El padre Bernard Preynat se ha convertido en el símbolo de los abusos sexuales y de la impunidad en la Iglesia francesa. De sus 35 víctimas que censó la investigación, solo diez pudieron sumarse a la acusación. Para las otras, los hechos han prescrito.
Los querellantes, ex boy scouts de 7 a 15 años en la época, le reprochan manoseos, besos y caricias sexuales obligados cuando Preynat era vicario-capellán en una parroquia cerca de Lyon en los años 80. Ante la policía, el ex cura ha reconocido casi todas estas agresiones, incluidas tres violaciones hoy prescritas.
“No hay duda de que será condenado”, reconoce el abogado del acusado. Preynat, quien hoy tiene 74 años, se expone a 10 años de cárcel y 150.000 euros de multa.
Para las víctimas, este juicio permitirá una última confrontación, esta vez pública, con su victimario y terminará de establecer los hechos. Los jueces también evocarán la responsabilidad de su jerarquía. La violencia sexual de Preynat tuvo lugar durante décadas, entre 1971 y 1991, y fue silenciada por la institución eclesiástica. A pesar de la gravedad de las denuncias, solo se lo cambió de parroquia pero se lo mantuvo en la misma diócesis hasta 2015. Y recién en 2018 fue excluido de la Iglesia por sus pares.
El caso Preynat, que salió a la luz pública en 2015 cuando varias de sus víctimas crearon la asociación “La Palabra liberada”, ha sacudido a toda la Iglesia católica en Francia. En marzo pasado, después de un mediático juicio, su máxima autoridad, el cardenal Barbarin, también arzobispo de Lyon, fue condenado a seis meses de prisión en suspenso por no haber denunciado los abusos de Preynat ocurridos en su diócesis. La justicia debe pronunciarse a finales de enero sobre su apelación.
Publicado originalmente por RFI