El teniente coronel "I" apura el primer sorbo de café y se adelanta a las preguntas del reportero.
Sus jefes en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) "no quieren que se divulgue mi nombre, pero yo no tengo miedo", asegura, y es difícil no creerle.
"I" (la inicial de su nombre con la que sus superiores aceptan que se lo identifique para esta nota) es el oficial cristiano de más alto rango en las fuerzas armadas israelíes y está muy orgulloso de su carrera, pero las autoridades militares prefieren mantener su identidad en reserva no solamente por su delicado trabajo como jefe de Operaciones Informáticas de la fuerza naval sino también porque la integración de soldados de otras religiones es siempre un trabajo en desarrollo en este país.
El servicio militar, usualmente de dos años para las mujeres y tres para los varones, es obligatorio para los israelíes judíos, drusos y circasianos, mientras que entre los beduinos es también una arraigada tradición sumarse al ejército nacional.
Del llamado a las filas quedan exceptuados los árabes, en especial los musulmanes. Los árabes cristianos, en cambio, desde hace un tiempo vienen siendo levemente cortejados por las autoridades de las FDI para que se sumen a las camadas de nuevos conscriptos.
No es una tarea fácil, porque estos cristianos israelíes son también árabes y viven en ciudades con grandes poblaciones de esa minoría étnica, lado a lado con sus hermanos de religión musulmana. Y si bien los musulmanes israelíes cuentan en teoría con todos los derechos de los ciudadanos, y muchísimos de ellos se destacan en los negocios, la medicina, los deportes y la ciencia, también existe en el país el racismo y el recelo.
"Mi historia es un ejemplo" de estos avances y retrocesos en la convivencia entre judíos y árabes en Israel, le dice el teniente coronel "I" a Infobae. Si se enteran que algún hijo o hija de familias vecinas está pensando en enrolarse, los amigos musulmanes "le dicen a los cristianos que los judíos no les van a dejar alcanzar altas posiciones en el ejército", afirma el oficial. "Pero yo soy la demostración de lo contrario", remarca.
Las "recomendaciones" de los vecinos musulmanes para no enrolarse en las FDI, cuenta, a veces pueden escalar hasta abiertas amenazas, por lo que muchos jóvenes cristianos le dan muchas vueltas al asunto y consultan con sus familias antes de dar el gran paso.
Según estadísticas de las FDI, unos 170 israelíes cristianos de habla árabe están actualmente enrolados en el servicio militar. "I" cuenta que pertenece a un grupo de WhatsApp de cristianos que sirvieron y sirven en las fuerzas armadas y afirma que son "cientos" los que participan de las conversaciones.
"I", que ahora tiene 37 años, está casado y con dos hijos, fue promovido de mayor a teniente coronel a principios del 2019. Su historia empezó cuando terminó la secundaria y pensaba en entrar a estudiar ingeniería en el Technion, el instituto israelí de tecnología ubicado en la norteña ciudad de Haifa.
La razón por la cual postergó los estudios y terminó haciendo la conscripción "puede ser motivo de risa", advierte el teniente coronel. Es que, al fin y al cabo, se trata también de una historia de amor, porque en aquellos años "I" tenía una novia israelí de su misma edad que estaba por entrar al ejército, como hace la gran mayoría de las chicas de religión judía.
"Mi novia de entonces se estaba por enrolar, y me pregunté por qué no hacerlo también, proponerme como voluntario", recuerda "I". "Tuve que ponerme a averiguar con amigos y vecinos judíos, porque como los cristianos no están obligados a enrolarse -continúa el oficial-, nadie en mi familia sabía cómo era el proceso".
Entrar al ejército es una ocasión de gran importancia para los jóvenes en Israel, adonde la mayoría espera con ansiedad ponerse el uniforme, muchas veces junto a sus amigos de la infancia. Es imposible para cada nueva generación escapar a la intensidad del momento.
Cuando se acercó a las mesas de conscripción, a "I" le ofrecieron formar parte de alguna unidad de soldados cristianos, pero rechazó esa propuesta y pidió pasar a una común, con soldados judíos. Así fue que en el 2000 "I" terminó uniéndose a la célebre brigada Golani, una reconocida unidad de combate desplegada en el norte del país, y en sus filas participó en choques militares en la frontera con El Líbano, según relata el oficial, quien también estuvo destinado en la Franja de Gaza, entre otros frentes.
Después de los tres años obligatorios, durante los cuales dejó rápidamente de ser el "bicho raro" que hablaba árabe para estrechar amistad con sus compañeros soldados judíos, "I" decidió que no era una mala idea postularse para el curso de oficiales y ver hasta dónde podía avanzar en las FDI.
Para eso tuvo que dejar atrás años de desconocimiento, desconfianza y temores. Al principio, por ejemplo, "mis padres tenían miedo, no de que estuviera combatiendo con el ejército, sino de que los árabes de la ciudad nos agredieran", relata "I", quien recordó incluso momentos en los que estuvo "atento" a eventuales bombas de advertencia de algún vecino enojado.
Además, agregó, "uno de los verdaderos problemas para los cristianos en Israel es que no conocen la historia" completa del país. "En la escuela aprendemos sobre la historia árabe, la ocupación" de los territorios palestinos, sigue "I".
Otro momento de transformación lo llevó a terminar de identificar sus raíces. Si se le pregunta a "I" dónde se ubica étnicamente, responderá que se siente un arameo de Israel más que un árabe, un cristiano ortodoxo perteneciente a una minoría cuyo lenguaje es el que, asumen muchos investigadores, hablaba otro nacido en estas tierras, Jesús de Nazaret.
Y si bien la historia de "I" es convincente e inspiradora a nivel humano, también es cierto que se desarrolla en el Medio Oriente, un escenario que hace que cualquier historia de vida tenga un enorme contenido político e histórico. Por eso cabe la pregunta: ¿cómo se siente un soldado cristiano que defiende al estado judío.
"Para mí es fácil -responde el teniente coronel-: los cristianos de Israel quieren estar en Israel". Según "I", en los últimos años la comunidad cristiana del país empezó a prestar cada vez más atención a lo que sucede con sus correligionarios en las naciones vecinas, desde donde periódicamente llegan noticias de masacres y maltrato.
"Ahora tenemos las redes sociales y es fácil ver lo que sucede con los cristianos en otros países de Medio Oriente, en Siria, en Irak, en Egipto, los cristianos masacrados por ISIS", por ejemplo, dice "I" con tono preocupado.
En el norte de Irak, por ejemplo, los cristianos están sufriendo duros obstáculos para reconstruir sus poblados tras el paso sangriento del ISIS por la región. Muchos de los que huyeron de los extremistas islámicos en el 2014 "todavía ni siquiera volvieron a sus casas en Mosul o en la zona de Nínive", señalaba un reciente reporte de la Catholic News Agency.
Hace apenas unos días, un ataque explosivo contra una iglesia en la ciudad siria de Qamishli, de mayoría kurda, dejó al menos doce heridos, mientras que, también este mes y siempre en Siria, otros reportes hablaban de una mujer cristiana de 60 años violada y asesinada por jihadistas en la aldea de al-Yaqoubiyeh.
Regularmente se escuchan también informes de ataques contra cristianos coptos en Egipto, persecuciones en Turquía o encarcelamientos de personas convertidas al cristianismo en Irán.
El propio "I" revela que, recientemente, ayudó a una familia cristiana que lo contactó a través de un sacerdote ortodoxo a escapar de la Franja de Gaza, adonde sufrían las amenazas de Hamas. Militantes del grupo fundamentalista los acusaban de cometer una de las más graves ofensas ante sus ojos, la de querer convertir a musulmanes al cristianismo.
Vivo en el mismo lugar donde vivió Jesús, y quiero defender el país que defiende a mi gente
Vivo acá, vivo en el mismo lugar donde vivió Jesús, y quiero defender el país que defiende a mi gente
"Muchos de nosotros miramos alrededor, miramos lo que le pasa a los cristianos" en los países vecinos, dice "I". Por eso, afirma, "si me toca morir acá lo haré peleando por este país adonde los cristianos viven en libertad, mi país".
Es que "yo vivo acá, vivo en el mismo lugar donde vivió Jesús, y quiero defender el país que defiende a mi gente", agrega el teniente coronel "I", para que no queden dudas de por qué se enroló en las fuerzas militares del estado judío.
"Si Israel no estuviera acá, no creo que los cristianos estuvieran viviendo en estas tierras", asegura.
Convincente y con una buena historia de vida detrás, "I" confiesa al terminar la entrevista adonde cree que apunta su futuro. "Después del ejército -dice con una sonrisa-, quizás me dedique a la política".