Carola Rackete, la capitana del barco humanitario Sea Watch, que ingresó al puerto de Lampedusa, en Italia, con 40 migrantes rescatados de las aguas del Mediterráneo, defendió su decisión a pesar de haber sido detenida inmediatamente tras el hecho.
"No fue un acto de violencia, sino uno de desobediencia", expresó Rackete al diario italiano Corriere della Sera en una entrevista publicada este domingo.
"La situación era desesperada", aseguró. "Mi meta era simplemente traer a esta gente desesperada y exhausta a la costa. Mi intención no era poner a nadie en peligro. Ya he pedido disculpas y las reitero ahora", completó.
Inicialmente, la policía marítima había ordenado que el navío cesara su avance cuando se encontraba a una milla náutica del puerto el jueves pasado. Ahí pasaron 48 horas con 40 migrantes a bordo a la espera de un cambio. Finalmente, la madrugada del sábado, Rackete avanzó rumbo al puerto a pesar de las intenciones del gobierno italiano de detener el navío.
Italia ha negado sistemáticamente la entrada de embarcaciones de este tipo a sus puertos hasta que la Unión Europea llegue a un compromiso para acoger a los migrantes que vienen a bordo de estos barcos, una medida impuesta por el ministro del Interior, Matteo Salvini, máximo dirigente de la Liga, de extrema derecha.
Salvini, que había pedido públicamente que Rackete fuera detenida junto al resto de la tripulación por ayuda a la inmigración clandestina, así como el secuestro del navío, festejó su arresto. “Misión cumplida”, dijo. “La capitana infractora fue arrestada. El barco pirata fue incautado. La multa será la máxima para la ONG extranjera”.
“Yo no tenía la obligación de obedecer”, explicó Rackete. “Me estaban pidiendo que los llevara de regreso a Libia. Desde un punto de vista legal, estas personas estaban huyendo de un país en guerra y la ley te impide llevarlos de vuelta“, añadió.
El Sea Watch 3, capitaneado por Rackete, había rescatado a los migrantes en las costas libias 17 días antes. La capitana, nacida en Alelmania, fue puesta inmediatamente bajo arresto domiciliario y será presentada ante un juez a principios de la semana en la ciudad siciliana de Agrigento.
Rackete, de 31 años, tendrá que responder por las acusaciones de incitar la inmigración ilegal y forzar su paso a pesar de que un buque militar intentó impedir su paso. El segundo crimen, de acuerdo con las leyes locales, podría costarle entre tres y 10 años de cárcel.
A los migrantes se les permitió desembarcar a su llegada a Lampedusa y fueron llevados a un centro de recepción donde serán llevados a Francia, cuyo Ministro de Interior aseguró que permitiría el acceso de una decena de ellos, o a Alemania, Finlandia, Portugal o Luxemburgo, que también se han expresado en favor de dejarlos ingresar.
El jueves pasado, personalidades italianas habían visitado el barco donde viajaban y el político Riccardo Magi dijo posteriormente que los migrantes “no pueden pasar otro día así. La situación es insostenible”.
Johannes Bayer, el director de Sea Watch International, la ONG que opera el barco, apuntó en la red Twitter que “estamos orgullosos de nuestra capitana. Hizo lo que era necesario, insistió en el derecho marítimo y puso a esas personas en un ambiente seguro”.
Lampedusa ha ganado atención en los últimos años, ya que es una de las principales entradas a Europa para los refugiados que vienen del norte de África y de Medio Oriente. Por ello, los políticos locales han endurecido su postura.