el 2000 o 2001 y ella fue a estudiar Ciencias Políticas a la Universidad Kim Il Sung. La primera foto que se conoció de esta mujer menuda con un rostro agradable fue cuando asistió al funeral de su padre Kim Jong Ill en 2011. Se la veía muy joven vestida como una anciana. Continúa con ese estilo, aunque bastante más aggiornado. Siempre viste trajecitos grises o negros. Usa poco o nada de maquillaje. Su tía, Kim Kyong-hui, es su mentora en los entreveros del poder. Kyong desapareció de escena en 2013 cuando su esposo, el general Jang Song-thaek, fue ejecutado por supuestamente conspirar contra Kim Jong-un. Desde entonces, la “princesa” Yo Jong se convirtió en una integrante del poderosos politburó del partido y está a cargo de la promoción de la imagen de su hermano.
Al igual que con muchas otras figuras en el oscuro liderazgo norcoreano, poco más se sabe sobre “la princesa” Kim Yo-jong. Informaciones provenientes de Japón dicen que está casada con un funcionario de finanzas, hijo del poderoso general Choe Ryong-hae, y que tienen al menos un hijo. Otro informe asegura que se enamoró de un guardaespaldas y dejó a su marido. Y otra dice que es soltera y sin hijos. En algunas fotografías aparece con un anillo de casada en su dedo anular. Más allá de eso, no podemos estar seguros de nada.
Lo más lógico sería que en el caso de que Kim Jong-un no pueda ejercer su cargo, “la princesa” Yo Jong se convierta en la tutora del heredero, presumiblemente el hijo mayor varón de su hermano, y tenga el poder absoluto hasta que su sobrino llegue a la mayoría de edad. Pero nada es lógico en la enigmática Corea del Norte. Y Kim podría aparecer cualquiera de estos días rozagante, montando su extraordinario caballo blanco y yendo a lanzar otro misil.
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