El acuerdo del Brexit obtenido por el primer ministro Boris Johnson con la Unión Europea —y rechazado por el anterior parlamento británico— está contenido en las 64 páginas que contienen modificaciones al viejo acuerdo de Theresa May, y en una hoja de ruta para las futuras relaciones.
Ahora que el líder torie obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento, será su oportunidad para votar su camino de salida del bloque.
Para los británicos, el tema más espinoso a la hora de abandonar la Unión Europea (UE) ha sido durante todo este periodo la frontera irlandesa, una línea invisible entre Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido, y la República de Irlanda, país miembro de la Unión Europea.
Actualmente, esa frontera está libre de puestos aduaneros e inspecciones físicas porque ambas regiones, como parte de la UE, están dentro del mismo mercado único y la misma unión aduanera. Eso terminará tras el Brexit, que traerá consigo el riesgo de revivir una frontera real que contribuyó a provocar una larga y letal disputa sectaria en la isla.
Mientras la solución de May fue el llamado backstop o “salvaguarda irlandesa”, que consistía en mantener a todo el Reino Unido dentro de la unión aduanera europea, posiblemente de manera indefinida, Johnson intentó encontrar otra solución.
Acabada la “salvaguarda irlandesa”, el plan de Johnson consiste en retirar a todo el Reino Unido de la unión aduanera europea. Eso es una gran victoria para los defensores del brexit, ya que abrirá el camino para que el Reino Unido pueda realizar sus propios acuerdos con otros países, como Estados Unidos.
El plan también debería aliviar a los unionistas de Irlanda del Norte, ya que su región será legalmente parte del territorio aduanero del Reino Unido, lo que les permitirá mantener sus lazos estrechos con el Reino Unido y beneficiarse de sus futuros acuerdos comerciales.
Sin embargo, la única manera de evitar inspecciones a los bienes que pasen de Irlanda del Norte a la República de Irlanda fue que el norte de la isla aplique las reglas y procedimientos de la UE con respecto a los aranceles, los mismos que sigue la República de Irlanda. El acuerdo de Johnson también mantiene a Irlanda del Norte alineada con las reglas del mercado único europeo en materia de productos industriales y agrícolas.
En la práctica, eso significa que, en vez de establecer una frontera en la isla de Irlanda, el Reino Unido deberá crear una en el mar de Irlanda e imponer controles aduaneros y regulatorios para los artículos que lleguen a Irlanda del Norte desde el resto del Reino Unido. Algunos analistas piensan que eso creará de alguna manera una división entre las diferentes partes del Reino Unido, una propuesta que, según May, ningún primer ministro podría consentir.
Johnson ha intentado mitigar los efectos de esa frontera del mar de Irlanda con un sistema de descuentos que contrarrestaría los aranceles más elevados de la UE. Algunos bienes, como los artículos personales transportados por personas que se desplacen entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, también estarán exentos de los aranceles.
Otra objeción importante al backstop de May había sido que los líderes electos de Irlanda del Norte, la región más afectada, no tendrían voz en cuanto a las normas comerciales que tendrían que cumplir ni respecto a su duración. En ese punto, Johnson obtuvo una gran concesión de los líderes europeos, y el nuevo trato le da al órgano elegido de Irlanda del Norte la oportunidad de opinar sobre los acuerdos y potencialmente rechazar sus obligaciones en general.
Sin embargo, Irlanda del Norte no podrá abandonar las normas comerciales europeas de inmediato. Estas entrarán en vigor al final de un periodo de transición en 2020 y se mantendrán en curso durante cuatro años antes de que cualquier ciudadano de Irlanda del Norte pueda oponerse.
Una vez fuera del bloque, el Reino Unido podría tener la tentación de ignorar esas leyes del bloque común que plantean la igualdad de condiciones entre miembros. Si bien estas leyes están consideradas entre las mejores del mundo para la protección de los consumidores y, cada vez más, del medioambiente, también son bastante estrictas y costosas para las compañías.
Apegarse a la igualdad de condiciones, como May estaba dispuesta a hacer, permitiría al Reino Unido y a la Unión Europea negociar un acuerdo de libre comercio rápidamente y eliminar gran parte del papeleo que vendría con un brexit “duro”. Sin embargo, Johnson ha expresado con claridad no estar interesado en adherirse a las reglas europeas en materia de productos, una postura que ha causado indignación.
El asunto es tan preocupante que el acuerdo de Brexit del premier lo omite por completo. El tema de la igualdad de condiciones ha sido relegado a la Declaración Política no vinculante entre las dos partes, lo que significa que podrá ser modificado en el futuro. Algunos críticos percibieron de inmediato lagunas ambientales y de otros tipos debido a esto que podrían hacer que baje la calidad (y los costos, dirían algunos) de ciertos productos en el Reino Unido.
Si Johnson logra hacer pasar su acuerdo en el parlamento —todo indica que así lo hará–, se comenzará así con las conversaciones de un nuevo capítulo en las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea. La relación futura será un tema de debate y negociación que probablemente tarde años en cristalizarse.
En una declaración no vinculante conocida como la Declaración Política, ambas partes acordaron “trabajar juntos para salvaguardar el orden internacional basado en reglas, el Estado de derecho y el fomento de la democracia, así como los altos estándares de comercio libre y justo y de derechos laborales, la protección ambiental y al consumidor, y la cooperación contra amenazas internas y externas a sus valores e intereses”.
Un elemento central de esta relación se centrará en la manera en que el Reino Unido comerciará con la UE, que seguirá siendo su socio comercial principal. Los funcionarios de la UE no han ocultado su deseo de llegar a un acuerdo de libre comercio con el Reino Unido, y el acuerdo político publicado este jueves lo confirma.
“Esta alianza será integral e incluirá un tratado de libre comercio, así como una cooperación sectorial más amplia en los asuntos de mutuo interés para ambas partes”.
Sin embargo, existe el peligro de que las tensiones comerciales a nivel global compliquen el vínculo entre la UE y el Reino Unido, de modo que terminen en lados opuestos de algunas disputas, lo que volvería hostiles las conversaciones sobre el comercio.
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