Luego dos años, 10 meses, y 22 días como primera ministra, Theresa May oficializó su renuncia este viernes. La había anunciado dos semanas atrás, después de la debacle del Partido Conservador en las elecciones parlamentarias europeas, la prueba definitiva de que había perdido el poco apoyo político que le quedaba.
"Es y siempre será un motivo de gran pesar para mi no haber podido concretar el Brexit. Le tocará a mi sucesor buscar un camino que honre el resultado del referéndum de 2016", dijo en su discurso de despedida, que terminó con un llanto que nadie esperaba.
La renuncia activa el proceso para elegir un reemplazante, que se conocerá el 22 de julio. May continuará en el cargo hasta que sea confirmado el próximo primer ministro, pero cumpliendo funciones protocolares. No tomará ninguna decisión política sustantiva.
El mensaje de la premier ese 24 de mayo no fue inocente. Si bien es evidente que cometió muchos errores, sabe que buena parte del fracaso de su gobierno se explica por la intransigencia de los legisladores de su propio partido, que impulsaron el Brexit, pero se mostraron inflexibles ante el trabajoso acuerdo alcanzado con Bruselas para que la salida fuera suave.
El elegido deberá tener la capacidad y el músculo político para tener éxito en una empresa que parece una odisea. Sin embargo, el método de selección que se empleará para designarlo puede ser un obstáculo para la emergencia de un líder con esas cualidades.
"Constitucionalmente, no votamos por un primer ministro, sino por un partido, en base a lo que dice que hará si es electo. No hay nada que impida que un partido destituya a su líder en cualquier momento, ya sea en el gobierno o en la oposición. Si el premier pierde una votación en la Cámara de los Comunes, es costumbre dimitir y celebrar elecciones. May no lo hizo, aunque perdió varias votaciones clave. Ella claramente pensó que era su deber seguir adelante y conseguir que su acuerdo del Brexit fuera aceptado, aunque era obvio para todos los demás que esto no iba a suceder", dijo a Infobae Stephen Ingle, profesor de política británica en la Universidad de Stirling.
En otros sistemas parlamentarios, la renuncia de un primer ministro daría lugar a elecciones, de las cuales saldría el nuevo mandatario. Pero el Reino Unido —y otros países que siguen su modelo— no funciona así. El que gobierna es el Partido Conservador, que tiene la mayoría de las bancas en la Cámara de los Comunes gracias a una alianza con el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP). La salida de May no les quita la mayoría a los tories, que no están obligados a convocar a comicios anticipados, y que no lo harían por voluntad propia, porque probablemente les iría muy mal.
"Hay elecciones generales cuando el gobierno pierde un voto de confianza en la cámara, pero no ha perdido ninguno. La dimisión de una primera ministra por razones que no sean la pérdida de un voto de confianza no debería desencadenar unas elecciones generales. La Ley de Términos Legislativos Fijos de 2011 dispone que el Parlamento se disuelve al cabo de cinco años. Las próximas elecciones están previstas para el 5 de mayo de 2022″, explicó Rod Rhodes, profesor de gobierno de la Universidad de Southampton, consultado por Infobae.
Entonces, lo que se elige en esta ocasión es al nuevo líder del partido, que automáticamente pasará a estar a cargo del Poder Ejecutivo. Pero, por distintos vicios del sistema, es posible que el futuro jefe ni siquiera sea demasiado popular entre los miembros de su fuerza, así que todo indica que no le resultará nada fácil cumplir con el objetivo del Brexit.
El mecanismo de elección
Para ser primer ministro hay que ocupar una banca en la Cámara de los Comunes y el Partido Conservador controla 312 de las 650. Entre esos legisladores, 13 anunciaron en las últimas semanas su decisión de competir por el liderazgo, un número muy superior al habitual.
James Cleverly y Kit Malthouse se bajaron pocos días después, admitiendo que no tenían suficiente respaldo. El próximo lunes se presentarán oficialmente las candidaturas. Para postularse, es necesario contar con el apoyo formal de al menos ocho parlamentarios, y no está claro si los otros 11 lo tienen.
"Hasta 1965, el líder conservador era seleccionado, no elegido —dijo Ingle—. La tarea era realizada en secreto por altos cargos del partido, a los que ridiculizaban con el nombre de 'Círculo Mágico'. Este método se utilizó por última vez en 1959, cuando el entonces primer ministro y líder del partido, Harold MacMillan, pensó que podría morirse. Había dos competidores a la cabeza y sus seguidores estaban muy enfrentados, así que el Círculo Mágico optó por un candidato de compromiso que a nadie le gustó y que resultó ser un fiasco. Después de perder las elecciones generales de 1964, se decidió que los diputados elegirían a su líder. Edward Heath fue el primero".
La elección se divide ahora en dos partes. En la primera, que consiste en varias rondas de votación, los electores son los integrantes del Comité 1922, compuesto por los 312 tories que ocupan un escaño en la cámara baja. La votación inicial será el 13 de junio. No importa quién obtiene más votos, sino quién obtiene menos, porque esa persona queda fuera de competencia.
Anteriormente, sólo se descartaba de a uno por vez, pero el Comité 1922 resolvió dejar afuera a todos los que reúnan menos de 17 voluntades en la primera ronda. En la segunda, que será el 18 de junio, quedarán descartados los que tengan menos de 33 votos. En las siguientes votaciones se descartará solamente al menos votado. La primera parte de la elección culmina cuando sólo queden dos postulantes en pie.
"El sistema actual de elección fue ideado en 1999 por William Hague, líder del Partido Conservador en ese momento, como parte de un paquete de reformas que redujo los poderes de los miembros del partido para influir en las orientaciones políticas, pero ofreció como paliativo el poder de decidir sobre su líder una vez que los parlamentarios hubieran elegido a los dos candidatos principales", contó a Infobae Patrick Seyd, profesor emérito del Departamento de Política de la Universidad de Sheffield.
La decisión final la tienen todas las personas afiliadas al partido, que deben optar entre los dos aspirantes que sobreviven al proceso de eliminación realizado por los legisladores. Votarán por correo a partir del 22 de junio y el 22 de julio será anunciado el vencedor.
El sistema suena bien en teoría, pero en la práctica plantea problemas si los miembros del partido no son representativos de los votantes conservadores ordinarios
"La razón para ver esto como democrático sería que el partido es la base de la democracia, en la medida en que estructura las opciones que se ponen a disposición. Así que elige al primer ministro, pero esa persona tendrá que competir en elecciones al final de esta legislatura, en 2022 (o antes). No hay comicios ahora debido a la manera en que el partido trabaja como institución mediadora. Es lo que llamamos el modelo de Westminster, donde gran parte de la autoridad recae sobre este y sobre el parlamento", sostuvo Mark Wickham-Jones, profesor de ciencia política de la Universidad de Bristol, en diálogo con Infobae.
En los últimos tiempos empezaron a surgir voces críticas con este mecanismo. Simon Jenkins, periodista británico de basta trayectoria, publicó esta semana una columna en The Guardian en la que sostenía que "la disputa para convertirse en líder conservador está convirtiendo al Reino Unido en una oligarquía". El cuestionamiento se basaba en la escasa representatividad que tienen las personas inscritas en el Partido Conservador, no sólo sobre la totalidad del electorado británico, sino incluso sobre los propios votantes tories, que fueron más de 13 millones en 2017.
"El sistema suena bien en teoría, pero en la práctica plantea problemas si los miembros del partido no son representativos de los votantes conservadores ordinarios —dijo Seyd—. Y el problema es que desde 1999 el número de integrantes ha disminuido, al punto que hoy son unos 125.000, cuando en la década de 1950 el Partido Conservador contaba con más de 2 millones. Además, son viejos, son blancos y tienen opiniones que en algunos casos, especialmente con respecto a la Unión Europea, pueden estar sesgadas en una dirección".
Esos 125.000 afiliados representan apenas 0,2% de la población británica. El 56% tienen más de 56 años y apenas el 28% tienen menos de 46. En su mayoría, son varones de estratos sociales acomodados.
Los favoritos
Los 11 candidatos a suceder a Theresa May tienen perfiles y trayectorias muy diferentes. Pero a diferencia de cualquier otra elección, en la que los electores prestarían atención a sus opiniones y antecedentes sobre una variada gama de temas, económicos, político y sociales, esta competencia es monotemática. Todo está dominado por el Brexit, así que el eje de las discusiones pasará por sus propuestas para resolverlo.
Se espera que la BBC organice dos debates. El primero será el 18 de junio, con los candidatos que continúen en carrera en ese momento. El segundo sería una semana después, con los dos finalistas.
"Ser líder de un partido, y en este caso primer ministro, requiere una serie de habilidades políticas, como inteligencia, capacidad de negociar, honestidad, previsión y trabajo en equipo. Los miembros del partido tienen un conocimiento menos directo de dichas habilidades y son más propensos a juzgar a una persona únicamente por su posición ideológica. En este caso, a favor o en contra del Brexit", afirmó Seyd.
Entre los 11 aspirantes, hay seis que en el referéndum votaron por la permanencia en la UE y cinco que optaron por la salida. No obstante, entre los cinco con mayores probabilidades, sólo uno eligió quedarse. El resto son brexiters de la primera hora, y en lo que se diferencian es en el grado de radicalidad de su postura. Algunos prefieren que sea pactado con Bruselas y suave, pero otros están dispuestos a aceptar que, si es necesario, sea sin ningún acuerdo el 31 de octubre, cuando vence el plazo.
Johnson es el favorito, pero a muchos diputados no les agrada. Ganaría el voto de los afiliados y, probablemente, unas elecciones generales. Pero puede que no obtenga suficientes apoyos de los legisladores para estar en la lista final de dos
El gran favorito de los apostadores es el populista Boris Johnson. Tiene 54 años, fue alcalde de Londres entre 2008 y 2016, y es uno de los principales impulsores del referéndum en el que se votó por el Brexit. También parecía que iba a ser el sucesor de David Cameron en 2016, pero terminó siendo secretario de Relaciones Exteriores de May. Renunció en rechazo al pacto que alcanzó la premier con la UE, por considerarlo poco rupturista. Prometió que el Reino Unido saldrá del bloque el 31 de octubre, "con o sin acuerdo".
"Bajo el sistema actual, cada candidato debe obtener un apoyo parlamentario sustancial para llegar a estar entre los dos últimos —dijo Ingle—. Hay tres consideraciones que hacen más probable el éxito: el compromiso con alguna forma de Brexit, la fuerza de una personalidad capaz de sanar al partido y un importante reconocimiento público. Esto convierte a Boris Johnson en el favorito. Habla por derecha, aunque piensa desde el centro. Pero tiene muchos enemigos en el Parlamento. Michael Gove es más blando y tiene una trayectoria ministerial muy superior a la de Boris, pero no tiene su carisma".
Gove viene escalando posiciones en los últimos días. Tiene 51 años y también es euroescéptico, pero permaneció en el gobierno de May hasta el final, como secretario de Medio Ambiente. Algunos en el partido lo consideran un traidor, porque tras apoyar en un comienzo la precandidatura de Johnson en 2016, terminó presentando su propia postulación.
Andrea Leadsom es una de las dos mujeres que aspiran a ocupar las oficinas de Downing Street 10. Tiene 56 años, estuvo siempre a favor del Brexit y fue líder de la Cámara de los Comunes hasta el 22 de mayo. Su renuncia terminó de convencer a May de que ya no podía seguir en el cargo.
Dominic Raab es otro de los brexiters más extremos. Tiene 45 años, era secretario para el Brexit y renunció junto con Johnson. Al igual que él, se mostró dispuesto a aceptar una salida sin ningún trato.
Jeremy Hunt es el único con posibilidades que fue defensor de la permanencia en la UE. Tiene 52 años años, pertenece al ala liberal del partido y asumió la Secretaría de Relaciones Exteriores tras la salida del ex alcalde de Londres.
"El sistema de votación favorece a alguien con un 'par de manos seguras' —dijo Rhodes—. Johnson es el favorito, pero a muchos diputados no les agrada. Ganaría el voto de los afiliados y, probablemente, unas elecciones generales. Pero puede que no obtenga suficientes apoyos de los legisladores para estar en la lista final de dos. Creo que Hunt y Gove estarán allí".
El resto de los candidatos son Sajid Javid (49 años), que actualmente es secretario de Interior y que estaba en contra del Brexit; Esther McVey (51 años), que era secretaria de Trabajo y Pensiones y renunció en desacuerdo con el proyecto de salida de May; Mark Harper (49 años), uno de los pocos que no integró el gabinete en este período y que también estaba contra el Brexit; Matt Hancock (40 años, el más joven de todos), que actualmente es secretario de Salud y optó por la permanencia; Rory Stewart (46 años), que es secretario de Desarrollo Internacional y es el único que repalda el acuerdo de divorcio alcanzado por la primera ministra; y Sam Gyimah (42 años), que era hasta noviembre secretario de Universidades, Ciencia e Innovación y que propone un segundo referéndum.
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