En 1987 la prensa amarilla denunció que dos primas de la Reina, que aparecían como muertas en el libro Burke’s Peerage —la biblia de genealogía sobre las dinastías reales de Gran Bretaña e Irlanda, que se publica desde 1826—, en realidad habían sido encerradas en una institución para discapacitados mentales en 1941. Una de ellas, Nerissa, había muerto, sí, pero el año anterior, 1986; la otra, Katherine, vivía, y viviría hasta 2014.
“Prima de la Reina encerrada en un manicomio”, tituló The Sun junto a la foto de una anciana arrugada y desaliñada. Era Katherine.
Se dijo que las mujeres habían vivido, y una aún vivía así, en las condiciones más elementales y que nunca habían tenido visitas ni regalos de cumpleaños o para Navidad. Ante el silencio del palacio de Buckingham, se especuló que estas integrantes de la familia real habían sido escondidas para evitar que se asociara a la nobleza con la enfermedad mental.
Las hermanas eran hijas del hermano de la Reina Madre, neé Elizabeth Bowes-Lyon y convertida en reina como consorte de Jorge VI: el honorable John Herbert Bowes-Lyon. El tío de la monarca actual se casó con la honorable Fenella Hepburn-Stuart-Forbes-Trefusis, por cuya rama familiar se cree que podría haber un factor genético que incidiera en la salud de sus hijas: su hermana Harriet tuvo otras tres hijas con condiciones similares. La hija mayor de John y Fenella, Patricia, murió antes de cumplir un año; luego nacieron Anne, Nerissa, Diana y Katharine.
Mientras que Anne y Diana crecieron como altezas, a Nerissa siempre la rodeó el silencio. Cuando su tía Elizabeth se casó con el príncipe Alberto (quien luego asumiría el trono como Jorge VI), no fue invitada a la boda, aunque ya tenía cuatro años.
La menor, Katherine, nació meses después que su prima Elizabeth, quien sería Isabel II. Con ella compartió dos abuelos: Claude y Nina Bowes-Lyon, condes de Strathmore y Kinghorne, los padres de John y de la Reina Madre. Nunca faltaron las teorías conspirativas que especularon con un cambio de niñas, según las cuales la verdadera reina habría vivido y muerto en una institución psiquiátrica.
La tragedia de Nerissa y Katherine se cuenta en And what do you do? (¿Y usted a qué se dedica?) como uno de los puntos más bajos de la Reina Madre, que en su prolongada vida nunca fue a visitar a sus sobrinas internadas en el Hospital Real de Earlswood. El libro de Norman Baker —ex miembro de la Cámara de los Comunes (MP), ex ministro del gabinete y actual miembro del Consejo Privado, un grupo de asesores de Isabel II que puede emitir órdenes ejecutivas— hace una detallada y documentada historia de los Windsor.
“Katherine y su hermana Nerissa fueron despachadas un día oscuro de 1941 a un asilo para personas con dificultades de aprendizaje, un establecimiento lúgubre que había abierto en 1853 como el Asilo Nacional para Idiotas”, escribió Baker. “Nunca se brindó una explicación de por qué ni por orden de quién se decidió depositar a las dos hermanas, por entonces de 22 y 15 años, en ese lugar y en ese momento. Lo que sí está claro es que, en lo concerniente a la familia real, las hermanas debían ser tachadas de la historia, como no-personas. Burke’s Peerage informó sobre la muerte de Nerissa en 1940, antes de que ella siquiera llegara al establecimiento en Surrey, y la de Katherine, en 1961”. Las fechas verdaderas fueron muchas décadas más tarde.
Lord Clinton salió a defender a su tía Fenella cuando, en el escándalo creciente, la prensa dijo que ella había mandado a matar (simbólicamente) a sus hijas: tendiente a la imprecisión, era posible que ella hubiera completado los formularios de Burke’s Peerages con errores.
“Burke’s Peerage no inventa entradas, sino que brinda información que les dan fuentes confiables”, enfatizó Baker. El ex MP habló con uno de los editores, Harold Brooks-Baker, quien le explicó: “Cualquier información que nos da la familia real se acepta, aun si tenemos pruebas de lo contrario”.
En 1996 Katherine y su prima Idonea (una de las tres hijas de Harriet, junto con Rosemary y Ethelreda, que también sufrieron discapacidades similares y fueron internadas en Earlswood), únicas sobrevivientes de la familia real en la institución, fueron trasladadas al hospicio Ketwin Hous, también en Surrey, que a su vez cerró en 2001, cuando las volvieron a mudar. El ominoso edificio de Earlswood se convirtió en uno glorioso, que hoy alberga apartamentos de lujo.
Cuando murió en 1986, a los 66 años, Nerissa fue despedida en un funeral para indigentes, denunció The Sun, algo que confirmó en 2011 un documental de Channel 4, The Queen’s Hidden Cousins (Las primas ocultas de la Reina). También el libro de Baker agrega: “Su tumba en el cementerio municipal de Redhill solo se podía identificar por tiras de plástico [con su apellido] y un número de serie”. El escándalo de 1987 hizo que una persona anónima donara una lápida para Nerissa.
En 1996, la Reina Madre habló sobre sus sobrinas. “La ‘abuela favorita del país’ dijo al Daily Express que ella solo se había enterado en 1982 que Katherine y Nerissa estaban encerradas en Royal Earslwood, cuando los Amigos del Hospital le escribieron”, consignó Baker. Y objetó: “Sin embargo, ella debe de haber conocido perfectamente el destino de sus sobrinas cuando fueron fletadas en 1941, y bien podría haber sido parte del proceso de decisión”. En efecto, en ese momento era reina de Inglaterra, en tanto esposa de Jorge VI, quien asumió el trono en 1936. Difícilmente su cuñada —su hermano había muerto en 1930— tomara sola una medida que potencialmente podría afectar a la Corona.
“Y si en efecto no estuvo involucrada, ¿no advirtió que de pronto no estaban más, no preguntó qué había sucedido con ellas?”, se preguntó Baker. “Aun si solo la alertaron sobre esto en 1982, ¿no la impactó el destino de sus sobrinas, no actuó para remediarlo? No. No hizo nada”.
La Reina Madre era patrocinadora de Mencap, una organización de beneficencia que se dedica a ayudar a las personas con dificultades de aprendizaje, destacó el documental de 2011, no obstante lo cual “durante su estadía en el hospital no existen registros de que las hermanas recibieran visitas de algún miembro de la familia Bowes-Lyon o de la familia real”. El personal de Earlswood entrevistado en la película dijo que el palacio de Buckingham nunca les había enviado siquiera una tarjeta para la Navidad.
The Queen’s Hidden Cousins tuvo malas críticas en su momento, por buscar el costado más sensacionalista posible de la historia, al punto de escandalizarse porque el padre de Nerissa y Katherine nunca las había visitado, lo cual es tranquilizador, ya que John había muerto 11 años antes de la internación de las mujeres. Lady Elizabeth Anson, otra prima de la reina, dijo que el programa había “herido” a la monarca. Lo describió como “una invasión a la privacidad”, y acusó a los autores de “capitalizar la conexión real e ignorar los hechos, porque la familia siempre cuidó a las hermanas”.
Una sobrina de Nerissa y Katherine, hija de Anne (quien se casó y se convirtió en la princesa Ana de Dinamarca), contó a la prensa que su madre solía visitar a sus hermanas y enviarles regalos. Ellas no la reconocían; también tenían dificultades para hablar y entender los lazos familiares. La única persona a la que sí reconocían era a su madre, Fenella, quien fue a verlas regularmente hasta su muerte, en 1966, agregó.
El documental incluyó recuerdos del personal del hospital que las cuidó, como Onelle Braithwaite. “Si la Reina o la Reina Madre salían en televisión, ellas hacían una reverencia, muy majestuosa, muy abajo. Evidentemente tenían alguna clase de recuerdos. Era muy triste. ¡La vida que podrían haber tenido!", contó. "Eran dos hermanas encantadoras. No hablaban, pero señalaban y hacían sonidos, y cuando uno llegaba a conocerlas podía entender lo que trataban de decir. Hoy probablemente hubieran recibido terapia para comunicarse mejor. Entendían más de lo que parecía”.
Baker se concentró en la actitud de la tía de las internadas, la Reina Madre. Aun tras haberse presuntamente enterado del encierro de sus sobrinas en 1982, ella —enfatizó el autor— tampoco las visitó después de esa fecha. “Ni, a pesar de su riqueza fabulosa, sus 60 criados y sus botellas de champagne de 300, nunca les brindó a sus sobrinas los artículos más básicos. Hasta 2002, la familia real ni siquiera le proveyó a Katherine su propia ropa interior”, agregó. La institución la vestía con ropa provista por el municipio.
Sin embargo, según el Daily Mirror la Reina Madre “envió una cifra de dinero de cuatro dígitos” para que las mujeres pudieran recibir regalos de cumpleaños y Navidad.
Baker buscó una explicación para la omisión de Nerissa y Katherine. “Parece que la adhesión tozuda de la familia real a las prácticas y a las actitudes caducas se extienden también a la costumbre victoriana de encerrar o excluir a los familiares incómodos, y no hacer muchas preguntas luego. Ojos que no ven, corazón que no siente. Quizá este enfoque le pareció natural a la familia en su momento. Era lo que se hacía en esas circunstancias”, especuló.
“Pero tal vez también se lo consideró de manera consciente como una necesidad de presentar una familia impecable”, consideró también. “Después de todo, la base del principio hereditario es que invariablemente genera un linaje perfectamente formado para asumir los cargos máximos del país, una posición intelectual dudosa, en el mejor de los casos, o una que recuerda a la desagradable la teoría de la pureza aria de la década de 1930”.
Cuando cerró Earslwood y Katherine fue trasladada a otro establecimiento, tampoco la familia real pagó por eso, sino el Servicio de Salud Nacional (NHS). El desinterés de los royals solo exacerbó el interés de la prensa sensacionalista: un periodista de The Sun trató de ingresar en el hospital como una visita, llevando un ramo de flores para Katherine; Geraldo Rivera, actualmente una presencia habitual en Fox, viajó desde los Estados Unidos para filmar en secreto a Katharine con una cámara escondida en un bolso bandolera.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: