El uso de la cloroquina en pacientes con coronavirus sigue en el centro de la polémica, luego de que en Brasil suspendieran un ensayo con esa droga antes de tiempo tras la muerte de 11 pacientes. Las víctimas fallecieron tras recibir una alta dosis de cloroquina, en un tratamiento similar al recomendado por las autoridades sanitarias de China, el primer país en proponer la droga como eventual tratamiento de la enfermedad.
A principios de marzo, Beijing recomendó el uso de fosfato de cloroquina, un medicamento ampliamente usado contra la malaria y enfermedades autoinmunes. En ese entonces, las autoridades indicaron que 285 pacientes en estado crítico habían sido tratados con la droga en un hospital de Wuhan, epicentro del brote.
La Comisión de Salud de la Provincia de Guangdong, en el sureste de China, recomienda el uso de cloroquina en pacientes de 18 a 65 años. Para los que pesan más de 50 kilos, la dosis sugerida en esta región es de 500 miligramos dos veces al día por diez días, de acuerdo a un reporte del New York Times.
“La alta dosis que los chinos estaban usando es muy tóxica y mata a más pacientes”, indicó el doctor Marcus Lacerda, uno de los autores del estudio brasileño. “Esa es la razón por la que el estudio se detuvo antes de tiempo”, dijo, añadiendo que el manuscrito estaba siendo revisado por la revista Lancet Global Health.
En el tratamiento desarrollado por las autoridades brasileñas participaron 81 pacientes hospitalizados en la ciudad de Manaos. Cerca de la mitad de las personas sometidas al tratamiento recibieron una dosis de 450 miligramos de cloroquina dos veces al día durante cinco días. Al resto, en tanto, se les prescribió una dosis mayor de 600 miligramos durante 10 días. A los tres días, los científicos comenzaron a notar arritmias cardíacas en los pacientes que tomaban la dosis más alta. Al sexto día de ensayo, 11 pacientes murieron, lo que llevó a los investigadores a terminar inmediatamente las pruebas. A los pacientes también se les administró el antibiótico azitromicina, que conlleva el mismo riesgo cardíaco.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defendió la semana pasada el uso de la cloroquina en pacientes infectados con COVID-19, que se encuentren en fase inicial.
“Tras escuchar médicos, investigadores y jefes de Estado de otros países, pasé a divulgar, en los últimos 40 días, la posibilidad de tratar la enfermedad desde su fase inicial” con cloroquina, dijo el jefe de Estado el pasado 8 de abril, en su quinto mensaje a la ciudadanía desde el inicio de la epidemia en el país, luego de que otros países como Estados Unidos y Francia también aprobaran el uso de la droga.
Desde el ministerio de Salud, no obstante, advirtieron los riesgos de usar cloroquina para combatir el coronavirus. “La cloroquina es una droga indicada en condiciones específicas, pero tiene contraindicaciones. Puede ser tóxica a medio y largo plazo”, explicó el secretario de Vigilancia Sanitaria del Ministerio.
“La cloroquina no es un medicamento para prevenir la enfermedad. Los estudios se siguen realizando. Están siguiendo un rito más mucho rápido del tradicional”, agregó. Pese a esa advertencia, la Agencia Nacional de Vigilancia “liberó la licencia para la investigación con hidroxicloroquina en el hospital israelita Albert Einstein”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, se encuentra observando los ensayos clínicos que se están realizando para dar tratamiento al Covid-19 con la cloroquina e hidroxicloroquina. El organismo sostuvo que hasta la fecha no hay datos suficientes para establecer que estos componentes sirvan para prevenir a las personas del virus.
Con resultados contrastantes alrededor del mundo, el potencial de los antimaláricos para tratar una enfermedad que ya superó los 2 millones de casos positivos sigue en el centro de la polémica. Mientras tanto, se está avanzando a una velocidad sin precedentes en el desarrollo de vacunas, ya que parece improbable que el patógeno infeccioso sea eliminado solo con medidas de contención. La industria farmacéutica espera reducir el tiempo que tarda una vacuna en llegar al mercado, normalmente unos 10 o 15 años, hasta el año próximo.
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