Naciones Unidas alertó que la crisis del coronavirus está derivando “cada vez más” en una amenaza económica, cuyo “terremoto” provocará una recesión económica en algunos países, así como la desaceleración del crecimiento anual global por debajo del 2,5 por ciento, según el último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD).
De acuerdo con un comunicado emitido por la ONU, la economía mundial deberá hacer frente a pérdidas en torno a los mil millones de dólares, en el mejor de los casos, por lo que es necesario, además de medidas macroeconómicas, “políticas correctivas y reformas institucionales”.
“La duración y la profundidad de la crisis dependerán de tres variables: cómo lejos y cómo de rápido se propagará el virus, cuánto tiempo pasará antes de que se encuentre una vacuna y cómo de efectivos serán los encargados de formular políticas para mitigar el daño a nuestra salud y a nuestro bienestar físico y económico”, han señalado los expertos citados por Naciones Unidas.
En ese sentido, a la incertidumbre que rodea a cada una de estas variables se suma una cuarta, la sensación de ansiedad de los individuos. La pérdida de confianza de los consumidores e inversores son los signos más inmediatos de la propagación del contagio, aunque la deflación de los precios de los activos, la demanda agregada débil, el aumento de la deuda y el deterioro de la distribución del ingreso plantean mayores desafíos de política.
La ONU ha afirmado que existe “la opinión consensuada” de que esta crisis tiene el potencial de alterar lo que fue “una recuperación global titubeante” que se había establecido durante el segundo semestre de 2017.
Si el brote es de corta duración, ha explicado, existe “una combinación familiar de políticas monetarias” y de “estabilizadores fiscales automáticos”, que deberían ser suficientes si se asume que la recuperación tiene forma de 'V', como en el caso de la crisis provocada por el virus del SARS en 2003.
Si por el contrario la crisis se prolonga en el tiempo, las esperanzas de recuperación dependerán de inyecciones de capital más sostenidas y coordinadas por los bancos centrales, así como políticas fiscales más activas y esfuerzos renovados para impulsar el libre comercio y la inversión extranjera.
En este caso, la recuperación probablemente asumirá forma de 'U', como ocurrió con las quiebras petroleras de la década de 1970.
No obstante, la UNCTAD ha sostenido durante esta conferencia que los bancos centrales no están en condiciones de resolver esta crisis por sí solos, por lo que la respuesta macroeconómica más “adecuada” necesitará “un gasto fiscal agresivo con una inversión pública significativa”, además de “asistencia social dirigida a trabajadores, empresas y comunidades afectadas negativamente”.
Con información de Europa Press
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