Coronavirus en los países “perfectos”: cómo enfrentan los escandinavos una crisis inusual

Tienen estándares de vida inalcanzables para la mayor parte del mundo, estabilidad política y sistemas de salud pública envidiables. Eso no los hizo esquivar la pandemia, pero la afrontaron con su propio estilo y ya comienzan a pensar en el día después

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Una mujer sentada con una
Una mujer sentada con una copa de vino en una mesa fuera de un restaurante en Estocolmo, Suecia, el 17 de abril de 2020. (Stina Stjernkvist / Agencia de Noticias TT/via REUTERS)

Hay países tan habituados a atravesar crisis que las personas de cierta edad perdieron la cuenta de la cantidad de recesiones, escándalos políticos y caídas de gobiernos que vieron a lo largo de su vida. En América Latina, África y Asia sobran los ejemplos, pero en Estados Unidos y en buena parte de Europa tampoco están inmunizados contra las crisis.

Sin embargo, hay una región que alcanzó una combinación casi perfecta de prosperidad, bienestar social, libertad y estabilidad política, que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo. Es la que componen los países nórdicos: Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia, junto a entidades autónomas como Islas Feroe y Groenlandia.

Un letrero dentro de un
Un letrero dentro de un autobús indica a los pasajeros subir por la entrada trasera para proteger a los conductores del coronavirus, en Malmö, Suecia, el 17 de abril de 2020. (Johan Nilsson/ Agencia de Noticias TT/vía REUTERS)

Ubicadas en el extremo norte de Europa, en torno a la península escandinava, estas naciones son herederas de los pueblos nórdicos, que se hicieron conocidos en todo el continente a partir del siglo VIII, por las invasiones vikingas. Con sus singularidades, pero unidas por una cultura y una historia común, construyeron tal vez el modelo político, económico y social más exitoso que se haya conocido, que enfrentará ahora su mayor desafío, con toda la humanidad sumergiéndose en una crisis sin precedentes.

Tan extraordinario e incierto es el escenario que abrió la pandemia de coronavirus que los países nórdicos, usualmente homogéneos entre sí, reaccionaron de manera muy heterogénea. Suecia, que es el más poblado de los cinco, con 10,2 millones de habitantes, decidió ir a contramano de casi todo el mundo, aplicando el enfoque menos restrictivo de Europa. Los otros cuatro, en cambio, respondieron en línea con sus vecinos del sur. Los resultados de largo plazo de cada abordaje pueden ser fundamentales en el futuro, para entender cuál es la manera más inteligente de afrontar un evento de estas características.

Un experimento natural

Entre los cinco países nórdicos suman 32.664 casos positivos de coronavirus y 1.988 muertes. El nivel de contagio y la mortalidad es bastante menor que, por ejemplo, en Holanda, que registra 29.383 infectados y 3.327 decesos, pero con una población de 17,2 millones de habitantes, frente a los casi 27 millones que juntan los nórdicos.

La diferencia sería aún mayor si se apartara a Suecia, que concentra poco menos de la mitad de los casos (13.216) y la gran mayoría de las muertes (1.400). La tasa de letalidad del virus en el país está entre las más altas del mundo: es 10,6%, cercana al 13,1% de Italia. Claro que la mortalidad cada 100.000 habitantes es muy inferior: 13 contra 36.

El caso sueco es seguido con atención por su osadía, que muchos califican de negligencia. Las escuelas primarias, los restaurantes, los bares y las peluquerías siguen abiertas. Cerraron las universidades y los colegios secundarios, y los eventos masivos fueron cancelados, pero todavía es posible reunirse en grupos de hasta 50 personas. Si bien el Gobierno pidió a los ciudadanos que eviten los traslados, no está prohibido moverse de una ciudad a otra.

Anders Tegnell, jefe de Epidemiología de Suecia, considera que las cuarentenas totales como las que implementó la mayoría de los países, son insostenibles en el tiempo. “Es importante tener una política que pueda mantenerse durante un período más largo, lo que significa quedarse en casa si estás enfermo, que es nuestro mensaje (...) Encerrar a la gente no funcionará a largo plazo. Tarde o temprano va a salir igual”, dijo días atrás, citado por Reuters.

Las autoridades sanitarias insisten en que se respeten las pautas de distanciamiento social y gran parte de la fuerza laboral está trabajando desde de la casa. Pero se busca que los ciudadanos actúen voluntariamente, no coaccionados.

“Hay una autora (Elisabeth Åsbrink) que ha sugerido que Suecia está ‘dañada por la paz’. Ella sostiene que, al no haber sido impactados por una guerra ni por ningún otro evento catastrófico durante siglos, los suecos piensan que nada malo les puede pasar y que el gobierno, que tiene una gran confianza en general, es capaz de arreglar episodios desafiantes”, dijo a Infobae Svenn-Erik Mamelund, jefe del Grupo de Investigación sobre la Demografía de Pandemias Históricas de la Universidad Metropolitana de Oslo.

El Primer Ministro sueco Stefan
El Primer Ministro sueco Stefan Lofven habla durante una conferencia de prensa sobre la situación del coronavirus en Estocolmo, el 16 de abril de 2020. (Agencia de Noticias TT/Ali Lorestani vía REUTERS)

De todos modos, en las últimas horas el Gobierno dio señales de que podría cambiar de estrategia. Ante las crecientes críticas de una parte de la comunidad médica y de la opinión pública, el Parlamento le concedió este jueves poderes especiales al primer ministro Stefan Löfven, que lo habilitan a tomar medidas como el cierre de comercios.

Los otros cuatro nórdicos eligieron un camino diferente y, por ahora, están teniendo otros resultados. Dinamarca, con 7.268 casos positivos y 336 fallecidos, tiene tasas de letalidad y mortalidad de 4,6% y 6 cada 100.000. Noruega, con 6.937 contagiados y 161 muertos, está en 2,3% y 3. Finlandia, con 3.489 infectados y 82 decesos, promedia 2,4% y 1,5. Islandia, con 1.754 casos y 9 muertes, está en 0,5% y 2,5.

Dinamarca se posicionó como uno de los primeros países europeos en actuar aún teniendo pocos casos. El 12 de marzo cerró las escuelas y los comercios no esenciales, e impuso restricciones mucho más severas al movimiento de sus ciudadanos.

Una lección de música al
Una lección de música al aire libre en la escuela Korshoejskolen, después de que ésta reabriera tras el cierre debido a la propagación de coronavirus en Randers, Dinamarca, el 15 de abril de 2020. (Ritzau Scanpix/Bo Amstrup vía REUTERS)

No obstante, también fue pionero en la reapertura del país. Este miércoles volvió a recibir alumnos una parte de los colegios, primer paso de una serie que apunta a ir regresando a una nueva normalidad, que incluye la adaptación de las instalaciones para que se pueda respetar la distancia social. El objetivo es que todas las escuelas estén abiertas el 20 de abril.

Noruega está yendo en la misma dirección. También ordenó las medidas de aislamiento el 12 de marzo y se prepara para ir aliviándolas. Los jardines de infantes reabrirán la semana que viene y las escuelas, a partir del 27 de abril.

En Finlandia, las instituciones educativas y las librerías permanecerán cerradas hasta el 13 de mayo, y los restaurantes y los bares, hasta el 31. Pero el gobierno de Sanna Marin, la primera ministra mujer más joven del mundo (34 años), levantó una de las medidas más duras implementadas para contener la pandemia: el bloqueo de la región Uusimaa, donde se encuentra la capital, Helsinki. Como era el principal foco infeccioso, el 28 de marzo se había impuesto su cierre temporal, para impedir la propagación del virus a todo el país.

La Primera Ministra Mette Frederiksen
La Primera Ministra Mette Frederiksen da una conferencia de prensa sobre el brote de coronavirus en Copenhague, Dinamarca, el 10 Marzo de 2020 (Foto de Francis Dean/Shutterstock (10579212z)

“En Finlandia, el Gobierno ha asumido visiblemente la responsabilidad de las restricciones, aprobando una ley de emergencia, y teniendo en cuenta los consejos del Instituto Finlandés de Salud y Bienestar. En Suecia confían en el consejo experto del destacado epidemiólogo Anders Tegnell, pero negociando también con sindicatos y con economistas. Tal vez haya una diferencia cultural en cuanto a la toma de decisiones, de modo que en Finlandia se favorece la acción en lugar de la negociación”, explicó la socióloga Terhi Esko, investigadora de la Universidad de Tampere, consultada por Infobae.

En Islandia, las restricciones se extenderán hasta mayo. El 4 volverán a abrir las escuelas secundarias, las universidades, las peluquerías y los museos, y la cantidad máxima de asistentes a una reunión social subirá de 20 a 50. Un poco más tendrán que esperar bares y restaurantes.

Pero lo curioso de este país insular de 364.000 habitantes es que implementó un agresivo programa de testeos, que ya alcanzó al 10% de su población. Como no solo realizó pruebas sobre las personas con síntomas, comprobó que la mitad de los contagiados con coronavirus son asintomáticos.

Camas para personas sin techo
Camas para personas sin techo dispuestas para proporcionar la distancia necesaria para reducir el riesgo de infección por coronavirus en el gimnasio de la Escuela Uranienborg en Oslo, Noruega, el 25 de marzo de 2020 (Heiko Junge /NTB Scanpix/via REUTERS)

“Los países nórdicos son culturalmente muy similares. Tienen sistemas de bienestar generosos, una atención sanitaria bien desarrollada y un alto nivel de confianza entre sus ciudadanos. Por lo tanto, es interesante observar cuán diferente ha sido la reacción a la crisis del Covid-19. Dinamarca y mi propio país, Noruega, se apresuraron a implementar una cuarentena laboral y escolar, y a cerrar sus fronteras. En cambio, Suecia ha elegido un enfoque más relajado. Es la base de un experimento natural perfecto”, dijo a Infobae Terje Andreas Eikemo, profesor de sociología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología y líder del Centro de Investigación de Desigualdades en la Salud Global.

Cuando se quiere ver el efecto de una droga en un laboratorio, se toman dos muestras exactamente iguales de una misma población. A una se le suministra el tratamiento y a la otra un placebo, para garantizar que la diferencia en los efectos se deba a la droga y no a otro factor. Cuando eso no es posible, se acude a un experimento natural. Esto es lo que están haciendo los países nórdicos, aunque sin proponérselo, claro.

Como son muy parecidos, pero Suecia está aplicando un tratamiento diferente de los otros cuatro, habría que esperar que la diferencia en los resultados que obtenga cada uno se deba a su estrategia, y no a otras causas. Una interpretación rápida de los contagios y las muertes llevaría a concluir que el enfoque sueco es más pernicioso. Pero la interpretación cambia cuando se comparan esos datos con los promedios históricos en esta época del año.

Erna Solberg, primera ministra de
Erna Solberg, primera ministra de Noruega, en una conferencia de prensa el 14 de febrero de 2020 (REUTERS/ Andreas Gebert/File Photo)

“Las estadísticas sobre la mortalidad por Covid-19 son difíciles de interpretar, ya que muchos de los muertos registrados también tenían otras afecciones muy graves. Entonces, es mejor mirar la mortalidad de cada semana por todas las causas. Y se puede ver que en Suecia, en las últimas semanas, no ha sido mayor que en la grave epidemia de gripe del invierno de 2017-2018. Suecia tiene inviernos fríos y es bastante frecuente que las muertes superen las 20 cada 100.000 habitantes. Lo mismo ocurre con los otros países nórdicos, aunque con una tasa mucho más baja”, sostuvo Finn Diderichsen, profesor emérito del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Copenhague, en diálogo con Infobae.

Por otro lado, esta es una batalla de largo aliento, así que es muy temprano para sacar conclusiones definitivas. Muchos temen que en Dinamarca, Finlandia y Noruega se produzca un rebrote luego de la incipiente normalización, dado que hay muy pocas personas inmunes. Y es posible que los efectos psicológicos y económicos sean mayores que en Suecia, donde la vida social sufrió alteraciones menos bruscas.

“Es demasiado pronto para concluir qué país ha elegido la mejor o la peor estrategia —dijo Eikemo—. Evidentemente, Suecia es el que más está sufriendo en estos momentos, pero a largo plazo puede experimentar menores pérdidas sanitarias debido a otros factores, como el aislamiento y el desempleo”.

La policía comprueba los documentos
La policía comprueba los documentos de los conductores en un puesto de control de tráfico, tras el bloqueo de todas las rutas que conectan a Helsinki con el resto del país, en Raasepori, Finlandia, el 3 de abril de 2020 (Lehtikuva/Markku Ulander vía REUTERS).

La crisis en los países sin crisis

Cuando se levanta un poco la lupa, las diferencias entre los abordajes elegidos por los cinco países de la región se diluyen un poco y asoma aquello que los distingue del resto de Europa. Para empezar, porque ni Dinamarca ni Finlandia, quizás los que ejecutaron medidas más restrictivas, se acercan a lo que hicieron Italia o España.

Si bien hay en todos una conciencia clara de la gravedad de la crisis sanitaria, ninguno llegó al punto de prohibirle a sus ciudadanos salir a la calle, bajo amenaza de arrestarlos por ir a caminar sin motivo. Son naciones muy igualitarias, en las que los poderosos son bastante menos poderosos que en el resto del mundo, y donde no se acepta fácilmente que los gobiernos limiten las libertades individuales.

En todos apelan mucho a persuadir a los ciudadanos, más que a ordenarles. Y suponen que van a actuar responsablemente, asumiendo el riesgo de que siempre va a haber algunos que no. Eso podría ser peligroso ante una pandemia de estas características, lo que lleva a muchos sanitaristas a decir que lo más seguro es imponer las mayores restricciones posibles, aunque sean exageradas. Pero ni siquiera en Suecia, claramente el menos restrictivo, el nivel de mortalidad se acerca al de los países europeos más afectados, que apelaron a políticas más duras.

La Ministra del Interior Maria
La Ministra del Interior Maria Ohisalo (izquierda), la Primera Ministra Sanna Marin y la Ministra de Justicia Anna-Maja Henriksson (derecha) asisten a una conferencia de prensa en Helsinki, Finlandia, el 15 de abril de 2020. (Markku Ulander/Lehtikuva/via REUTERS)

“Italia, España, Bélgica e Inglaterra tienen una mortalidad muy superior. Hay al menos cuatro causas importantes detrás. La población en Italia es mayor: 23% tiene más de 65 años, comparado con menos de 20% en los otros países de la UE. La proporción de fumadores es del 10% en Noruega y Suecia, comparada con el 20% en Italia y España, así que hay mayor comorbilidad. Mucha más gente que en Escandinavia vive en familias extensas y en hogares grandes, lo que significa que incluso bajo encierro la transmisión puede continuar. Cuarto, Italia, España e Inglaterra tienen un servicio de salud más vulnerable. Después de muchos años de austeridad, la inversión se ha reducido a aproximadamente el 60% de lo que representa en los países nórdicos”, explicó Diderichsen.

Aunque sea cierto que los países nórdicos no están acostumbrados a las crisis, probablemente estén mucho más preparados que otros para afrontar una. Una ventaja crucial es que son muy ricos, con productos per cápita que oscilan entre los 50.000 y los 90.000 dólares, frente a 35.400 y 32.900 de Italia y España. Eso, junto a una historia de responsabilidad fiscal, les permite tener una reserva de recursos que pueden utilizar en tiempos difíciles, para recuperarse mucho más rápido que otros.

La reserva nacional de emergencia finlandesa fue creada y mantenida específicamente porque pensamos que es necesario planificar y estar preparados para las crisis —ejemplificó Esko—. Creo que esta preparación y organización es algo común en los países nórdicos. En general, las estructuras de apoyo a los ciudadanos siguen siendo relativamente buenas, lo que significa que la gente confía en el gobierno, en la policía y en la prensa. Los sistemas sociales y de salud funcionan, por lo que los ciudadanos puede recibir tratamientos y alguna forma de compensación social. Sin embargo, esta crisis ejerce una presión adicional. Dado que se trata de un fenómeno mundial, las soluciones no dependen solo de estos países. Veremos en el largo plazo lo bien que esos estados de bienestar son capaces de soportar la presión y adaptarse a ella”.

Las calles de Reikiavik, vacías
Las calles de Reikiavik, vacías por las medidas de aislamiento dictadas para prevenir la propagación del coronavirus

No solo son naciones ricas, además son muy desarrolladas, con lo que eso significa en términos sanitarios, educativos y organizacionales. Las cinco están entre las 12 con mayor Índice de Desarrollo Humano, un indicador que tiene a Noruega en la cima a nivel mundial. Más allá de tener ahorros y un nivel de salud superior al de la media europea, los habitantes de los países nórdicos cuentan con el respaldo de estados en condiciones de prestar un apoyo económico y social que puede hacer más soportables las penurias que se vienen.

Los noruegos son extremadamente privilegiados por tener un gran fondo petrolero y un estado de bienestar fuerte y bien financiado, que se las arregla bastante bien para amortiguar a los ciudadanos de los efectos negativos de la crisis. Por lo tanto, aunque muchas personas se están quedando sin empleo, recibirán un apoyo económico que ayudará en parte a aliviar las consecuencias sociales y sanitarias negativas. Una economía que hasta hace poco funcionaba muy bien, el alto nivel de los servicios públicos y la calidad de vida en general, son factores que pueden contribuir a que la gente esté mejor preparada para hacer frente a los nuevos desafíos”, dijo a Infobae Vera Skalicka, profesora del Departamento de Psicología de la NTNU.

La Primera Ministra de Islandia,
La Primera Ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, en una conferencia de prensa en Oslo, el 3 de febrero de 2020. NTB (Scanpix/Ole Berg-Rusten vía REUTERS)

Tampoco se puede soslayar que, a pesar de ser una población muy liberal, es también muy disciplinada y aprecia el orden social, lo que facilita a las autoridades la coordinación de cualquier tipo de respuesta. Por supuesto, ayuda mucho a la organización que son comunidades reducidas, compuestas por muchos individuos solos y familias pequeñas, que están muy bien repartidas territorialmente. Estas son algunas de las razones por las que se trata de un modelo que difícilmente podría exportarse con éxito a otras partes del mundo.

“Hay una interacción entre esfuerzos exitosos de prevención en la salud pública, un sistema de atención sanitario de calidad y buenas estrategias de comunicación —continuó Skalicka—. Pero también hay mucha confianza en las autoridades y altos niveles de autocontrol y de respeto de las normas comunes. Al mismo tiempo, el distanciamiento social podría no ser tan problemático porque es poco común que las familias tengan un contacto personal cercano con sus abuelos. Hay una baja densidad de población, incluso en las pocas ciudades. Por último, las personas no socializan tanto como en otras culturas. Para ellas es importante mantener siempre su propio espacio personal y el de los demás”.

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