El polémico dirigente de la región alemana de Thuringia, Thomas Kemmerich, renunció el jueves al cargo para el que había sido elegido apenas un día después. Lo hizo debido a al terremoto político sin precedentes que se había generado en Alemania debido a que, para lograr los votos necesarios, recibió apoyo del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y que generó una preocupación tal que la canciller Angela Merkel pidió repetir las elecciones.
Kemmerich “abandonará su puesto”, indicó el Partido Democrático Libre (FDP) a la agencia AFP. La decisión debería abrir el camino a nuevas elecciones en este estado perteneciente a la extinta Alemania comunista. Los comicios reemplazarán a aquellos realizados en en octubre de 2019, que finalmente se habían saldado el miércoles gracias al apoyo del FDP, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y los ultraderechistas de AfD a Kemmerich .
“Hemos decidido disolver el parlamento del estado de Thuringia”, señaló el mismo Kemmerich en una conferencia de prensa. “Queremos nuevas elecciones para borrar la mancha del apoyo de AfD al cargo de ministro-presidente”, agregó, asegurando que su renuncia es “definitiva”.
Tras conocer el miércoles la conformación de la alianza electoral entre FDP, CDU y AfD, Merkel, que pertenece a la CDU, manifestó su descontento. “Hay que decir que es un acto imperdonable y que por consiguiente el resultado [de estas elecciones] debe ser anulado”, dijo Merkel en Pretoria, en Sudáfrica.
“No es un buen día, no es un buen día para Thuringia, ni es un buen día para el sistema político en Alemania”, expresó.
El miércoles, Paul Ziemiak, secretario general del CDU, había dicho que “lo mejor para Thuringia sería convocar nuevas elecciones”. “Es un día negro para Thuringia. El FDP ha jugado con fuego y ha incendiado Thuringia y todo nuestro país. No se puede elegir un primer ministro con votos de nazis como Höcke”, dijo Ziemiak, en referencia al líder regional del partido ultraderechista AfD.
Thuringia, un estado alemán del este y ex miembro de la extinta República Democrática, llevó a cabo sus elecciones parlamentarias en octubre de 2019. En aquel momento el partido de izquierda Die Linke fue la fuerza más votada con el 31%, seguido por Alternativa para Alemania (AfD), con el 23,4%, y la CDU con el 21,7%.
La fuerte dispersión impidió que alguna fuerza alcanzara la mayoría necesaria para formar gobierno, y las negociaciones para formar una coalición fueron tan duras que durante tres meses Thuringia estuvo sin gobierno. El bloqueo culminó con la conformación de la alianza electoral del miércoles gracias a los votos del AfD, que le permitieron a Kemmerich llegar al poder.
La decisión de aceptar los votos de AfD “rompió un tabú” en la política alemana, por el cual ninguna fuerza estaba dispuesta a formar coalición ni cooperar con el partido. Ello representaba una especie de “cordón sanitario” con el que se impedía la llegada de los ultraderechistas a una instancia de gobierno.
Es difícil anticipar ahora si las nuevas elecciones permitirán la conformación de una nueva coalición sin que sea necesario el apoyo de AfD, o si por el contrario la ultraderecha anti-inmigración, nacionalista y conservadora saldrá fortalecida.
Creado en 2013, AfD ha estado creciendo en apoyo en los últimos años y en 2017 llegó a ser la tercera fuerza más votada en el país a nivel nacional, con el 12,6%, pro detrás de la CDU y la Socialdemocracia (SPD). Además, ha consolidado sus bastiones en los ex estados comunistas, especialmente en Thuringia, Brandeburgo y Sajonia.
Con información de AFP y EFE
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