Diferentes investigaciones académicas han intentado medir la magnitud de la pandemia de COVID-19, algo muy difícil porque el nuevo coronavirus no se limita a producir casos con síntomas sino que también se puede contagiar desde personas asintomáticas o pre-sintomáticas. Por eso, por ejemplo, entre el 17 y el 19 de marzo los casos en los Estados Unidos se duplicaron y superaron los 10.000: en realidad hay muchos más casos de los que se informan. Como en todos los países excepto Corea del Sur, la cantidad de kits de análisis disponible y la capacidad de los laboratorios para procesarlos va muy por detrás del avance de la crisis.
Uno de esos trabajos, trató de estimar un porcentaje. ¿Hay que pensar en un 50% más de casos que los que se informan? ¿O en un 500%?
Partiendo de las cifras disponibles en los distintos países y aplicando los valores que permite considerar como más seguros la experiencia de Corea del Sur, proyectó variaciones de magnitud: desde alrededor de 200% hasta más de 1.300%, según los cálculos de Alexander Lachmann, del Centro de Bioinformática de Mount Sinai en la Escuela de Medicina Icahn de Nueva York.
Otro trabajo apuntó hacia una tendencia similar al analizar el ritmo de expansión del SARS-CoV-2 en China antes de la restricción de viajes impuesta el 23 de enero. “Substantial undocumented infection facilitates the rapid dissemination of novel coronavirus” (Importante infección no registrada facilita la diseminación rápida del nuevo coronavirus), de la Universidad de Columbia, Nueva York, en cooperación con Imperial College London y las universidades de California en Davis, Hong Kong y Tsinghua en Beijing, estimó que 86% de los casos existentes de coronavirus no habían sido identificados antes de que Wuhan y otras ciudades muy afectadas fueran aisladas. Eso mismo estaría ocurriendo todavía allí donde no se implementen medidas de contención.
“Este estudio sugiere que el actual registro de casos de COVID-19 está subestimando de manera significativa la verdadera escala de la pandemia”, argumentó Lachmann. “La falta de análisis de laboratorio dificulta las estimaciones de la verdadera tasa de mortalidad y causa una desinformación de magnitud”. Cuanto más son los casos desconocidos, más alta será la proporción de muertos, y por eso no refleja exactamente la capacidad letal del SARS-CoV-2, que se espera que resulte menor a la que se considera actualmente.
El científico de Mount Sinai intentó “aprovechar la información derivada de una subpoblación bien examinada, Corea del Sur”, explicó. “Con laboratorios capaces de procesar 20.000 análisis por día, tiene la cobertura más exacta en comparación con todos los demás países al momento de escribir esto. Al aplicar los parámetros estimados de este país de referencia, el método propuesto puede ajustar los casos globales de COVID-19”.
Ese ajuste reveló una cantidad de casos "significativamente mayor para la mayoría de los países”. Por ejemplo, en el caso de China, el número de contagiados con y sin síntomas creció un 868%: en lugar de los 80.932 casos conocidos, serían 702.518 en total. “Italia tiene una cantidad ajustada de 112.182 casos”, siguió el trabajo, que tiene fecha del 14 de marzo; al 20 de marzo el país registraba más de 47.000 infectados.
En los Estados Unidos, el porcentaje de ajuste podría ser del 279%, en Francia del 217%, en España del 259%. “Irán es el país con el ajuste más sustancial, del 1.363%, por lo cual llega a 154.853 casos."
Desde luego, aclaró el investigador, se trata de cifras que se proyectan a partir de datos de la enfermedad que brindan los países, que pueden procesar las muertes o las hospitalizaciones según criterios distintos, y de cifras de análisis que pueden incluir falsos negativos y otros factores que les restan exactitud. Pero verificó la tendencia y consideró que, además, las variaciones se corresponden con el ritmo en que los distintos lugares enfrentaron el COVID-19: “Países como Italia sólo recientemente han tomado medidas para frenar la propagación del virus”, escribió Lachmann, para ilustrar uno de los porcentajes más altos.
Dos días más tarde, el otro estudio utilizó “observaciones de la infección como se reportó dentro de China junto con datos de movilidad y un modelo dinámico de metapoblación en red” para inferir “características epidemiológicas cruciales asociadas con el SARS-CoV2, incluida la fracción de infecciones no registradas y su capacidad de contagio”.
Escribieron los autores: “Estimamos que el 86% de todas las infecciones no fueron documentadas antes de las restricciones de viaje del 23 de enero. Por persona, la tasa de transmisión desde las infecciones no registradas fue del 55% en comparación con la de las infecciones registradas; sin embargo, debido a que suceden en una mayor cantidad de personas, estas infecciones no documentadas fueron la fuente de transmisión del 79% de los casos documentados". Eso, agregaron, “explica la rápida diseminación geográfica del SARS-CoV2 e indica que la contención de este virus será particularmente desafiante”.
Es decir que aquellos que ignoraban que tenían el coronavirus, porque no manifestaban síntomas, o manifestaban molestias menores, fueron el factor principal que impulsó el contagio exponencial.
“Esta elevada proporción de infecciones no registradas, muchas de las cuales probablemente no eran gravemente sintomáticas, parece haber facilitado la rápida propagación del virus en toda China”, sintetizó el trabajo. Y lo comprobó con un cálculo que imaginaba una situación en la cual sólo pudieran contagiar las personas que habían desarrollado la enfermedad COVID-19: “La supresión de la capacidad de infección de estos casos no registrados en las simulaciones de modelos reduce el número total de casos documentados y la propagación general del SARS-CoV-2”.
Como los resultados sugerían que “la diseminación pre-sintomática puede ser típica entre las infecciones documentadas”, era posible que existiera un peligroso periodo de contagio exponencial, lo cual “potencialmente podría afectar el éxito en el control del brote”. Más aún: “Nuestros hallazgos también indican que se necesitaría un aumento radical de la identificación y el aislamiento de las infecciones hoy no documentadas para controlar plenamente el SARS-CoV2”, agregó el equipo internacional de científicos.
La identificación de los casos —y, mientras tanto, las medidas de salud pública como aislamiento, cuarentena y distancia social— “podría reducir la diseminación”. Eso se lograría al “aumentar las tasas de notificación, reducir la proporción de infecciones no documentadas y disminuir el crecimiento y la propagación de la infección”. La comprobación se dio también en China: tras las medidas que comenzaron el 23 de enero, “los esfuerzos de control del gobierno y la sensibilización de la población han reducido la tasa de propagación del virus”. En la actualidad China ha pasado ya dos días sin presentar casos nuevos.
“La explosión de los casos de COVID-19 en China ha estado impulsada principalmente por individuos con síntomas suaves y limitados o sin síntomas, que pasaron inadvertidos” dijo al sitio de la Universidad de Columbia un coautor de este estudio, Jeffrey Shaman, profesor de Ciencias de la Salud Ambiental. “Dependiendo de su capacidad de contagio y de su cantidad, los casos no detectados pueden exponer a una porción mucho mayor de la población al virus de lo que ocurriría de otra manera". En China, evaluó, hubo muchos transmisores silenciosos. Es difícil que en el resto del mundo sea distinto, por lo cual los portadores asintomáticos y pre-sintomáticos “seguirán presentando un gran desafío para la contención de este brote en el futuro”.
Aunque reconoció el valor de la conciencia de los ciudadanos ante el problema, el respeto de las medidas de protección y las acciones gubernamentales para controlar viajes y movilidad local, "no está claro si será suficiente para detener completamente la propagación del coronavirus”, analizó. “Si sigue el patrón de la gripe pandémica H1N1 de 2009, también se propagará a nivel mundial y se convertirá en un quinto coronavirus endémico dentro de la población humana”.
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