En la antesala a este 8M cientos de personas salieron a las calles de España para reivindicar la igualdad en un ámbito muy particular. La Revuelta de Mujeres en la Iglesia congregó el pasado domingo 1 de marzo a diversas asociaciones frente a las catedrales de las grandes ciudades para exigir “voz y voto” en una institución que “históricamente ha marginado el feminismo”, según dicen las convocantes. Advierten que esta lucha no se detendrá hasta que sus demandas sean escuchadas por la cúpula del catolicismo. ¿Quiénes son y qué piden?
La teóloga Pepa Torres ha ejercido como portavoz en los medios españoles. Es quizá su voz más carismática, quien ha vinculado este movimiento a la revolución de indignación ciudadana del 15M que estalló en Madrid en 2011 en plena crisis económica.
“Es una comparación acertada porque ahora existe una indignación positiva por parte de las mujeres de la iglesia en España que pedimos un cambio profundo. Tras varios años de lucha con una perspectiva feminista desde la teología, han coincidido varios acontecimientos que indican que este es el momento y el lugar para alzar nuestra voz”, dice a Infobae esta religiosa y educadora social.
La demanda principal es visibilizar a las mujeres en todos los ámbitos de la Iglesia. No tanto cambiar su estructura -todas las voces consultadas rechazan una pretensión rupturista e insisten en el ambiente festivo y conciliador de su lucha- sino incorporar a las voces femeninas, también en los órganos de poder.
“Por supuesto que aspiramos a que haya mujeres sacerdotes y obispos. Luchamos por la igualdad en todos los sentidos, también en el acceso a las instituciones donde se toman las decisiones. Somos conscientes de que los cambios deben ser graduales, pues en cualquier estructura humana (y la Iglesia sin duda lo es) suponen un desafío. Será difícil, lo cual no quiere decir que sea imposible”, reflexiona para Infobae Cristina Ruiz, coordinadora de medios en la asamblea.
Aún no han llegado a acuerdos respecto a cuestiones controvertidas como el divorcio o el matrimonio de personas del mismo sexo. El aborto, aseguran, no está en su agenda por el momento.
“El movimiento es muy diverso, no es necesario llegar a un consenso en todo. Estamos unidas para luchar por la igualdad. En esos puntos más polémicos es normal que unas mujeres tengan una opinión distinta a la de otras. Desde luego, estamos a favor de la diversidad de las familias y la no discriminación”, responde Cristina Ruiz.
España ha sido un referente en la lucha por la igualdad de las mujeres desde el 8 de marzo de 2018, cuando más de cinco millones de personas salieron a las calles en la huelga general. Las convocantes de esta revuelta en la iglesia mencionan que a ese apoyo social cada vez más mayoritario se ha unido “un nuevo aire de cambio” con el Papa Francisco, más abierto que sus antecesores a la hora de defender los derechos de las minorías.
En el manifiesto que han lanzado (apoyado por unos 40 colectivos eclesiales de lo más diversos, desde parroquias de barrio hasta asociaciones que defienden la diversidad sexual) denuncian “el sistema económico neoliberal” y se adhieren a otras redes internacionales como María 2.0 y Voices of Faith que han tenido amplia repercusión en países europeos como Alemania, Suiza e Italia.
El movimiento apenas comienza a dar sus primeros pasos. Aunque ya existían otros hitos, como el Jubileo de Mujeres en 2000 celebrado en la capital, la chispa prendió a finales de 2019 en Cataluña con la coordinadora de mujeres creyentes y feministas Alcem La Veu (alcemos la voz) y de ahí saltó a otras ciudades como Madrid, donde se creó la Revuelta a principios de este año que se ha ido expandiendo por todas las regiones del país.
El signo de los tiempos
En la capital española reunieron a unas 600 personas el pasado domingo. Muchas de ellas vestidas de morado (el color de las marchas feministas), algunas con las bocas vendadas, difundieron lemas como “Hasta que la igualdad se haga costumbre”, “Basta ya”, “Alcemos la voz”, “Limpiar y poner flores que lo hagan los señores”, “Hasta que las mujeres prediquemos en todas las iglesias” y “No se nos puede excluir”.
El detonante de esta revuelta feminista histórica en un país tradicionalmente religioso (dos de cada tres españoles se declaran católicos según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas) fue una congregación del poder eclesial enfocada en un lugar remoto a varios miles de kilómetros de España.
El Sínodo Amazónico que tuvo lugar en octubre de 2019 por orden del Papa Francisco puso de relieve no sólo el olvido de los pueblos de la Amazonía en América del Sur sino el papel que deben jugar las mujeres en la nueva Iglesia.
“Ha sido un acontecimiento importante donde se ha puesto de relieve que hace falta una transformación. Sin dejar de ser lo que somos, las mujeres debemos dar un paso adelante, aspiramos a hacer las reformas desde el interior”, explica Pepa Torres.
Insisten en que “no tiene sentido” que haya “una mayoría aplastante de mujeres” en las bases (en ámbitos como el voluntariado, las parroquias, la catequesis y la educación) y eso no se traduzca en una presencia igualitaria ya no sólo en los órganos de poder, ni siquiera en la toma de decisiones diaria en el seno de la iglesia.
Conscientes del peso que está perdiendo la fe cristiana en países como España (donde por primera vez hay más ateos y no creyentes que católicos practicantes, pues apenas un tercio de los ciudadanos acude a misa o a confesarse, según datos del CIS de finales de 2019), estas mujeres sienten que es el momento idóneo para dar un giro al enfoque “patriarcal y sexista” de la institución.
“Es necesario escuchar el signo de los tiempos, no puede ser que la sociedad haya avanzado decididamente hacia la igualdad y la Iglesia mire para otro lado”, dice a Infobae la escritora Carmen Sara Floriano, quien fue invitada a la manifestación en Madrid del pasado domingo frente a la Catedral de la Almudena para leer ‘Mujeres amigas de Jesús’, un texto donde reivindica la labor de voces feministas a lo largo de la historia.
“Esta reivindicación no es ideológica sino que viene del corazón. No se trata de exigir el poder sino la igualdad. Eso ya lo decía Jesús de Nazareth, que creía en una comunidad de iguales, donde la mujer y el hombre están juntos por su fe, independientemente del sexo”, reflexiona.
En el manifiesto de la revuelta citan a María Magdalena, Hildegarda de Bingen, Clara de Asís, Catalina de Siena, Mary Ward y Dorothy Stong, entre otras. “A lo largo de la historia muchas han luchado y trabajado por nuestra dignidad y el reconocimiento de nuestros derechos. Algunas han pagado esta lucha con persecuciones y malos tratos, incluso con su vida”, reza el texto.
Por el momento no han recibido una respuesta oficial de la jerarquía eclesiástica. “Qué bonito hubiera sido que el obispo hubiera salido de la Catedral de la Almudena de Madrid para estar con nosotras el pasado domingo y escucharnos”, lamenta Carmen Sara Floriano.
No todos los órganos de la iglesia les apoyan en este inicio del camino hacia la igualdad. Su lucha ya ha creado divisiones. La Confederación Española de Religiosos (Confer), que aglutina a más de 29.000 mujeres en el país, generó cierta controversia al anunciar en sus redes la marcha del 1 de marzo. Finalmente emitió un comunicado donde retiraba su respaldo.
“Ante la confusión generada, queremos indicar que si bien Confer apoya todo el trabajo que se realiza en distintos ámbitos por el reconocimiento de la igualdad y los derechos de las mujeres, no ha firmado el manifiesto que se leerá en este acto”.
Algunos medios vinculados a la iglesia católica como ‘Info Vaticana’ han aprovechado para desacreditar a las convocantes, vinculando a sus integrantes con partidos de izquierda en España como Podemos. “Detrás de esta absurda revuelta de un montón de asociaciones que apenas representan a nadie hay posiciones heréticas y desobediencia abierta a la Iglesia”, dicen.
En conversación con Infobae, las portavoces de la protesta aseguran que están “gratamente sorprendidas” por la respuesta ciudadana. Creen que el primer signo positivo es el de las elecciones que se han celebrado esta semana para renovar la Conferencia Episcopal, el órgano de poder de la iglesia católica en España bajo la autoridad del Vaticano
“El espíritu de los nuevos nombramientos es muy esperanzador, representa a una iglesia abierta al diálogo, con una sensibilidad hacia las reivindicaciones ciudadanas”, dice Pepa Torres, quien no descarta en un futuro próximo escribir directamente al Papa Francisco. “Hemos abierto una puerta de luz para la igualdad que ya nadie va a poder cerrar”.
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