Un tribunal ruso condenó este viernes a seis años de cárcel a un seguidor de los Testigos de Jehová tras declararlo culpable de actividades extremistas. La decisión es parte de una campaña contra el grupo que, según los activistas de derechos humanos, viola la libertad religiosa.
Un tribunal de Penza, a unos 563 km al sureste de Moscú, informó en un comunicado que había encarcelado a Vladimir Alushkin, de 55 años, después de que una investigación demostrara que seguía dirigiendo una rama local de la denominación cristiana con sede en Estados Unidos, a pesar de que el grupo había sido prohibido como extremista en Rusia. La dependencia notificó que también había dictado sentencias de dos años de prisión en suspenso a otros cinco adherentes.
Los testigos de Jehová han estado bajo presión durante años en Rusia, donde la Iglesia Ortodoxa dominante es defendida por el presidente Vladimir Putin. Los eruditos ortodoxos los han considerado como una peligrosa secta extranjera que erosiona las instituciones estatales y los valores tradicionales, acusaciones que rechazan.
“La sentencia de seis años de prisión de Vladimir es una de las más duras impuestas a uno de los testigos de Jehová desde la prohibición de 2017”, dijo Jarrod Lopes, portavoz del grupo. “Las autoridades rusas se han mantenido obstinadas ante las reiteradas críticas de destacados organismos internacionales y defensores de los derechos humanos. El estado actual de la libertad religiosa en Rusia recuerda a la época soviética”.
El Tribunal Supremo de Rusia dictaminó en 2017 que el grupo era una organización “extremista” y ordenó su disolución, decisión que fue seguida de una campaña represiva en la que se detuvo a decenas de adherentes.
Alushkin fue detenido en julio del año pasado después de lo que Lopes dijo que fue una redada en su casa llevada a cabo por una docena de oficiales de policía enmascarados con rifles de asalto. Los testigos de Jehová dicen que la Constitución rusa garantiza su derecho a ejercer la libertad de religión y a negar las malas acciones.
Putin dijo el año pasado que no entendía por qué las autoridades perseguían al grupo y pidió que se analizara el asunto. Pero el Kremlin ha dicho que el grupo sigue siendo ilegal bajo la legislación actual y se ha negado a confirmar si la ley será cambiada o no.
Los Testigos de Jehová son una denominación cristiana conocida por la predicación puerta a puerta, el estudio bíblico cercano y el rechazo al servicio militar y a las transfusiones de sangre. El grupo tiene alrededor de 170.000 seguidores en Rusia y 8 millones en todo el mundo.
Rachel Denber, de Human Rights Watch, con sede en Nueva York, pidió a las autoridades rusas que pusieran fin a la represión del grupo. “Alushkin y los demás no han hecho nada malo. Tienen derecho a la libertad de culto”, escribió en redes sociales después de la sentencia. “Rusia debe revertir la designación ’extremista’ contra los Testigos de Jehová. Y retirar los cargos contra todos y liberar a los detenidos”.
Con información de Reuters
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