Con más de 44.000 casos confirmados y más de 2.800 muertes al 30 de marzo, Irán se convirtió en el epicentro del COVID-19 en Medio Oriente. Y por mucha diferencia de contagios del nuevo coronavirus en comparación con sus vecinos: Pakistán tiene 1.690 identificados; Arabia Saudita, 1.463; Qatar, 693; Irak tiene 630; Emiratos Árabes Unidos, 611; Bahrein, 515; Kuwait, 266; Omán, 179, y Afganistán, 170.
Hay varias razones para que eso haya sucedido, que son de conocimiento público: el gobierno trató de ocultar el brote, no se aislaron ciudades ni se cerraron los templos chiítas, se hicieron muy escasos análisis, se politizó la cuestión y se culpó en general a los enemigos del país, entre ellas. Pero Foreign Policy reveló una más, desconocida y que probablemente guarde la clave del contagio descontrolado: la línea aérea Mahan Air.
Se trata de “una aerolínea privada iraní vinculada al ejército ideológico del régimen y sancionada por los Estados Unidos”, la describió Kevjin Lim en su artículo. “Siguió realizando vuelos ininterrumpidos hacia y desde China, incluida Wuhan, muchas semanas después de que la epidemia ya hubiera estallado. Bahram Parsaei, miembro del Parlamento del Irán, señaló recientemente a Mahan Air y a la Organización de Aviación Civil del Irán como los principales sospechosos del devastador brote del país”.
Las sospechas se agudizaron tras una serie de mensajes contradictorios de funcionarios y ejecutivos de Mahan. Por ejemplo, si bien el 31 de enero el gobierno iraní anunció la suspensión de todos los vuelos desde y hacia China, los registros del aeropuerto Khomeini de Teherán y de varios aeropuertos chinos mostraron que la aerolínea siguió volando por una semana más, y entre otros vuelos realizó uno de evacuación de ciudadanos desde Wuhan, la ciudad donde comenzó el brote. “Otros datos muestran que los vuelos continuaron durante marzo”, agregó Foreign Policy.
Aunque es de propiedad privada, Mahan “tiene vínculos con los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC) y su Fuerza Quds, una unidad de inteligencia y operaciones especiales considerada como una organización terrorista por los Estados Unidos y otros gobiernos”. La compañía está entre las sancionadas por el Departamento de Estado por " ayudar al IRGC a transportar armas y personal en apoyo del gobierno de Bashar al-Assad en la brutal guerra civil de Siria".
La información sobre el mantenimiento de los vuelos entre China e Irán durante febrero, a pesar del anuncio gubernamental sobre el cese de la aeronavegación para evitar la propagación del COVID-19, asomó por primera vez en un tuit del embajador chino en Teherán, Chang Hua, quien el 2 de febrero destacó que el director ejecutivo de Mahan Air, Hamid Arabnejad, dijo que quería continuar cooperando con su país. Dos días más tarde la agencia de noticias semioficial Estudiantes Iraníes criticó los vuelos; en un comunicado del 5 de febrero, la aerolínea aseguró que había terminado con las repatriaciones de emergencia desde Wuhan y demás destinos en China.
“Sin embargo, aun luego de esta fecha Mahan Air continuó cubriendo las rutas entre Teherán y cuatro de las ciudades principales de China —Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen— al menos unas 55 veces hasta el 23 de febrero, según un conteo de Radio Farda, de patrocinio estadounidense, realizado sobre datos de Flightradar24”, denunció Foreign Policy. “Incluso el 4 de marzo, dos semanas después de que Irán anunciara sus dos primeras muertes oficiales por COVID-19, Mahan todavía volaba a Beijing y Shanghai, y acababa de reanudar los vuelos directos a Guangzhou y Shenzhen”.
No obstante lo cual, la empresa mintió sobre lo que hacía. Hacia el 20 de febrero dijo que sólo había enviado aviones de carga a China, para brindar ayuda humanitaria. Pero los datos del rastreo muestran vuelos de pasajeros, no de carga. Y dado que Irán comenzaba también a sentir la escasez de barbijos, desinfectante, medicinas y equipo de hospitales, en parte por las sanciones de los Estados Unidos, sería extraño que enviara la ayuda humanitaria que a la vez necesitaba. Porque, si bien había silenciado denuncias sobre el brote del coronavirus en territorio iraní, el presidente Hassan Rouhani había reconocido que el 19 de febrero su gobierno había advertido la llegada del SARS-CoV-2 a Irán, tras dos muertes en Qom.
Pero aunque la situación empeoraba en el país, Mahan continuó volando desde y hacia el centro de la pandemia, “incluidos ocho cargas de equipamiento médico de emergencia desde China”, escribió Lim. El ministro de Carreteras y Desarrollo Urbano, Mohammad Eslami, reconoció también tres vuelos de pasajeros para repatriar iraníes, incluido uno de Wuhan. “Por la falta de kits de análisis y otros suministros, es altamente improbable que las autoridades de aviación y salud pudieran asegurar una desinfección adecuada y un diagnóstico en el arribo”, analizó el texto.
Dado que el ministro de Salud, Alireza Raisi, dijo que los estudios epidemiológicos mostraron que el contagio masivo de COVID-19 en Irán comenzó en Qom, es posible que los aviones disfrazados de carga también hayan regresado a China a trabajadores y estudiantes de la Universidad Internacional Al-Mustafa, de Qom, un centro con unos 40.000 extranjeros. “El presunto vínculo entre los vuelos de Mahan y el inicio del brote en Qom ha cobrado fuerza entre algunos iraníes; algunos incluso dijeron en las redes sociales que una aeronave de Mahan Air había sido atacada con piedras en el aeropuerto de Qom".
El analista de Foreign Policy supone que el affair de la aerolínea revela la enorme dependencia de China que tiene el gobierno iraní, y la necesidad de complacer a Beijing. “La pandemia ha aislado a Irán de un modo que no había podido lograr la presión militar, diplomática y económica”, escribió Lim. “Aun si el comercio bilateral se redujo un tercio entre 2018 y 2019 y las exportaciones de petróleo iraní a China mermaron un 82% entre abril y noviembre de 2019, China sigue siendo el socio comercial y el comprador de petróleo y gas más importante de Irán. Según otro viceministro de Salud, Reza Malekzadeh, entre las razones para la continuidad de los vuelos a China se encontraban las relaciones económicas. Beijing, junto con Rusia, también sigue siendo el patrocinador y protector más importante de Irán, especialmente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
Pero con tantas víctimas locales del coronavirus, esa relación profunda entre Teherán y Beijing podría “socavar la capacidad del régimen para mantenerse en el poder”, concluyó la revista de política internacional. “Ya en los meses recientes se han visto protestas violentas contra el régimen que no tienen precedentes y el resultado electoral parlamentario ha sido el menor en toda la historia post-revolucionaria de Irán”.
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