Vladimir Putin y Volodymyr Zelenski se reúnen este lunes en París en una primera cumbre apadrinada por Francia y Alemania que busca reanudar las conversaciones de paz sobre el este de Ucrania, único conflicto armado activo en Europa.
Tras tres años de punto muerto de las negociaciones al más alto nivel, el presidente de Rusia estrechará por primera vez la mano de Zelenski, un actor que llegó al poder en mayo.
A pesar de que nadie espera que haya grandes avances a partir del mismo lunes, la reanudación de las negociaciones se percibe con optimismo y, tanto el presidente francés Emmanuel Macron como la canciller alemana Angela Merkel, han luchado por reavivar la aplicación de los acuerdos de paz de Minsk que ya tienen más de cinco años.
Será la ocasión también para París de evaluar las posibilidades que tiene la ambición de Macron de relanzar las relaciones ruso-europeas, casi detenidas desde la anexión de Crimea ucraniana por parte de Moscú en 2014, que provocó un conflicto armado en el este del país.
“Honestamente, no sé si será un éxito, pero la primera victoria ya es que se celebre este encuentro”, declaró hace unos días Zelenski en Kiev ante la prensa.
Para el analista Mark Galeotti, del centro de reflexión londinense sobre defensa y seguridad (Royal United Services Institute, RUSI) “el ambiente está cambiando, es un primer paso (...), y los rusos envían muchas señales mostrando que tienen una buena disposición”.
La guerra entre Kiev y los separatistas pro-rusos ha provocado más de 13.000 muertos en más de cinco años. Occidente y Ucrania acusan a Moscú de financiar y de armar a los rebeldes, lo que Rusia niega, afirmando que desempeña un rol político-humanitario para proteger a las poblaciones locales.
Las negociaciones en París con Putin, Zelenski, Macron y Merkel, un formato bautizado “Normandia”, se concentrarán en el contenido de los acuerdos de Minsk: alto al fuego inmediato, retirada del armamento pesado, restauración del control de Kiev en la frontera con Rusia e incremento de la autonomía para los territorios bajo control separatista.
Aunque el texto de Minsk puso fin a los combates más graves, los aspectos políticos nunca avanzaron en estos cinco años y Putin y el predecesor de Zelenski, Petro Porochenko, mantenían una relación insostenible.
Desde el cambio de presidente en Ucrania, se sintió un cierto alivio de las tensiones: se produjo el intercambio de 70 prisioneros -entre ellos figuras muy simbólicas-, las tropas retrocedieron en tres pequeños sectores de la línea de frente y los barcos de guerra que habían sido interceptados por Rusia fueron devueltos.
Vladimir Putin ha calificado a su homólogo, además, de “sincero” y “simpático”.
Por su parte, Zelenski ha declarado que quiere que las conversaciones se basen en tres puntos: un nuevo intercambio de prisioneros, la puesta en obra de un alto al fuego duradero, y el desmantelamiento de todos los grupos armados “de manera ilegal” en territorio ucraniano, incluidos los separatistas rusos y sus padrinos rusos.
Putin se ha mostrado más circunspecto sobre sus intenciones, pero la prioridad de Moscú es avanzar en la cuestión de la autonomía y la celebración de elecciones en las regiones de Donetsk y Lugansk (este).
Otro tema que podría abordarse es la circulación del gas ruso a través de Ucrania hacia Europa, con el fin de evitar un corte del abastecimiento en Año Nuevo.
La tarea se presenta ardua para Zelenski, atrapado entre su promesa de no “capitular” ante Putin y su deseo de poner fin rápidamente al conflicto. Sus opositores, tanto los nacionalistas como los favorables a su predecesor, han dicho que le impedirán hacer cualquiera concesión importante.
Por otra parte, su alianza crucial con Estados Unidos está debilitada por el escándalo que enfrenta al presidente Donald Trump a un procedimiento de destitución, por la sospecha de haber chantajeado con ayuda militar a Zelenski a cambio de información para apartar a un rival de cara a las elecciones presidenciales de 2020.
Con información de AFP
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