“Deberán continuar el confinamiento", sentenció el miércoles pasado Jean-François Delfraissy, presidente del consejo científico que asesora a Emmanuel Macron en la pandemia por coronavirus, en referencia a la situación de los mayores de 65 años y personas con patologías graves en los días posteriores a la reducción de la cuarentena prevista para el 11 de mayo en Francia. "Por cuánto tiempo, no lo sé, quizás habrá que esperar a que haya un tratamiento preventivo”, continuó sin optimismo el inmunólogo ante el comité legislativo del Senado.
El anuncio no tardó en causar estupor e indignación en intelectuales, abogados, expertos en medicina y ciudadanos comunes a lo largo de toda Francia que se lanzaron a criticar duramente la medida desde un punto de vista médico, ético y hasta jurídico.
A pesar de que las más de 18 millones de personas a las que alcanzaría la orden-en su mayoría adultos mayores, entre los cuales también se encuentra Delfraissy- son la población más vulnerable ante la pandemia de COVID-19, que acumula un saldo de más de 19 mil muertes en Francia, el economista, analista político y empresario francés cercano a Macron, Alain Minc, llegó a advertir de una potencial “rebelión de las canas”.
Antes esa escalada, Macron, en un intento de calmar los ánimos, señaló que “no quiere discriminar” a los ancianos, que no se tratará de una medida obligatoria y que “apelará a la responsabilidad individual” de cada uno. Sin embargo, ante la falta de definiciones del mandatario, el debate y la polémica sobre la estrategia que aplicará el Gobierno para ese amplio segmento de la población -en medio del desconfinamiento de 67 millones de personas- siguen abiertos.
El diario francés Le Figaro fue uno de los primero en criticar la medida y aseguró que los jubilados franceses sienten “ira” y están “molestos por sentirse infantilizados y discriminados". Desde sus páginas, la psicóloga y autora Marie Hennezel, de 73 años, calificó esta barrera de edad “tan arbitraria como injusta, discriminatoria y anticonstitucional” y reclamó un “debate ético” sobre el tema.
Minc se refirió incluso a "un arresto domiciliario para ancianos”. “Los textos ambiguos para las libertades civiles ya han pasado. Un confinamiento por grupos de edad sería la gota que colma el vaso”, dijo. “¿Son los ancianos más contagiosos? No, no lo son. ¿Son los ancianos más vulnerables a Covid-19? Sí, pero es su libertad correr el riesgo. El único argumento válido para justificar el confinamiento de los mayores de 70 años podría ser el deseo de no obstruir las unidades de cuidados intensivos. Pero adoptar medidas relacionadas con la edad sería una negación de la propia filosofía francesa”, afirmó.
Fue incluso la célebre filósofa y ensayista francesa Simone de Beauvoir quien sentó postura en 1970 sobre el trato a los adultos mayores que ya no “rinden” productivamente en la sociedad de consumo actual y son plausibles de ser “descartados”. “Los viejos, que no constituyen ninguna fuerza económica, no tienen los medios de hacer valer sus derechos. (…) Es posible, pues, negarles sin escrúpulos ese mínimo que se considera necesario para llevar una vida humana”, escribió la autora en su libro La vejez. Ese “mínimo” sería en este caso nada menos que su libertad.
“La constitución de un grupo de edad, culpable de haber nacido a mediados del siglo XX, como chivo expiatorio de la nación es una de esas ideas absurdas diseñadas para apaciguar nuestra angustia”, sentenció en ese sentido el novelista Pascal Bruckner, autor de Una breve eternidad. Filosofía de la longevidad, que afirmó incluso que el re-confinamiento por tiempo indeterminado de los ancianos “es inconstitucional y rompe el principio de igualdad”.
Ese aspecto jurídico del anuncio fue también fuertemente revisado en los últimos días. “La idea de pedir a las personas frágiles que no salgan de sus casas es comprensible, pero convertir una estadística de salud en una ley plantea verdaderas dificultades jurídicas”, aseguró el constitucionalista Didier Maus, que señaló también los riesgos de “discriminación” y de “interferencia desproporcionada en la libertad de ir y venir”.
La Academia de Medicina denunció en tanto una “amalgama” entre las personas mayores, las personas con discapacidades y las personas afectadas por enfermedades crónicas. “¿Es mejor tomar un riesgo controlado respetando los gestos que son barreras para vivir con los demás, o languidecer en una soledad desesperada? Esta elección es de todos”, insistió la institución, que consideró que imponer a los ancianos el confinamiento “en nombre de su propia protección” es una “tentación simplista”.
“La sociedad de consumo, observa [Herbert] Marcuse, ha sustituido la conciencia desdichada por una conciencia feliz y reprueba todo sentimiento de culpa. Hay que perturbar su tranquilidad. Con respecto a las personas de edad, es no sólo culpable sino criminal”, señalaba contundente Beauvoir en su ensayo hace 50 años sobre la vejez, apoyada en la teoría del sociólogo alemán-estadounidense. “Escudada en los mitos de la expansión y la abundancia, trata a los ancianos como parias. (…) Para conciliar esta barbarie con la moral humanista que profesa, la clase dominante toma la postura cómoda de no considerarlos como hombres; si se escuchara su voz habría que reconocer que es una voz humana. Yo obligaré a mis lectores a escucharla”, reclamaba.
La polémica generó expectativa ante las declaraciones que hará este domingo el primer ministro francés, Édouard Philippe, quien tiene previsto pronunciarse junto con el ministro de Sanidad, Olivier Véran. El desconfinamiento previsto para el 11 de mayo, sin embargo, sólo será posible, en palabras de Delfraissy, si se cumplen una serie de condiciones. “Si tenemos que retrasarnos unos días porque no estamos preparados, tendremos que retrasarnos unos días”, advirtió.
Una polémica global
El debate por la estrategia de desconfinamiento de los adultos mayores, sin embargo, no es sólo un asunto francés y la discusión aún se replica en varios países de Europa y América Latina.
En Reino Unido, por ejemplo, -donde la pandemia acumula ya más de 15 mil muertos y está en su pico- el gobierno británico elaboró “la estrategia del semáforo” para levantar el confinamiento. La roja, la tercera y última etapa y la que ha generado mayor controversia, pretende prolongar la cuarentena para la población de riesgo durante meses, más concretamente hasta que exista una vacuna, lo que podría obligarlos a permanecer en cuarentena hasta el año próximo.
En sentido contrario, Angela Merkel sentó este fin de semana una posición contundente respecto a esta alternativa. “Encerrar a nuestros mayores como estrategia de salida a la normalidad es inaceptable desde el punto de vista ético y moral”, declaró la canciller alemana, citada por la corresponsal en ese país del diario El Mundo.
En el hemisferio Sur, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intentó durante esta semana establecer que todos los mayores de 70 años deban tramitar una autorización especial para salir a la calle que solo tendrá validez para un día determinado.
“Es una medida anacrónica. Son teorías del viejismo superadas que no sirven de nada y que tienden a generar la violación de la norma”, señaló el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino. “El adulto mayor no es un débil mental”, disparó sobre la medida que también cosechó críticas de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría y la ensayista argentina Beatriz Sarlo, que lo definió como “un estado de sitio selectivo”. Finalmente, el gobierno porteño debió retroceder con la medida y aclaró que no habrá multas ni sanciones. "Si encontramos en la calle a un adulto mayor sin el permiso le vamos a pedir que vuelva a su casa, solo eso”, indicaron tras la contundente reacción negativa.
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