Un sacerdote de 72 años, enfermo del coronavirus (COVID-19), falleció hace unos días en Italia, luego de que rechazó el respirador que necesitaba para que se lo dieran a un paciente más joven.
Don Giuseppe Berardelli murió el 15 de marzo en un hospital de Lovere, en la diócesis italiana de Bérgamo, la más golpeada por el virus, después de negarse a usar el equipo médico que sus feligreses le habían comprado. Ya el año pasado había tenido problemas de salud.
“Estoy profundamente conmovido por el hecho de que el arcipreste de Casnigo, Don Giuseppe Berardelli, haya renunciado voluntariamente a un respirador que la comunidad le había comprado, para dárselo a alguien más joven que él”, las palabras son de un enfermero de San Giuseppe di Casnigo Rest Home.
Berardelli era una figura querida y bien conocida en la región. Recibió cientos de elogios en las redes sociales cuando comenzaron a surgir las noticias de su aparente sacrificio. “Era un sacerdote que escuchaba a todos, sabía escuchar, quien se dirigía a él sabía que podía contar con su ayuda”, contó al periódico Araberara, Clara Poli, la ex alcaldesa de Fiorano, quién añadió que Berardelli, junto con otro sacerdote, abrió un centro de ayuda en la región para las familias más vulnerables.
Al menos seis sacerdotes, incluido Berardelli, han muerto por el virus en menos de una semana en el norte de la provincia italiana de Bérgamo, con al menos 14 hospitalizados más. La provincia es una de las que más se han visto afectadas por la pandemia. La capacidad de los hospitales se ha visto superada y ha provocado que escaseen los equipos médicos esenciales, como los ventiladores.
“La llegada masiva de pacientes ha sido imposible de manejar”, dijo al Washington Post, Mirco Nacoti, médico del Hospital Papa Giovanni XXIII. “El sistema de salud se ha visto superado por completo. Nadie había vivido una situación así”.
Aunque no se ha aclarado quién fue el paciente que terminó usando el ventilador de Berardelli, el acto podría haber salvado la vida de alguien más joven. Quienes padecen formas severas de COVID-19 generalmente sufren una neumonía que dificulta o imposibilita la respiración.
La escasez de ventiladores se ha hecho evidente en todo el mundo a medida que el virus continúa propagándose. En los Estados Unidos, los casos confirmados superaron las 46,000 el lunes, y el número de casos nuevos aumenta cada día. Los expertos temen que el sistema de salud pronto se vea abrumado y que el número limitado de ventiladores del país pueda plantear serios problemas.
Sin embargo, en Italia no todo son malas noticias. Este lunes 3 de marzo se cumplió el segundo día consecutivo en el que bajaron la cifras de muertos por el coronavirus. Luego de que el sábado se alcanzó el pico de 793 fallecidos, el domingo fueron 651 y este lunes 601. De mantenerse la tendencia, sería una señal positiva del efecto de la cuarentena estricta en la que se encuentra todo el país.
Italia afronta una semana crucial porque debe saber si las restricciones de movimientos y sociales impuestas hace dos semanas -tiempo medio de la incubación del coronavirus- tienen efecto en la pandemia que atraviesa el país.
La región más afectada sigue siendo Lombardía, en el norte, donde han fallecido 3.776 personas y 18.910 siguen enfermas, de estas 8.461 en aislamiento domiciliar, 9.266 hospitalizados con síntomas y 1.183 en cuidados intensivos.
El total de casos confirmados de Covid-19 en el país llega ya a 63.927.
Para contener esta pandemia, el Gobierno italiano ha ido implementando medidas de aislamiento progresivas y el sábado dio un paso más al interrumpir hasta el 3 de abril todas las actividades productivas, excepto las que son esenciales como las de atención médica, agroalimentaria, logística y energía.
Seguirán abiertos los supermercados, las farmacias, parafarmacias, los estancos y quioscos, los servicios bancarios, postales, de aseguradoras y servicios públicos como el transporte.
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