Las manifestaciones pusieron a Hong Kong en el centro de la atención global: millones de personas, muchas vestidas de negro, como luto por "la pérdida de la democracia", llenaron las calles, sufrieron la represión más violenta desde que los británicos devolvieron el territorio a China en 1997 y lograron que se suspendiera un proyecto de ley que intentó autorizar las extradiciones al continente y que la jefa de Gobierno, Carrie Lam, se disculpara por haberlo impulsado.
Pero antes de las marchas, los detenidos y los heridos, poco más de un año atrás, hubo un brutal homicidio. Algo pequeño, privado: el estrangulamiento de una joven embarazada, compactada dentro de una maleta rosa y arrojada cerca de una estación de metro.
En febrero de 2018, Poon Hiu-wing, de 20 años, salió de Hong Kong por unos días para festejar San Valentín con su novio Chan Tong-kai, de 19, en Taipei, la capital de Taiwán. El asesinato sucedió allí, en el hotel Purple Garden, el día 17. Chan robó el iPhone y la tarjeta bancaria de Poon, que usó para comprar un pasaje de regreso. Una vez en Hong Kong, volvió a retirar dinero de la cuenta de ella: un total de USD 2.450.
En ese espacio de menos de 1.000 kilómetros hay tres jurisdicciones, que además no se reconocen plenamente. Por eso cuando confesó, en marzo de 2018, en Hong Kong, Chan solo fue procesado por malversación, mientras que Taiwán solicitaba su detención por asesinato vanamente.
Por un lado, no hay acuerdo de extradición entre Taiwán y Hong Kong desde que el territorio volvió a China, ni entre China y Hong Kong; por otro lado, China no reconoce al gobierno de Taipei, ya que ignora la autonomía de Taiwán y considera que la isla es parte de su territorio.
El rompecabezas del caso —selfies de la pareja feliz, imágenes de las cámaras de seguridad del hotel, el cadáver descompuesto cerca de la estación de Zhuwei— no se podía completar. Los Poon enviaron cartas desesperadas a Lam: ¿no iban a tener justicia por la muerte de su hija?
La jefa ejecutiva y sus superiores en China —el nombre oficial del territorio es Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China— no ponderaron con exactitud el miedo de la población a la intrusión de Beijing.
"Desde el comienzo, los críticos consideraron que el plan de extradición era un caballo de Troya", sintetizó The New York Times: se empezaba por un femicida pero se podía seguir con disidentes políticos, activistas prodemocracia, cualquiera que cayera en desgracia con las autoridades chinas.
Chan, por ahora, permanece en Hong Kong, condenado a 29 meses de prisión por malversar el dinero de su novia. Podría salir en libertad en octubre, dado el tiempo que pasó detenido sin sentencia. Aunque confesó el detalle del asesinato, Hong Kong no puede juzgarlo.
Primero dijo a los Poon que se había peleado con su hija en Taipei y que se habían separado. Él no sabía por qué ella no había regresado.
La pelea había comenzado porque ella había comprado una maleta rosa en los famosos mercados nocturnos de Taipei y no quería empacar las cosas como prefería él. Se habían reconciliado, pero luego de tener relaciones sexuales volvieron a discutir.
Eran las 2 de la madrugada. En un momento de furia, ella le dijo que el bebé que esperaba no era de él, sino de un ex novio de ella, y le mostró un video sexual de ella con otro hombre.
"Perturbado, Chan golpeó la cabeza de Poon contra la pared, la estranguló con las dos manos desde atrás y luchó con ella en el suelo durante unos 10 minutos, hasta que estuvo muerta", describió The South China Morning Post. "Entonces dobló su cuerpo dentro de la maleta, separó las pertenencias de ella y se fue a la cama".
A las 7 de la mañana, cuando despertó, salió a caminar para tirar las cosas de Poon —excepto el teléfono, una cámara y la tarjeta— en distintos lugares. Las cámaras de seguridad del hotel lo registraron cuando sacaba la pesada maleta rosa, con la que viajó 15 estaciones hasta Zhuwei. Una búsqueda de dos horas lo había hecho concluir que el parque cercano al lugar era un lugar adecuado para arrojar el cadáver.
El femicidio tuvo mucha atención en los medios de Hong Kong y Taiwán por su brutalidad y porque siempre se advirtió que sería difícil que Chan fuera juzgado por asesinato. "Pero durante meses no hubo señal de que el caso pudiera estar en el centro de una disputa internacional", agregó el Times. Hasta que en diciembre de 2018 un tribunal taiwanés emitió una orden de arresto contra él.
Tres pedidos de extradición se sucedieron, sin respuesta de Hong Kong. Cerca del aniversario de la muerte de Poon, Lam propuso la ley que encendió las protestas: un camino para permitir extradiciones a jurisdicciones con las que Hong Kong no tiene acuerdos.
Eso cubría Taiwán, pensaron los padres de la chica asesinada; eso cubría también China continental, pensaron los hongkoneses preocupados por la fragilidad que esa norma podría imponer al estatus de semiautonomía de la ex colonia británica. Como parte del tratado de devolución, Beijing se comprometió a respetar el autogobierno de la isla y no extraditar.
Desde marzo, cuando comenzaron las protestas, crecieron hasta superar el millón de manifestantes en junio, en una ciudad de 7,4 millones de habitantes. Mientras los críticos pedían que se buscara un acuerdo solo con Taiwán y limitado al caso de Chan, la prensa china acusaba a los hongkoneses de conspirar con los enemigos por no apoyar la legislación que Beijing bendecía.
Cuando el caso pasó de policial a político, Taiwán decidió no continuar con el pedido de extradición aun si la ley se aprobaba: "Si no se eliminan las amenazas a la seguridad personal de los ciudadanos que van o viven en Hong Kong, causadas por la extradición a China continental, no aceptaremos la transferencia basada en casos individuales que proponen la autoridades de Hong Kong", dijo Chui-Cheng Chiu, viceministro de relaciones con el continente.
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