Al tiempo que intenta contener el avance del coronavirus para evitar más contagios y muertes, la comunidad internacional también está redoblando esfuerzos para hacer frente a las fuertes consecuencias económicas que ya está provocando la pandemia.
El golpe que el COVID-19 le está asestando a la economía mundial es generalizado, pero es más duro para ciertos sectores: por el momento, los que más perjudicados se ven son los relacionados al turismo. En los últimos días aerolíneas europeas y norteamericanas ya han pedido a sus gobiernos una ayuda urgente para evitar entrar en bancarrota. También el sector gastronómico -impulsado en una proporción significativa por el turismo- está sufriendo las consecuencias, luego de que las autoridades de diversas ciudades del mundo ordenaran el cierre de bares y restaurantes.
“No es una crisis crediticia, ni una crisis bancaria, ni una cambiaria. La crisis de hoy es un poco de todo esto”, explicó Richard Baldwin, profesor de economía internacional en el Graduate Institute of International and Development Studies en Ginebra y fundador del portal VoxEU.org.
En una reciente columna publicada en ese sitio, el especialista norteamericano compartió un gráfico que muestra cómo es el diagrama circular de flujo de dinero y qué efectos sufrirá ante el avance del brote en todo el mundo. Asimismo, proveyó sus sugerencias respecto de qué cree que deberían hacer los gobiernos para evitar consecuencias financieras catastróficas.
Baldwin subraya que, a diferencia de otras crisis, la actual afecta a todos los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y a China al mismo tiempo. Si bien el brote comenzó en el gigante asiático, en pocos días se propagó por todo el mundo y, de hecho, el epicentro se ha mudado a Europa, especialmente Italia y España.
Ante este panorama, ya se pueden identificar tres tipos de golpes económicos. En primer lugar, el avance del virus afecta directamente a la producción: los más de 230.000 infectados se encuentran aislados y en buena parte del mundo las autoridades o decretaron cuarentena total o instaron a los ciudadanos a permanecer en sus casas. Esto, a su vez, impacta en el gasto. Por un lado, la reducida circulación en las calles provoca indefectiblemente menos consumo; y, por otro, muchos trabajadores dejan de cobrar si no pueden acudir a sus trabajos.
En segundo lugar, el profesor de economía internacional hizo hincapié en los efectos de las diferentes medidas de contención implementadas para frenar la propagación del virus, tales como el cierre de fábricas y oficinas, prohibiciones de viajes, y cuarentenas, entre otros ejemplos.
El tercer punto, sostiene Baldwin, esta relacionado con que la crisis provocada por el COVID-19 “tiene a los consumidores y a las empresas de todo el mundo agazapados en un modo de esperar y ver”. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la caída masiva de viajes y estadías en hoteles.
Diagrama circular de flujo de dinero
Por medio de su gráfico, el especialista norteamericano explica cómo se desarrolla ese flujo financiero y como se ve fuertemente afectado por el avance del coronavirus. “En forma simplificada, los hogares poseen capital y mano de obra que venden a las empresas. Éstas lo utilizan para hacer cosas que luego los hogares compran con el dinero que les dieron las empresas, completando así el circuito y manteniendo la economía en marcha”, explica Baldwin.
El principal problema ante la situación actual es que la economía continúa en funcionamiento cuando el dinero sigue fluyendo por el circuito: “En términos generales, una interrupción del flujo en cualquier lugar provoca una desaceleración en todas partes”.
Ante la desaceleración del mercado laboral, muchas personas dejan de cobrar sus salarios, lo que puede provocar problemas financieros para sus familias o, incluso, llevarlas a la bancarrota. Esto genera una fuerte reducción del gasto y, por lo tanto, el flujo de dinero de los hogares al gobierno y las empresas.
Baldwin asegura que estos efectos negativos en la demanda interna afectan las importaciones y, por consiguiente, el flujo de dinero a los extranjeros. “Esto no afecta directamente la demanda interna, pero reduce los ingresos extranjeros y, por lo tanto, el gasto en exportaciones”.
La presente crisis también golpea a la fabricación, un sector especialmente vulnerable ante estas situaciones ya que muchas producciones han sido y serán frenadas durante semanas o incluso meses.
Todo este impacto en el sector laboral y financiero puede llevar, en muchos casos, a la quiebra de empresas. Esto crea nuevas interrupciones en el flujo de dinero, puesto que los acreedores no ven sus créditos cancelados y los trabajadores quedan desempleados. Además, la quiebra de una compañía puede poner en peligro a otras. “Este tipo de bancarrota en cadena se ha visto, por ejemplo, en la industria de la construcción durante la crisis de viviendas”, recuerda Baldwin.
¿Qué deben hacer los gobiernos ante esta crisis?
“El principio básico debería ser: mantener las luces encendidas”, aseveró el especialista norteamericano, quien además consideró que la clave es reducir “la acumulación de tejido cicatricial económico". Es decir, “reducir el número de quiebras personales y corporativas innecesarias”.
A su vez, apuntó que las gobierno deberían asegurarse de que las personas tengan dinero para seguir gastando, incluso si no están trabajando: “Un beneficio secundario de esto sería subsidiar el tipo de cuarentena necesaria para aplanar la curva epidemiológica”. De hecho, el gobierno de los Estados Unidos ya se ha mostrado a favor de enviar dinero en efectivo a todos los contribuyentes del país para de esa manera estimular la economía y evitar que un porcentaje relevante de ciudadanos no logre afrontar sus gastos durante la parálisis.
Distintos países y organizaciones internacionales han anunciado respectivos paquetes de estímulo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró dispuesto a movilizar un billón de dólares, mientras que los referentes a países europeos como España, Inglaterra y Francia se cuentan en los miles de millones y en ciertos casos, como el de Francia, incluyen la condonación de alquileres y ciertos impuestos. El gobierno alemán liderado por Ángela Merkel, por su parte, indicó que desembolsará “lo que sea necesario” para paliar los efectos económicos de la pandemia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que, si el escenario actual no cambia drásticamente en breve, 25 millones de empleos están en peligro. La aseveración se vio reflejada en un reporte de la agencia Bloomberg, el cual indicó que el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin, informó a senadores estadounidenses que la tasa de desempleo en el país podría llegar al 20 por ciento sin paquetes de estímulo masivos para contrarrestar el impacto económico de la enfermedad.
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