Unas 3.000 personas salieron este sábado a las calles de la ciudad alemana de Hanau, en una marcha contra el odio y a favor de los Derechos Humanos tras la matanza racista de esta semana.
Los organizadores esperaban 2.000 participantes para la manifestación desde la Freiheitsplatz, la Plaza de la Libertad, en el centro de la ciudad donde un alemán de 43 años mató a tiros a nueve personas el pasado miércoles, así como a su propia madre, antes de quitarse la vida.
Desde entonces se supo que el autor tenía una personalidad profundamente racista y estaba mentalmente enfermo, una circunstancia esta última que el Gobierno alemán no ha visto como atenuante a la hora de describir el ataque como un acto terrorista de ultraderecha.
El político verde Cem Ozdemir protagonizó un momento emotivo al depositar una corona de flores para las víctimas. “Espero este año pase a la historia como el año en que la república (alemana) se tomó en serio la lucha contra el radicalismo de derecha”.
Mientras tanto, las formaciones políticas de extrema derecha alemanas fueron acusadas de alentar los atentados racistas de esta semana con sus discursos antimigración. Las críticas se multiplican y algunas voces piden incluso que formaciones como el AfD sea vigilada por la policía.
“Sabemos desde hace tiempo que las palabras son seguidas de los actos y los electos del pueblo no pueden liberarse de esta responsabilidad”, estimó el presidente de la cámara de diputados, Wolfgang Schäuble, en una entrevista el sábado para el diario Handelsblatt.
Alternativa para Alemania (AfD), que desde el 2017 es la principal fuerza de oposición en el Bundestag con 89 diputados, logró su mayor capital político empujado por la ola de miedo que provocó en la población la llegada de más de un millón de solicitantes de asilo en 2015 y 2016. “El problema es que el AfD no tiene límites”, añadió Schäuble, miembro del partido conservador de la canciller Angela Merkel, que llegó incluso a calificar de “fascista” al jefe de filas del ala más radical del movimiento de extrema derecha, Björn Höcke.
El lunes, Höcke se unió durante una manifestación al movimiento antimuslmán y ultrarradical Pegida para, como viene haciendo desde hace años, agitar el miedo sobre una gran “sustitución” de la población autóctona alemana por los inmigrantes.
El secretario general del partido socialdemócrata SPD, socio de los conservadores en el poder en Berlín, Lars Klingbeil, calificó al AfD de “brazo político” de los individuos más radicalizados del movimiento de extrema derecha y de los que abrazan sus tesis, como el autor de los atentados de Hanau, en los que murieron 9 personas.
“Por supuesto, no puede haber una responsabilidad en el sentido penal, pero está claro que lo que dicen el AfD y algunos de sus responsables políticos contribuye a estos actos”, estima el politólogo berlinés Carsten Koschmieder en la cadena pública ARD.
El gobierno alemán, aún conmocionado por el atentado racista y presionado para impedir nuevos dramas, anunció el viernes un aumento de la vigilancia policial en lugares sensibles para enfrentar la “muy alta” amenaza de la extrema derecha.
Con información de EuropaPress y AFP
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