La justicia belga declaró este jueves culpable de “crimen de genocidio” a un ex alto funcionario ruandés por haber participado en el genocidio en su país en 1994, la primera sentencia de este tipo en Bélgica.
Fabien Neretsé, un hutu de 71 años que se declaraba inocente, también fue encontrado culpable de nueve cargos de “crímenes de guerra” cometidos en Kigali en abril de 1994, así como otros dos otros cometidos semanas más tarde en zonas rurales lejos de la capital.
Neretsé permaneció impasible durante la lectura del veredicto en el imponente Palacio de Justicia de Bruselas. El condenado conocerá su pena previsiblemente el viernes tras una última discusión entre la fiscalía y la defensa.
Los crímenes de guerra de los que se lo acusaba en este proceso, iniciado a principios de noviembre, versaban sobre el asesinato de trece civiles identificados: 11 en Kigali y dos en las zonas rurales.
Tras 48 horas de deliberación, el tribunal y el jurado absolvieron al acusado de dos de los 11 asesinatos en Kigali.
La acusación de “crimen de genocidio”, por su parte, se apoya en el hecho de haber atacado a un número indeterminado de personas de la etnia Tutsi con el objetivo de “destruirla”. El artículo 6 del Estatuto de Roma, constitutivo de la Corte Penal Internacional, define al genocidio como una serie de actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
El jurado sigue en este punto la tesis de la acusación. El fiscal federal belga estimó que el crimen quedó establecido en la participación de Neretsé en reuniones públicas llamando a atacar a los tutsis y por haber facilitado armas a milicias extremistas hutus.
Una demandante determinada
La acusación de “crimen de genocidio” no acabó de cuajar en los cuatro primeros procesos que tuvieron lugar en Bélgica y estuvieron vinculados al genocidio en su antigua colonia. Ellos fueron celebrados en 2001, 2005, 2007 y 2009.
En ellos, un total de ocho personas fueron condenadas por “crímenes de guerra”. Recibieron penas de entre 10 y 30 años de prisión.
En la acusación, Neretsé era descrito como un “señor local” en la región, cuya influencia se debe a su actividad en el seno del MRND, el antiguo partido único fundado por el presidente Juvénal Habyarimana.
En cambio, él aseguraba que era “un miembro no activo” del partido y se presentó como un amigo de los tutsis. “Nunca dejaré de repetirlo: ni planifiqué, ni participé en este genocidio”, dijo antes de que el jurado empezara a deliberar.
Detenido en 2011 en Francia, donde había retomado su vida profesional y se beneficiaba del estatus de refugiado, el acusado solo pasó algunos meses en detención preventiva en el marco de este caso.
Su comparecencia ante el tribunal se debe en gran parte a la determinación de la belga Martine Beckers, cuya hermana, cuñado tutsi y sobrina de 20 años fueron asesinados el 9 de abril de 1994 en Kigali junto a vecinos tutsis.
Neretsé era uno de sus vecinos en la capital de Ruanda. Según la acusación, encargó a hombres armados impedir que estos y otros residentes de la zona buscaran refugio cuando las masacres habían empezado en la capital ruandesa.
Los hechos se produjeron tres días después del asesinato del presidente hutu Habyarimana, hecho visto como el desencadenante del genocidio que costó la vida, según la ONU, a al menos 800.000 personas, esencialmente tutsis.
En el verano de 1994, Martine Beckers llevó el caso ante la policía federal belga. Con la ayuda de testigos ruandeses y de activistas de derechos humanos, consiguió llegar hasta los presuntos responsables.
Con información de AFP
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