Todos los días hay algún hito relacionado con la pandemia de coronavirus. Primero Italia y España rebasaron a China en la cantidad de muertos. Esta semana lo hicieron Estados Unidos y Francia.
Pero, ¿realmente es así?
Abunda el escepticismo en torno a las cifras de China, alimentado por la forma en que el gobierno chino trató de evitar la propagación de datos alarmantes en los primeros días y por una desconfianza generalizada en el gobierno. Las largas colas de gente que quería recoger las cenizas de sus seres queridos en las casas funerarias la semana pasada revivieron el debate.
No hay dato sólido alguno que revele que el Partido Comunista no está dando las cifras reales. Pero hay razones para pensar que más gente puede haber muerto por el COVID-19 que la que reflejan las cifras oficiales, que eran de 3.322 fallecidos hasta este viernes por la noche. Lo mismo se puede decir del total de contagios, que es de 82.464. Estados Unidos, Italia y España ya rebasaron esa cifra.
Es de notar, no obstante, que en todos los países es casi imposible dar una cifra precisa de las víctimas de un mal que desborda la capacidad de respuesta de los gobiernos.
“Hay que entender que estas cifras -ya sean de China, Italia, Singapur o Estados Unidos- no son exactas. Son subestimaciones de la cantidad real de infecciones”, dijo Hsu Li Yang, director del programa de enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional de Singapur.
MUERTES: LAS URNAS FUNERARIAS
China trató de hacerle pruebas a todas las personas posibles. Algunos días había más sospechas de contagio -personas con síntomas pero que no se sometieron a exámenes- que casos confirmados.
Quienes fallecieron antes de someterse a pruebas no figuran en la lista oficial. Y no está claro cuántos fueron. Un médico no identificado declaró a la revista china Xaixin que la cifra de muertes de personas que se sospecha tenían el virus fue casi tan alta como la de muertes por casos confirmados durante un período de 20 días.
Mucha gente murió en su casa, sin ser examinada, porque los hospitales no tenían suficientes camas para admitirlos.
La sospecha de que las cifras de China no son exactas no es nueva, pero se renovó luego de que cantidades de personas hicieron cola en Wuhan, el epicentro del brote, cuando comenzó a entregar las cenizas de los muertos, y por la cantidad de urnas que estaban siendo enviadas a las casas funerarias. Hasta el martes la cifra de muertos por el virus era de 2.553 en Wuhan, ciudad de 11 millones de habitantes.
INFECCIONES: CUANDO UN CERO NO ES UN CERO
En las dos últimas semanas casi no se reportaron nuevos casos en Wuhan. Es un descenso notable en una ciudad que registraba miles de casos nuevos diariamente hasta mediados de febrero y cientos a principios de marzo.
Pero China decidió tempranamente dejar de incluir en su cuenta a quienes daban positivo en las pruebas pero no tenían síntoma alguno. La Organización Mundial de la Salud pide que se informe acerca de los casos asintomáticos confirmados, pero en brotes grandes los países generalmente no pueden identificarlos.
“Si dan positivo y no tienen síntomas, deben ser contados”, dijo Ian Mackay, de la Universidad de Queensland de Australia, que estudia los virus.
Identificar los casos de COVID-19 es más complejo que llevar la cuenta de las muertes, porque muchas de las infecciones son leves o asintomáticas y no se hacen pruebas, destacó Hsu.
La cantidad de casos asintomáticos depende de capacidad que tiene un país de hacerle pruebas a la gente. Corea del Sur le hizo pruebas a toda persona que estuvo en contacto con alguien a quien se le detectó el virus y aisló a todo aquel que daba positivo. Por ello el porcentaje de infecciones asintomáticas es mucho más alto que en el resto del mundo.
Es posible que China no haya detectado muchos casos asintomáticos al principio porque se daba por satisfecha si podía hacerles pruebas a quienes sí tenían síntomas. Lo mismo pasa en otros países. Estados Unidos se niega a hacerles pruebas a las personas sin síntomas por falta de equipo.
Ahora el tema de los casos asintomáticos cobra fuerza en China porque está suavizando las restricciones al movimiento de personas para reactivar la economía. Ya hubo un caso en la provincia de Henan, al norte de Wuhan, en el que una mujer se contagió el fin de semana pasado tras visitar a una amiga que no tenía síntomas, a la que luego se le detectó el virus.
PROBLEMA DE CREDIBILIDAD
Hace 17 años, China trató de encubrir un brote de SARS, otro coronavirus que se esparció por el mundo. El gobierno es más abierto ahora, pero no puede evitar que se desconfíe de él, tanto dentro como fuera del país.
La desconfianza no responde solo a sus actitudes ante epidemias. Las autoridades tienen un largo historial de mentiras y de supresión de la información sobre desastres industriales y naturales, productos tóxicos y crisis de salud.
Investigadores del exterior dudan también de los informes sobre la economía china, que revelan un crecimiento inusualmente constante para un país en desarrollo. La economía podría ser un 21% más pequeña que lo que refleja la información oficial, de acuerdo con un estudio del 2018 de Yingyao Hu y Jiaxiong Yao, de la Universidad Johns Hopkins.
En China se ha hablado mucho de los esfuerzos del PC y de los sacrificios del personal de los hospitales para enfrentar la crisis y poco del estado de cosas en los hospitales. También se reprendió a trabajadores del campo médico que hacían sonar campanas de alarma. Es una fórmula que genera escepticismo respecto a si el gobierno dice la verdad o no.
Por Ken Moritsugu para Associated Press
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