Los parlamentarios europeos ratificaron este miércoles acuerdo del Brexit. El resultado era predecible, considerando que semanas atrás el cuerpo legislativo británico ya había aprobado la propuesta negociada. En consecuencia, una vez que se contaron los votos -621 a favor, 49 en contra y 13 abstenciones- la mayor parte de los miembros presentes protagonizaron un emocionante momento: entonaron al unísono la tradicional canción de despedida escocesa “Auld Lang Syne” (por los viejos tiempos), compuesta por el poeta nacional de ese país, Robert Burns, en 1788.
Algunos se estrecharon las manos, otros se abrazaron. Cambien se veían bufandas partidas, con la bandera del Reino Unido de un lado y la de la Unión Europea del otro.
“¿Deberían olvidarse las viejas amistades y nunca recordarse? ¿Deberían olvidarse las viejas amistades y los viejos tiempos? Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos. Tomaremos una copa de cordialidad por los viejos tiempos”, reza la traducción de las primeras dos estrofas de la canción, cuyo final el cuerpo marcó con un aplauso.
El transcurso de la sesión estuvo marcado por un alto nivel de emoción, y distintos miembros fueron vistos llorando. El ‘leitmotiv’ de la jornada fue “No es un adiós, es un hasta luego”. “Mantengamos el sueño vivo, sobre todo para los jóvenes”, aseguró la eurodiputada británica ecologista, Molly Scott-Cato, antes de romper en lágrimas.
“Sólo en la agonía de la separación miramos en la profundidad del amor”, agregó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que citó a la poeta británica George Eliot. “Siempre te amaremos y nunca estaremos lejos”, agregó.
El Parlamento Europeo ha transmitido su pesar por la decisión mediante sus acciones. La retirada de la bandera británica del cuerpo, indicaron, no contará con una ceremonia oficial, aunque “se hará con toda la dignidad necesaria”, aseguró una vocera, precisando que un ejemplar de la ‘Union Jack’ se conservará en la Casa de la Historia Europea.
El otro extremo del espectro ideológico -y en este caso, también emocional- estuvo protagonizado por los parlamentarios británicos favorables al Brexit, liderados por Nigel Farage. En su ultima intervención, quien es considerado uno de los adalides del procesó, crispó el ambiente con un duro discurso y poniendo sobre su banca una bandera británica, algo que va en contra las normas del Parlamento Europeo. “Nunca volveremos”, aseguró.
El gobierno conservador, liderado por Boris Johnson, ha actuado en la misma línea. El primer ministro realizó una sesión de fotos para marcar la firma del acuerdo, y ha sacado una moneda de 50 centavos de libra alusiva para el 31 de enero a las 11 GMT, cuando el hecho se produzca oficialmente. También se había llevado a cabo una iniciativa para lograr que el Big Ben, el reloj del Parlamento, sonara en ese momento. Pero considerando que esta bajo reparaciones, el costo -y peligro físico- que supondría, fue echada por tierra.
Con el divorcio encaminado, la atención se centra en el acuerdo sobre la futura relación, especialmente comercial, que ambas partes deberán cerrar para finales de 2020, cuando termina el período de transición previsto.
Pero, con su retirada de la UE, el Reino Unido recupera también su libertad para negociar acuerdos comerciales con terceros países, como el Estados Unidos de Donald Trump que ya ha puesto los ojos en su aliado transatlántico.
Washington, cuyo secretario de Estado, Mike Pompeo, viajó este miércoles al Reino Unido, convirtió en una prioridad cerrar un acuerdo comercial con el gobierno británico de Boris Johnson en 2020, generando recelos en la UE.
La relación a ambos lados del Canal de la Mancha no será la misma, advirtió el negociador europeo Michel Barnier: “Sea cual sea el acuerdo que alcancemos (...), el Brexit será siempre una operación destinada a limitar los daños”.
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