A 44 días de la renuncia de Theresa May como primera ministra y jefa del Partido Conservador, el Reino Unido se prepara para conocer a su sucesor, que tendrá la responsabilidad de conseguir lo que ella no pudo, el Brexit. Este lunes se cierra la votación por correo de la que pueden participar los afiliados conservadores para elegir a su nuevo líder. El nombre se anunciará el martes y el miércoles asumirá como premier, ya que los tories tienen mayoría en el Parlamento —con el apoyo del Partido Unionista de Irlanda del Norte—.
El proceso para definir al reemplazante de May comenzó el 10 de junio, cuando diez dirigentes conservadores anunciaron su candidatura. En esa primera etapa, los electores fueron los 313 legisladores del partido en la Cámara de los Comunes. Tras sucesivas rondas de votación en las que fueron descartados quienes recibían menos apoyo, sólo dos quedaron en pie: Boris Johnson y Jeremy Hunt.
A partir del 22 de junio, los 160.000 afiliados a la fuerza comenzaron a enviar sus votos. Un universo que representa el 0,2% de la población británica, y que es particularmente sesgado: el 56% tienen más de 56 años —apenas el 28% tiene menos de 46— y en su mayoría son varones de clase alta y media alta.
La pulseada se dirime entre dos dirigentes con estilos muy diferentes, aunque no necesariamente con ideas tan disímiles. El gran favorito es Johnson, ex alcalde de Londres y primer secretario de Relaciones Exteriores de May hasta su renuncia en disidencia con el acuerdo de salida que había alcanzado con la Unión Europea (UE). De actitud bufonesca, siempre dispuesto a hacer el ridículo como una hábil estrategia para captar la atención de los medios, y cultor de una retórica populista de derecha, fue uno de los abanderados del Brexit en el referéndum de 2016.
Hunt, de una imagen mucho más british, es un político que hasta hace poco no estaba en la órbita del gran público. Fue secretario de Salud entre 2012 y 2018, cuando asumió en Exteriores en reemplazo de Johnson. En 2016 había hecho campaña por la permanencia en Europa, aunque ahora promete concretar el Brexit.
Dos perfiles contrastantes, sin tantas diferencias
"Tienen estilos muy diferentes. Veo a Johnson como un populista, aunque no tan extremo como Donald Trump. Hunt es un tipo de político más tradicional", sostuvo Stephen Elstub, profesor de política británica de la Universidad de Newcastle, en diálogo con Infobae. "Con respecto a las cuestiones sustantivas, son muy similares. Ambos se han comprometido a recortar los impuestos, tienen puntos de vista afines sobre el medio ambiente, con el objetivo de alcanzar 0% neto de emisiones de carbono, y los dos apoyan los derechos de los LGBT y quieren construir más casas. Ambos son más pragmáticos que ideológicos. Sin embargo, en muchas cuestiones de política, Johnson simplemente no ha tomado una posición. Creo que esto se relaciona con su estilo populista, así que los diferentes estilos también afectan la sustancia".
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en 1964 en Nueva York, donde vivía su familia porque su padre estaba estudiando en la Universidad de Columbia. Residió allí hasta los cinco años, cuando regresó al Reino Unido. En 2016 renunció a la ciudadanía estadounidense luego de que le exigieran el pago de impuestos por la venta de una propiedad.
A pesar de su impronta chabacana, está muy lejos de ser una persona poco cultivada. Estudió literatura y filosofía clásica en el Balliol College de la Universidad de Oxford y fue presidente de Oxford Union, uno de los clubes de debate más prestigiosos del mundo. Allí adquirió sus primeras armas políticas, si bien entraría de lleno en ese mundo muchos años después.
Tienen estilos muy diferentes. Veo a Johnson como un populista, aunque no tan extremo como Donald Trump. Hunt es un tipo de político más tradicional
Su profesión de base es el periodismo. Empezó trabajando en The Times, de donde fue despedido a poco de comenzar luego de que descubrieran que había inventado una cita en un artículo. Las transgresiones son una marca personal de Johnson.
Luego ingresó The Daily Telegraph, donde se hizo un nombre como corresponsal en Bruselas. Así empezó su relación con el euroescepticismo. Sus notas contra la UE, en las que se burlaba de sus vericuetos burocráticos, se convirtieron en un consumo de culto para una parte del público conservador británico. También eran muy cuestionadas, ya que no siempre eran del todo precisas.
En 1999 lo designaron editor de The Spectator, la revista semanal del Telegraph. En 2005, tras la venta de la publicación, se alejó del medio y del periodismo. A esa altura, ya era un político de tiempo completo. Desde 2001 era miembro de la Cámara de los Comunes, tras ganar el escaño correspondiente al distrito de Henley, en el condado de Suffolk.
Los escándalos en los que se mezclan su vida privada y la pública lo acompañaron durante toda su carrera. En 2004, lo expulsaron de su puesto como ministro de Artes "en la sombra" —nombre con el que se conoce en el Reino Unido al gabinete que nombra la oposición para discutir las políticas del oficialismo— luego de que se confirmara que mintió al negar públicamente un romance con Petronella Wyatt, una periodista de The Spectator. La madre de la mujer contó que había quedado embarazada y que se había hecho un aborto. En ese momento estaba casado con Marina Wheeler, con quien tuvo cuatro hijos.
Semanas atrás fue noticia por otro escándalo privado del que, como hizo siempre, se negó a dar explicaciones. La Policía acudió en medio de la noche a la casa en la que vive con Carrie Symonds, su novia de 31 años, alertada por vecinos que se preocuparon al escuchar gritos y golpes. Como ella dijo estar bien y los agentes no encontraron nada fuera de lo común, se retiraron sin realizar ningún procedimiento.
Pero el particular magnetismo de su personalidad le permite salir airoso de situaciones que enterrarían la carrera de cualquier otro político. En 2008, sólo cuatro años después del affaire que lo había puesto en serios problemas, fue elegido alcalde de Londres. Esa fue la plataforma que lo lanzó al centro de la política británica. Generalmente, gracias a sus payasadas (ver video).
En 2012 fue reelecto y estuvo al frente de la ciudad durante la realización de los Juegos Olímpicos, que le dieron la oportunidad de lucirse, porque fueron considerados un éxito. Tres años después, decidido a lanzar su carrera por ser primer ministro, volvió a competir por una banca en la Cámara de los Comunes.
El quiebre se produjo en 2016, con el referéndum convocado por David Cameron para votar sobre la continuidad del Reino Unido en la UE. Si bien sus críticas a la unión eran muy conocidas, en más de una ocasión se había manifestado a favor de la pertenencia británica al bloque. Sin embargo, vio que había un terreno para explotar haciendo campaña por el Brexit, y no se equivocó. Se convirtió en el principal vocero de la salida en el Partido Conservador, y fue considerado uno de los grandes ganadores de la consulta popular.
Cuando Cameron, que había hecho campaña por la continuidad, presentó su renuncia, era el candidato natural a sucederlo. No obstante, prefirió dar un paso al costado. ¿Imaginó que quien asumiera en esas condiciones tenía mucho más para perder que para ganar? Posiblemente. Al menos eso es lo que le ocurrió a la elegida, Theresa May. Johnson fue su primer secretario de Relaciones Exteriores, pero renunció luego de que ella anunciara el plan que había acordado con Bruselas, por considerarlo una suerte de rendición inaceptable.
"Se podría comparar a Johnson con Trump. Es ligero en los detalles de la política, incluso en el posicionamiento ideológico. Fue alcalde de Londres durante ocho años y llegó tarde para anunciar su posición sobre el Brexit durante la campaña. Al igual que Trump, excita a su base de una manera que les cuesta mucho a los políticos más convencionales. Una ventaja considerable en una elección en la que deciden los miembros del Partido Conservador", dijo a Infobae Sam Power, profesor de política de la Universidad de Exeter.
Johnson pasó los últimos días de campaña siendo fiel a su estilo. En un acto sorprendió a la concurrencia al sacudir un arenque ahumado arriba del escenario para denunciar que supuestas regulaciones de la UE obligaban a los productores británicos a exportar el producto con hielo, y que eso estaba arruinándolos. Bruselas lo desmintió al día siguiente: es una legislación británica, no europea, la que determina en qué condiciones debe ser transportado el arenque. Poco le importó: ya había logrado causar el efecto que buscaba.
En la vida de su adversario hay diferencias relevantes, pero también muchos puntos de contacto. Jeremy Richard Streynsham Hunt nació en 1966 en Kennington, en el sur de Londres. Su padre, el almirante Sir Nicholas Hunt, era entonces Comandante de la Marina Real.
Se podría comparar a Johnson con Trump. Es ligero en los detalles de la política, incluso en el posicionamiento ideológico. Al igual que Trump, excita a su base de una manera que les cuesta mucho a los políticos más convencionales
Al igual que Johnson, estudió en Oxford, pero filosofía, política y economía en el Magdalen College. También incursionó en la política universitaria, y fue presidente de la Asociación Conservadora de la Universidad de Oxford. Al concluir sus estudios trabajó como consultor de administración, tuvo algunos emprendimientos fallidos y fue profesor de inglés en Japón.
Empezó a tener éxito en 1991, con la fundación de una agencia de relaciones públicas por la que consiguió bastante trabajo. Más tarde fundó Hotcourses, que se convertiría en una de las empresas de orientación educativa más importantes del mundo. En 2017, cuando ya estaba alejado del manejo de la firma, pero aún conservaba buena parte de los derechos, ganó más de 17 millones de dólares por su venta a un grupo australiano.
"Hunt es un político más convencional y ha tratado de presentarse como tal durante la contienda —dijo Power—. Como un par de manos seguras, un operador serio con ojo para los detalles y realismo. Uno de los momentos más memorables del debate televisado en ITV fue cuando Hunt acusó a Johnson de 'vender optimismo', a lo que Johnson respondió: 'Creo que necesitamos un poco de optimismo'. Para mí, esa fue una muestra de la diferencia primaria entre los dos candidatos, es una de estilo, más que de sustancia".
Recién en 2005 Hunt se sumergió en la política partidaria, cuando entró al Parlamento por el distrito de South West Surrey. En los años siguientes cultivó un perfil bajo y no se destacó demasiado. El primer cargo que le dio visibilidad fue el de secretario para los Juegos Olímpicos —otra coincidencia con Johnson—, que ostentó entre 2010 y 2012. Entonces asumió como Secretario de Salud. En 2018, tras seis años, se transformó en el funcionario que más tiempo duró en el puesto, a pesar de haber protagonizado varias controversias, como una huelga de médicos auxiliares sin precedentes, contra la imposición de un nuevo tipo de contrato laboral.
"Hunt ha hecho hincapié en su experiencia y en un currículum serio, según dice, como emprendedor. En gran parte construyó su posición como secretario de Exteriores en relación con Irán y con la crisis en los estrechos (en el Golfo Pérsico). Hay un énfasis en lo serio y en lo discreto en la campaña de Hunt, pero eso no es lo que atrae en este momento. En cierto modo es algo válido, porque Boris no es un hombre de detalles y Hunt ha ocupado altos cargos de una manera que él no ha hecho, aunque en otras ocasiones también dejó un rastro de daños que habría que examinar muy de cerca", explicó David S. Bell, profesor emérito de la Escuela de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Leeds, consultado por Infobae.
Más allá de las diferencias de personalidad con su contendiente, el punto que los separa es el Brexit. Al igual que May, Hunt hizo campaña por la permanencia y apoyó el acuerdo de la primera ministra con Bruselas. De hecho, asumió en lugar de Johnson al frente de la Secretaría de Exteriores y continúa en el cargo hasta hoy. De todos modos, admitiendo que su derrota es el desenlace más probable, reconoció en las últimas horas que "sería un gran honor servir a Boris", aspirando quizás a mantenerse como secretario.
"Creo que en términos políticos no son muy diferentes. Puede ser que Hunt sea más centrista que Johnson, pero este es difícil de predecir y creo que hará cosas que maximicen el voto. Está claramente dispuesto a seguir ciertas políticas populistas. Pero hasta ahora ambos han sido muy limitados en términos de compromisos políticos específicos. Creo que las mayores diferencias son que Hunt es mucho más tecnocrático, un político mainstream, y Johnson es más populista y, hasta cierto punto, un dirigente sin principios", dijo a Infobae Martin Smith, director del Departamento de Política de la Universidad de York.
El futuro del Brexit
"Tanto Johnson como Hunt están comprometidos a concretar el Brexit, pero el primero es considerado un auténtico político pro Brexit, porque fue uno de los líderes de la campaña para dejar la UE, mientras que Hunt se opuso en la campaña del referéndum. Johnson también está adoptando una postura más dura en cuanto a abandonar la UE el 31 de octubre, e incluso está considerando la posibilidad de suspender el Parlamento para evitar que los diputados voten retrasar el Brexit de nuevo", explicó Toby Greene, investigador Marie Curie de la Universidad Queen Mary de Londres, en diálogo con Infobae.
La mayor diferencia entre Johnson y Hunt en cuanto al Brexit parece pasar por la intensidad. El primero dice que el 31 de octubre el Reino Unido se irá con o sin acuerdo. El otro, en cambio, se rehúsa a esa posibilidad y se muestra dispuesto a aceptar una extensión de los plazos en busca de alguna solución intermedia.
La Cámara de los Comunes acaba de aprobar una resolución que parece destinada a evitar una eventual maniobra de suspensión por parte de Johnson. La enmienda, sancionada el jueves por 315 votos a favor y 274 en contra, estableció que el parlamento debe permanecer sesionando en octubre para discutir legislación concerniente a Irlanda del Norte. Más allá del artilugio impulsado por tories rebeldes para tener una excusa que impediría al primer ministro mantener cerrado al Parlamento, el estatus norirlandés es uno de los puntos más sensibles de las discusiones en torno al Brexit.
Hunt es un político más convencional y ha tratado de presentarse como tal durante la contienda. Como un par de manos seguras, un operador serio con ojo para los detalles y realismo
Tanto Johnson como Hunt rechazan el llamado backstop, la solución acordada por May y la UE para impedir que se desestabilice la isla, que vivió durante varias décadas un conflicto armado. Es una salvaguarda que mantendría a Irlanda del Norte bajo las reglas del mercado único europeo y a todo el Reino Unido en una unión aduanera con Europa por el tiempo que duren las negociaciones entre Londres y Bruselas. Así buscan evitar la imposición de una frontera dura.
"En mi opinión —dijo Elstub—, ninguno de los dos tiene muchas posibilidades de negociar con la UE un acuerdo sustancialmente diferente al que consiguió May. Es posible que los negociadores de la UE hagan alguna concesión a Johnson o a Hunt, con la esperanza de que les ayude a conseguir que el pacto sea votado en el Parlamento. Pero no los veo concediendo el backstop, que es la cuestión clave que muchos diputados conservadores quieren resolver antes de votar a favor. Los estados europeos seguirán apoyando a Irlanda e insistirán en mantener la barrera de contención y no creo que Dublín acepte un entendimiento sin el backstop".
Esta encerrona promete prolongar idefinidamente el punto muerto en el que está el proceso desde el año pasado, porque no parece posible encontrar un pacto que pueda ser apoyado por la UE y por la mayoría del Parlamento británico. Esto podría conducir a dos caminos alternativos: un Brexit sin acuerdo —a lo que también se niegan lo legisladores— o nuevas elecciones generales.
"Asumiendo que la posición del Parlamento permanezca igual, ya que bloquea cualquier resultado posible, la posibilidad es que haya una elección rápida que busque aprovechar la popularidad del nuevo primer ministro. Esto, si es Boris, y si las encuestas son correctas, podría significar una victoria de los conservadores lo suficientemente amplia como para hacer que se apruebe un Brexit sin acuerdo o un nuevo pacto May II. Sin embargo, una victoria no es segura y, en cualquier caso, abrirá los problemas de las regiones en las que se impuso la permanencia en el referéndum de 2016, como Irlanda del Norte y Escocia", sostuvo Bell.
El único camino alternativo que se vislumbra es que Johnson, gracias a su carisma y a la ascendencia que tiene sobre el ala más radicalizada del Partido Conservador, logre lo que parece imposible: que el Parlamento apruebe lo que le negó tres veces a May.
"Puede ser que Johnson asegure cambios completamente superficiales en el acuerdo, pero el simple hecho de que esté siendo vendido por alguien que hizo campaña a favor del Brexit, y que fue elegido con el apoyo del ala dura de los brexiters, puede hacer que presente el acuerdo como algo nuevo, aunque en el fondo sea simplemente una versión del de May con otro envoltorio. Puede ser que el hecho de que Johnson sea el vendedor habilite a muchos legisladores a votar a favor. A veces la política se trata realmente de cómo se vende algo, no de qué es ese algo. En estos casos, el Diablo no está en los detalles", concluyó Power.
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