Jasmine, una mujer australiana de 37 años, utilizaba hisopos (bastoncillos de algodón, cotonetes) todas las noches para limpiarse los oídos, sin embargo con los años llegó a desarrollar una terrible infección que le fue detectada a tiempo antes de que le costara la vida.
Aunque parece un hábito de higiene inofensivo y hasta saludable, las consecuencias de su rutina le cambiaron la vida por completo, ya que jamás imaginó lo que le ocasionaría: una bacteria le comió parte del hueso de su cráneo y viajaba ya a su cerebro.
La mujer narró a la publicación That's Life que acudió al médico cuando notó que estaba perdiendo la audición y sintió dolor.
Durante años vivió con un ruido en su oído izquierdo, pero cuando notó que no escuchaba a sus hijos de 10 y ocho años, decidió hacerse una revisión médica. Los doctores le recetaron antibióticos para una infección, pero no mejoró, al contrario.
Cuando notó sangre en el hisopo con el que se limpió los oídos una noche, un especialista le realizó una tomografía computarizada. Las noticias no fueron alentadoras: Jasmine tenía una infección bacteriana que había carcomido su cráneo detrás de la oreja, y si seguía avanzando podría comerse hasta su cerebro.
Se sometió a una cirugía en la que los médicos retiraron el tejido infectado y reconstruyeron su canal auditivo en un procedimiento que duró cinco horas.
El especialista le explicó que, al introducir los hisopos tan profundo y tan frecuentemente en sus oídos, algunas fibras de algodón se alojaron en el interior y, al pasar de los años, comenzaron a pudrirse, con lo que el hueso del cráneo detrás de la oreja izquierda le quedó tan delgado como una hoja de papel. De no haberse atendido, el siguiente estadio era una infección cerebral de consecuencias fatales.
A pesar de la cirugía, la audición de Jasmine quedó afectada permanentemente. Ella explica: "Me da mucho miedo saber que mi simple acto de higiene pudo haberme costado la vida".
Un hombre británico de 31 años a punto de morir por infección similar
Un hombre de 31 años terminó con una grave infección en el tejido que rodea al cerebro tras el uso reiterado de hisopos o cotonetes, informó la revista especializada BMJ Case Reports.
De acuerdo con la publicación, el hombre presentó convulsiones y estuvo a punto de colapsar. Los primeros exámenes que le realizaron, mostraron que el sujeto presentaba adormecimiento, confusión y un estado alterado de conciencia.
El hombre le contó a los médicos que días antes había experimentado dolores de cabeza, así como dificultad para recordar nombres. Además, dijo que durante los últimos cinco años padeció un interminable dolor en el oído izquierdo y que poco a poco estaba perdiendo la audición.
Luego, cuando los médicos le hicieron una tomografía, hallaron en el paciente abscesos en el tejido que rodeaba su cerebro.
La bacteria que causó la grave infección fue la Pseudomonas aeruginosa; patógeno causante de todo tipo de enfermedades y la causante de la otitis externa necrotizante que dañó el tejido que se encuentra en el canal auditivo externo.
Dicha bacteria se trasladó hasta el cráneo, a través de un pedazo de algodón que formaba parte de un cotonete, que se había atascado en la cabeza del paciente durante años.
Luego de retirarle el pedazo de algodón, la bacteria fue eliminada con antibióticos, y el hombre pudo recuperar la salud.
Investigadores de Harvard recomiendan no usarlos
Están presentes en muchos baños y, para algunos, son un complemento para terminar el proceso de higienización después de un baño. Sin embargo, para la Universidad de Harvard, EEUU, aseguró en una publicación que esto no debería ser así. Y para comprobarlo armaron una lista, basada en un informe de la Academia Americana de Otorrinolaringología, sobre los tres puntos esenciales que demuestran su inutilidad.
No cumplen ninguna función real
Los hisopos están asociados con la limpieza del oído. De hecho, hasta las publicidades dejan en claro que esa es su función principal. Error.
De acuerdo a la la Organización Mundial de la Salud (OMS) el oído se limpia solo, no necesita de implementos para ayudar en su higienización. Y, de hecho, cuando fueron inventados su fin estaba muy lejos de oreja. Los hisopos, dice la publicación, nacieron para ayudar a desinfectar heridas pequeñas.
Ponen en peligro la salud auditiva
Una mala introducción en el canal auditivo puede tener consecuencias negativas. De acuerdo a los especialistas la mayor cantidad de personas que sufrieron algún tipo de ruptura en la membrana del tímpano fue debido al uso inadecuado de estos bastoncitos con punta de algodón. Si bien en la mayoría de los casos las roturas se curan por sí solas, existe un grupo que debe pasar irremediablemente por cirugía.
Por otro lado, advirtieron, que si se empuja y acumula cera en el interior, esto puede causar infecciones dolorosas.
La cera no es suciedad
Para el imaginario colectivo, la cera está relacionada con la suciedad, con la falta de higiene. Sin embargo, el cerumen tiene múltiples funciones. Es un hidratante natural que evita que se reseque la piel en el interior del oído; frena la acumulación de polvo en el canal auditivo.
Los especialistas aseguran que en los casos en los que una persona sufra de acumulación excesiva, ceruminosis, tampoco se debe recurrir a los hisopos, sino acudir a un profesional para tratar el problema con un abordaje adecuado.