Rusia se opuso este miércoles a la adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de una declaración para pedir un alto al fuego en el noroeste de Siria, que ha sido escenario durante las últimas semanas de hostilidades entre Turquía y el régimen de Bashar Al Assad, este último con el apoyo de Moscú. El desenlace infructuoso fue informado por Nicolas de Rivière, representante de Francia, que introdujo la moción en nombre de su país.
“Rusia ha dicho que no”, declaró de Rivière a medios presentes después de una reunión a puertas cerradas que los periodistas describieron como muy tensa. “No hay declaración”, confirmó su homólogo belga, Marc Pecsteen de Buytswerve, presidente en ejercicio del Consejo.
El conflicto entre las facciones está enmarcado dentro de la guerra civil siria y se remonta diciembre de 2019 cuando, con el apoyo de Rusia, el régimen sirio lanzó una ofensiva contra la región de Idlib, el último gran bastión yihadista y rebelde en el territorio.
Rusia y Turquía habían llegado a un acuerdo un año antes cuando sus jefes de Estado determinaron la creación de una franja de entre 15 y 20 kilómetros de ancho, que abarca las provincias de Hama, Idlib, Alepo y Latakia, para dividir las posiciones de las tropas sirias y la oposición armada.
Sin embargo, a principios de febrero varios soldados turcos murieron como consecuencia de un bombardeo del régimen sirio. Además, el avance de las fuerzas de Damasco ha cercado varias posiciones turcas en Idlib. Ankara ha retribuido los ataques y mientras las conversaciones entre ambas facciones continúan estancadas, las amenazas retóricas crecen en intensidad.
De hecho, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció que era inminente una ofensiva militar de su país en la región. “Estamos en la cuenta regresiva, son las últimas advertencias”, dijo en un discurso frente al Congreso del país. Durante los últimos días Ankara ha estado desplegando importantes refuerzos militares en la región. “Estamos decididos a hacer de Idlib una región segura para Turquía y para la población local, a cualquier precio”, añadió.
Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov aseguró que el hecho representaría una " operación contra el poder legítimo de la República siria y de las fuerzas armadas de la República siria, lo que sería, sin duda, el peor escenario”.
Sin embargo, de efectivamente traducir las palabras en acciones, Turquía llevaría a cabo su cuarta operación militar en el marco de la guerra civil Siria. Las anteriores fueron el Escudo del Éufrates (2016), Rama de Olivo (2018) y Primavera de la Paz (2019). No obstante, todas estas tuvieron lugar en la frontera y fueron dirigidas principalmente contra fuerzas kurdas, a las que Ankara vincula con organizaciones terroristas dentro de su propio territorio. Por ende, esta nueva ofensiva sería la primera vez que Ankara se lanza en lo profundo del territorio sirio.
Las hostilidades ya han tenido efectos devastadores sobre la población. El 17 de febrero, el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, denunció que el conflicto ha llegado a “un nivel horrible” e indicó que el número de desplazados en solo dos meses ya se acerca al millón.
En un comunicado, Lowcock aseguró además que la mayor cantidad de personas que componen esa cifra son mujeres y niños”. “Están traumatizados y obligados a dormir fuera con temperaturas gélidas porque los campos (de refugiados) están llenos. Las madres queman plásticos para calentar a los niños. Bebés y niños pequeños mueren de frío”, detalló Lowcock en una misiva que transmitía su indignación.
El funcionario explicó, además, que la violencia en esa región siria es indiscriminada y la infraestructura sanitaria, las escuelas, las zonas residenciales, las mezquitas y los mercados han sido afectadas: “Las escuelas están suspendidas, muchas instalaciones de salud han cerrado. Existe un grave riesgo de brotes de enfermedades. La infraestructura básica se está desmoronando”.
Para Lowcock, “la violencia en el noroeste de Siria es ciega” y la “única opción” es un alto el fuego. “Recibimos informaciones según las cuales los lugares donde se encuentran las personas desplazadas están siendo atacados, lo que causa muertes, heridos y nuevas huidas”.
También explicó que se ha lanzado “una enorme operación de rescate” desde Turquía, pero aseguró que el personal se está viendo “superado” por la magnitud de la catástrofe. “Está en marcha una gran operación de ayuda, al otro lado de la frontera con Turquía, pero está saturada. Los equipos e instalaciones que utilizan los trabajadores humanitarios están siendo dañados. Los propios trabajadores humanitarios están siendo desplazados y asesinados”.
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