María Teresa Blanco está internada desde el 4 de julio en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, en las afueras de Madrid. Es, por lo menos, su vigésima internación en los últimos cuatro años. Su estado de salud es cada vez más delicado, lo cual abrió una disputa entre su familia y la institución sanitaria.
La mujer tiene 54 años y es soltera. Padece una ataxia neurodegenerativa que le impide hablar y moverse, y además sufre una sepsis. Por la gravedad del cuadro, los médicos afirman que no la reanimarán en caso de que sufra un paro cardiorrespiratorio. "La aplicación de técnicas agresivas e invasivas no beneficiaría a esta paciente", lo cual implicaría un "encarnizamiento terapéutico", afirman los médicos.
Pero los familiares directos de María Teresa piensan de una manera completamente diferente. Para ellos, eso sería "eutanasia". "Ella no habla, pero sí escucha y se ríe, conoce a sus hermanos y te hace pucheros si te vas, como un niño; ¿por qué no van a reanimarla? No es un animal. Hace un tiempo, Tere tuvo un problema que la tuvo casi dos meses en el hospital y luego salió riendo. Pero los médicos siempre hablan de ligera mejoría, de que está muy malita. Quizás ellos ven que con tanto ingreso no merece la pena reanimarla, nos dicen que si ella pudiera hablar no querría estar así", afirmó Máximo Blanco, su hermano, entrevistado por El País.
La familia interpuso una demanda contra el hospital, auspiciada por la asociación Abogados Cristianos. Solicitaron una medida cautelar que obligue a los médicos a reanimarla en caso de que sea necesario, y les exigieron que les brinden información pormenorizada sobre su evolución, algo que, según los parientes, no están haciendo.
Pero los profesionales negaron estar reteniendo información y acusaron a los familiares de tener actitudes intimidatorias. Además, aseguraron que estarían incumpliendo su deber si les hicieran caso.
"Es obligación de los médicos suspender su actividad si ven que con ello se provoca un alargamiento innecesario del sufrimiento del paciente, que además no le salvará la vida. Y esto es así porque lo dice el código deontológico médico, de obligado cumplimiento, como establece la Constitución, no se lo está inventando nadie", dijo al periódico español Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Toledo.
El caso tiene varias similitudes con el de Vincent Lambert, un paciente en estado vegetativo que se ha convertido en un símbolo en Francia del derecho a la muerte digna. El hombre, de 42 años, sufrió un accidente automovilístico en 2008 que lo dejó tetrapléjico y con un daño cerebral grave, que los médicos estiman irreversible.
Desde entonces, ha sido mantenido con vida artificialmente, lo que ha desencadenado una pugna legal de años entre sus padres, católicos devotos, que han luchado por mantenerlo con vida, y su esposa, que cree que la opción más humana es dejarlo morir.
El 28 de junio, la Corte de Casación francesa dictaminó que los médicos podían comenzar a retirarle el soporte vital. "La muerte de Vincent es ahora inevitable"; y "solo podemos resignarnos", dijeron sus padres el lunes en una carta abierta.
"Esta vez se acabó. En los últimos días, nuestros abogados han multiplicado los recursos para tratar de que la suspensión solicitada en nombre de Vincent por el Comité de Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU fuera respetada. Pero fue en vano", dijeron.
En mayo, un comité de la ONU sobre derechos de las personas con discapacidad, con sede en Ginebra, pidió a Francia que mantuviera vivo a Lambert mientras llevaba a cabo su propia investigación sobre el asunto. Pero el Gobierno francés rechazó la solicitud por no ser vinculante. Ambos padres estaban junto a Lambert el lunes, casi una semana después de que los médicos le quitaran las sondas que lo alimentaban e hidrataban.
"Es un asesinato disfrazado", dijo Pierre Lambert, de 90 años, a los periodistas frente al hospital Sebastopol de la ciudad septentrional de Reims, donde su hijo se encuentra postrado en una cama desde hace más de una década.
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