Ya son 31 los muertos y al menos 180 los heridos en el sur de Irak como consecuencia de la represión estatal a las protestas contra la influencia del régimen iraní en el país.
La cifra fue provista por el Observatorio Iraquí para los Derechos Humanos en la noche del jueves. El director de la ONG, Mustafa Saadoon, dijo que su organización ha podido verificar esas cifras por fuentes médicas de la provincia de Di Qar, una de las más afectadas por la violencia en el sur de Irak desde el estallido de las protestas.
La brutal represión tiene lugar luego de que manifestantes incendiaran el consulado de Irán en la ciudad santa chiita de Nayaf, que supone una escalada de las protestas sin precedentes contra el poder establecido.
Durante el día circularon en redes sociales distintas imágenes que muestran la represión por parte del régimen: manifestantes cargan con compañeros heridos como consecuencia de las fuerzas gubernamentales. De fondo, sonidos de disparos.
Centenares de manifestantes que gritaban “Fuera Irán” y “Victoria a Irak” en el recinto del consulado en llamas en la simbólica ciudad santa que recibe cada año a millones de peregrinos, llegados sobre todo de Irán, lanzaron una nueva etapa en el primer movimiento social espontáneo en Irak en décadas.
El Ministerio de Exteriores iraní pidió al Gobierno iraquí que “se encargue de los atacantes de manera responsable, firme y efectiva”. Tras la orden de “controlar la situación”, la represión recrudeció con fuerza. A lo largo del día comenzaron a tomar estado público imágenes del accionar de las fuerzas iraquíes.
En la noche del jueves, el primer ministro iraquí, Mohamed Ali Alhakim se disculpó con su homologó iraní por los eventos y reafirmó "su compromiso de proteger las misiones diplomáticas del país en Irak, según consignaron medios locales.
Esta no es la primera vez que los iraquíes asaltan y prenden fuego a un consulado iraní en las ciudades chiitas del sur del país, donde la mayoría de la población pertenece a esta rama del islam, la principal en Irak.
Desde el estallido de las protestas en Irak el 1 de octubre, los manifestantes han expresado su oposición a la presencia de Irán en este país árabe y a su influencia sobre Bagdad, liderado por chiitas como el de Teherán. No obstante, la intensidad de las protestas y la respuesta por parte del gobierno de Bagdad se han intensificado durante los últimos días.
Desde el estallido de la revuelta contra la corrupción, el sectarismo y la falta de servicios públicos y empleos, han muerto más de 300 personas en todo el país, principalmente en el sur y en la capital, Bagdad.
Los iraquíes reclaman una reforma profunda del sistema político y la renovación total de una clase dirigente corrupta e inepta. Oficialmente, 410.000 millones de euros han sido desviados en 16 años, es decir, dos veces el PIB del país.
Los dos países con mayor influencia en Bagdad, Estados Unidos e Irán, mantienen su guerra de influencia en Oriente Medio, aunque en Irak, Teherán ha tomado la delantera mientras Washington está de retirada.
Mientras tanto, la vida en el país está casi paralizada. En el sur, los colegios permanecen cerrados desde hace semanas y las administraciones que no han cerrado sus puertas exponen pancartas en el frontispicio con el mensaje “cerrado por orden del pueblo”.
En las calles y en las autopistas, los manifestantes dejan clara su rabia con espesas nubes de humo negro: queman neumáticos para tratar de bloquear y afectar al gobierno en el único punto que puede hacerle mal, el oro negro y sus preciosos ingresos.
Pero hasta ahora, no han logrado afectar la producción y la distribución del petróleo, única fuente de divisas del país que representa el 95% de los ingresos de un gobierno terriblemente endeudado.
Con información de AFP/EFE