Personas de clase media viajan a países asiáticos donde piden limosna, tocan música a cambio de dinero o venden sus fotografías o pulseras para financiar su estancia o regresar a casas en países pobres. Se les conoce como begpackers, que es la conjugación de dos palabras en inglés, beg (pedir) y backpackers (mochileros), y en Bali están hartos de ellos.
Bali es una provincia de Indonesia, ubicada en el sudeste asiático. La isla es uno de los principales destinos turísticos del continente por su cultura, su arquitectura y sus paisajes. En esta región es común ver carteles escritos a mano donde viajeros piden dinero. Pero no piensan tolerarlo más.
El gobierno de esta provincia anunció en un comunicado oficial que ya no dará asistencia a los visitantes sin medios financieros para continuar su estancia. Setyo Budiwardoyo, jefe de inteligencia de la Oficina de Inmigración de la isla, dijo que "a los extranjeros que se queden sin dinero o que pretendan hacerse pasar por mendigos los llevaremos a sus respectivas embajadas". Pero los infractores no enfrentarán cargos legales, únicamente serán deportados si se involucran en actividades criminales.
Han tenido que lidiar con "turistas problemáticos", la mayoría australianos, británicos o rusos, dijo el funcionario al medio local Detik. Antes de junio, las autoridades locales les proporcionaban comida y alojamiento a los viajeros sin dinero, pero el abuso de este tipo de turistas provocaron que el gobierno local abandonara esta política.
Bali era generoso con los viajeros sin dinero considerando que un dólar equivale a 14.190 rupias indonesias. En Indonesia, más del 80% de las personas tienen un empleo informal, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El turismo, además, es la principal actividad de donde obtienen ingresos.
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Los viajeros que no piden limosna, optan por vender fotografías o abrazos, pero también hay imprudentes. Por ejemplo, en febrero de este año una pareja de origen ruso que intentaba reunir fondos fue arrestada en Bukit Bintang, Malasia, después de que el hombre intentara hacer malabares con un bebé de seis meses.
El malestar que los begpackers causan a la población es desahogado en un grupo de Facebook donde comparten fotografías y cuentan cuál era la manera en que el viajero quería reunir fondos. En esta comunidad prevalece un tono de ironía en cada publicación. En una de las imágenes compartidas, critican que dos jóvenes viajeros que piden dinero con ropa y zapatos en perfecto estado se colocaron cerca de un mendigo local al que le faltaba un brazo y una pierna.
Aunque los begpackers viajan por todo el mundo, son vistos principalmente en ciudades del sudeste asiático, como Bankok, Kuala Lumpur, Taipei y Hong Kong. Por eso, varios gobiernos han cambiado su actitud hacia los turistas sin dinero, pues ya no están dispuestos a hacerse cargo a ellos. En Tailandia, por ejemplo, al pasar los controles de inmigración se les pide a algunos visitantes demostrar que llevan mínimo 20.000 bahts (657 dólares) para su estancia.
Esta no es la única medida que Bali ha empleado a los turistas. La isla enfrenta problemas medioambientales por los residuos generados por los viajeros. Se estima que el año pasado superaron los 6,000,000,000 visitantes y generan en promedio 3,800 toneladas de basura, un tercio de esta basura llega a playas y ríos. Por eso prohibieron el uso de plásticos de un sólo uso, como los popotes o bolsas de plástico. Además, los turistas comenzaron a pagar un impuesto ecológico de 10.18 dólares al abandonar la isla.