El rompehielos chino Xue Long II arribó el sábado a la Antártida en el marco de la 36° Misión Antártica de China y para reabastecer a la base científica Zhongshan, una de las cuatro que el país asiático mantiene en el continente (una más se encuentra en construcción), según reportó la prensa estatal.
Es la primera vez que una nave de estas características fabricada íntegramente en China arriba a la Antártida, demostrando el persistente interés de Beijing en mantener una presencia en la región, rica en recursos naturales y reclamada por numerosos países, aunque los litigios han quedado prácticamente congelados por el Tratado Antártico de 1961.
El buque llegó acompañado del Xue Long I (dragón de nieve), un rompehielos fabricado en Ucrania que durante décadas fue el único de grandes dimensiones operado por China en misiones de investigación. Su flamante hermano, el Xue Long II, fue construido en el país asiático con asistencia de la empresa finlandesa Aker Artic y entró en servicio en junio de este año, por lo que este fue el primer gran viaje encarado por el buque bajo las órdenes del capitán Zhao Yanping.
Las dos naves partieron del puerto de Shenzhen el 15 de octubre, según reportó el South China Morning Post. Tras más de un mes en el mar, arribaron el 23 de noviembre a la bahía de Prydz y comenzaron a descargar suministros en un centro de abastecimiento, paso previo para alcanzar la base científica de Zhongshan.
“China está expandiendo su influencia en la región polar, conocida por ser rica en petróleo, gases y recursos mineros”, expresó el South China Morning Post, periódico con sede en Hong Kong, en su informe.
A bordo del Xue Long y el Xue Long II se trasladaron también los 413 miembros (científicos, investigadores y personal de apoyo) de la 36° Misión Antártica de China, de acuerdo a un reporte de la agencia estatal Xinhua.
El Xue Long II, construido en el astillero Jiangnan de Shanghai, es un rompehielos mucho más capaz que su predecesor, de acuerdo a la cadena CGTN, y lideró la apertura de la brecha en el hielo antártico. Se trata de un buque de 122 metros de largo y un desplazamiento de unas 14.000 toneladas. Está diseñado para romper hasta un metro y medio de hielo, y puede alcanzar una velocidad de 15 nudos. Su tripulación es de 90 marineros.
Las aspiraciones de China en el continente blanco
China es un recién llegado al complejo sistema antártico, habiendo lanzado su primera expedición recién en 1983. En contraste, países históricamente vinculados a la Antártida como Argentina y Chile realizan misiones desde el siglo XIX, al igual que numerosas potencias europeas, y los siete reclamos territoriales actualmente vigentes datan de la primera mitad del siglo XX.
Pero el gigante asiático no ha perdido el tiempo y se ha movilizado, a la par de la explosión de su crecimiento económico a partir de 1990 y en consonancia con sus crecientes ambiciones geopolíticas, para recuperar el tiempo perdido en una región a la que define como estratégica, una consideración compartida por casi todas las potencias del mundo.
Al momento, China mantiene cuatro bases en territorio antártico: Gran Muralla, Kunlun, Zhongshan y Taishan, y una quinta está siendo construida en el Mar de Ross, de acuerdo a un reporte de la revista The Diplomat. Las bases están desperdigas por todo el continente: Gran Muralla se encuentra en la Península Antártica en el oeste; Kunlun en la meseta antártica, en el centro y ligeramente al suroeste; Zhongshan en la costa de la bahía de Prydz, en el este; y Taishan en Tierra de la Princesa Isabel, cercana a Prydz.
Beijing es firmante desde 1983 del Tratado Antártico, que en su artículo IV prohíbe nuevos reclamos territoriales más allá de los siete históricos (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido), por lo que hasta la fecha no ha hecho ninguno. Si decidiera cambiar de opinión, debería abandonar el Tratado o bien impulsar una reforma cuando en 2048 el instrumento jurídico sea revisado según sus disposiciones internas.
El Tratado Antártico, cuya secretaría se encuentra en Buenos Aires, Argentina, ha sido instrumental para evitar conflictos entre los numerosos países que mantienen reclamos territoriales en el continente y también entre los poseen bases de investigación, ya que prohíbe las actividades militares y establece libertad para trabajos científicos. Además, en protocolos posteriores también prohíbe la minería con el fin de proteger el medio ambiente.
Recursos, orgullo nacional y el estudio del espacio
La Antártida es rica en petróleo y gas, ubicados en yacimientos submarinos. También en recursos mineros como carbón, uranio, oro y cromo, entre otros, aunque la extracción de estos elementos en las duras condiciones del lugar lo han hecho, hasta la fecha y con la tecnología actual, demasiado costoso para justificar la inversión.
La región también posee abundantes recursos pesqueros, que están siendo lentamente aprovechados, y un limitado pero creciente mercado como destino turístico, que precisamente China parece dispuesta a explotar.
Hasta el momento, sin embargo, la Antártica ha sido utilizada principalmente para las investigaciones científicas y ha generado siempre una enorme atracción para las principales potencias del mundo.
El creciente interés de China por el continente, especialmente desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping, ha generado preocupación en casi todos los firmantes del Tratado Antártico, especialmente en aquellos que tienen bases chinas en territorios reclamados como propios, como Australia, Chile y Argentina, ya que los intereses concretos del país, más allá del orgullo nacional y la voluntad de no quedarse afuera, no están del todo claros.
Pero su entusiasmo sí lo es: además de la construcción de la quinta base en el Mar de Ross, que comenzará a funcionar en 2022, y la entrada en servicio este año del Xue Long II, el país está presionando desde el 2013, el año de ascenso al poder de Xi, para establecer una Zona Antártica Especialmente Administrada (ASMA) para la protección del medio ambiente alrededor de su base Kunlun, una iniciativa resistida por sus vecinos en la región, de acuerdo a un reporte del Lowy Institute, un think tank de política internacional con base en Australia.
Kunlun es una base de verano establecida en 2009 que se encuentra en uno de los puntos más altos de la Antártida y es un centro privilegiado para los estudios astronómicos, con aplicaciones tanto civiles como militares. Además de servir al programa espacial chino, la estación se ha convertido en un motivo de orgullo para Beijing, que cree haber alcanzado con ésta la paridad con Estados Unidos y Rusia en materia de investigación científica en el polo sur, de acuerdo a reportes en Xinhua.
Anne-Marie Brady, profesora en la Universidad de Canterbury, expresó recientemente ante la cadena australiana ABC que los estudios en Kunlun son esenciales para el desarrollo del BeiDou, sistema de navegación satelital creado por China en competencia con el GPS estadounidense, el Galileo europeo y el GLONASS ruso, por citar sólo algunos. “China está expandiendo y modernizando sus fuerzas armadas, y el Ártico y la Antártica tienen un papel importante para interpretar”, señaló.
“Esto es muy importante porque los sistemas de navegación satelital de China, Rusia y Estados Unidos son cruciales en tiempos de guerra, cuando son usados para posicionar y medir los tiempos empleados por los misiles”, agregó.
El potencial de la base Kunlun para el desarrollo del BeiDou fue también destacado este año por la investigadora Giulia Sciorati, del Instituto de Estudios Políticos Internacionales, con sede en Milán, Italia.
“Los recursos naturales no son la única característica del continente que atiza los intereses de China: la estación en el polo sur [Kunlun] está perfectamente posicionada para aumentar la precisión del sistema de navegación satelitales de China, de esta manera ayudando a perfeccionar la capacidad del país para posicionar a sus dispositivos electrónicos”, consideró.
Realizar investigaciones militares en la Antártida podría ser visto como una violación del Tratado Antártico. Por ello, el acuerdo permite a sus miembros realizar inspecciones a bases de otros países para asegurar que las disposiciones sean cumplidas. Pero estas inspecciones son extremadamente costosas y en ciertos momentos del año peligrosas, por lo que en los últimos años se han reducido cada vez más. Especialmente en bases como Kunlun, ubicada en una de las zonas más remotas del continente blanco.
Si una nueva ASMA, que otorga en el marco del Tratado Antártico un mayor control sobre una zona a un gobierno para que proteja su medio ambiente, es aprobada China tendrá una enorme influencia sobre las actividades realizadas en torno a Kunlun. Pero hasta el momento la iniciativa no ha sido bien recibida por los otros firmantes, a pesar de que Beijing ha coordinado en los últimos años numerosas consultas informales con Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Francia, Argentina, Noruega, Nueva Zelanda y Alemania.
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