De a poco China va volviendo a la normalidad luego del fuerte impacto que tuvo el coronavirus entre los meses de enero y marzo. Pese a estos esfuerzos, las autoridades mantienen estrictas medidas sanitarias para evitar la propagación del brote. Sobre todo en Wuhan, epicentro de la pandemia.
El diario español ABC narró cómo es la increíble experiencia de viajar en tren desde Beijing hasta Wuhan en medio de las extremas medidas de seguridad. “Salir de Wuhan en dirección a Beijing es más difícil que entrar”, asegura el corresponsal de ese medio.
Solo mil pasajeros pueden viajar por día en los únicos dos trenes de alta velocidad que conectan ambas ciudades. Para poder abordar el tren, las personas deben respetar una serie de requisitos.
En primer lugar, la semana previa los viajeros deben realizarse la prueba del coronavirus. Una vez que tienen el resultado, deben tener verde su código QR en el teléfono móvil para acreditar que no están infectados.
En la estación de Wuhan los pasajeros son enviados a una puerta reservada para ellos para evitar que se mezclen con otros. Allí son revisados por policías y autoridades sanitarias vestidas con trajes blancos de protección. A los viajeros les toman la temperatura y certifican la información enviada a una aplicación para solicitar la cuarentena en casa o en un hotel designado por el gobierno chino.
Las autoridades también controlan los frascos de alcohol y hasta las toallas húmedas de los pasajeros.
El uso de mascarillas es obligatorio. Sin embargo, mucha gente extrema la precaución y llevan puestos guantes de látex, gafas protectoras y gorras. Algunos, incluso, utilizan los trajes de protección.
En el tren, que viaja a 300 kilómetros por hora, los viajeros deben mantener un asiento libre para estar separados del resto. Los revisores instalados toman la temperatura dos veces en las seis horas que dura el trayecto entre ambas ciudades.
Pese a haber completado la cuarentena en Wuhan, las personas también deben permanecer confinadas por dos semanas en la capital china.
Al arribar a la estación de Beijing, las autoridades a través de altavoces separan a los pasajeros “por distritos”. “Tras comprobar que los datos son correctos, los llevan a los autobuses que esperan en el aparcamiento, que nos van repartiendo por la ciudad”, señala ABC.
En cada distrito, los pasajeros son revisados por funcionarios con monos blancos, quienes se encargan de registrar las llegadas tomando fotos del pasaporte y del billete de tren. Además del transporte gratuito, los funcionarios ayudan a los viajeros a llevar el equipaje y les entregan una bolsa con comida para hacer frente a la cuarentena de dos semanas.
Antes de entrar a su domicilio, las personas deben “firmar y estampar el dedo índice en varios certificados prometiendo el cumplimiento de dos semanas de cuarentena”. Para evitar que incumplan con el confinamiento, las autoridades instalan un sensor en la puerta.
China, en el centro de las críticas
Países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido han cuestionado el accionar del régimen chino desde el inicio del brote.
Londres advirtió que el gigante asiático deberá responder “preguntas difíciles” tras la crisis sobre la propagación del coronavirus, mientras que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, consideró que en China “pasaron cosas que desconocemos”.
La falta de transparencia de Beijing también ha sido un tema que ha estado en el centro de la agenda de Estados Unidos. Además de cuestionar sus cifras, la administración de Donald Trump -a través del Presidente y el secretario de Estado, Mike Pompeo- indicó que está llevando a cabo “una investigación exhaustiva sobre (...) cómo el virus se propagó, contaminó el mundo y provocó tal tragedia”.
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