Debilitado tras la ruptura de su alianza con la ultraderecha tras un escándalo por presunto financiamiento ruso, el canciller austriaco Sebastian Kurz sufrió las consecuencias, al no superar este lunes una moción de censura apoyada por los principales partidos de la oposición.
El destino del dirigente de 32 años, en el poder desde finales de 2017, quedó fijado este lunes por la mañana cuando la formación de extrema derecha FPÖ, antes su aliada, decidió votar a favor de una moción de censura contra Kurz. Previsiblemente, perdió su puesto tras 562 días en el poder y un gobierno provisional continuará hasta las elecciones de septiembre.
El FPÖ "va a aprobar" la moción, había anunciado el nuevo dirigente del partido ultraderechista, Norbert Hofer, tras una reunión de los cargos de la formación en Viena. Por su parte, el Partido Socialdemócrata había anunciado la víspera que también lo haría.
La suma de los 52 diputados del SPÖ y de los 51 del FPÖ configuró una mayoría en el hemiciclo, de 183 escaños, para destituir al canciller, algo nunca visto en la historia política austriaca.
El FPÖ no dejó de atacar en los últimos días a Sebastian Kurz, jefe de los conservadores del ÖVP, que los expulsó sin del gobierno tras las revelaciones del caso "Ibizagate".
Para el ex líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, que tuvo que dimitir de todos sus cargos desde la publicación del escándalo, exigir la salida del canciller es algo "comprensible y lógico". "Ha desaparecido la confianza", lanzó el secretario general de la formación, Harald Vilimsky.
El Parlamento organizó una sesión extraordinaria el lunes por la mañana para debatir la moción de censura.
"Nadie en el país podrá comprender la voluntad de derrocar al Gobierno", declaró Kurz ante el Parlamento durante la sesión. Según algunos analistas, la popularidad del jefe de los conservadores podría incluso verse reforzada a raíz de este proceso.
La coalición ÖVP-FPÖ saltó en pedazos después de que el 17 de mayomedios alemanes publicaran un video grabado con cámara oculta en 2017 en la isla española de Ibiza, en la que Strache proponía la adjudicación de contratos públicos austríacos a cambio del apoyo financiero para su campaña de parte de un oligarca ruso, representado por su hija, que no era tal.
Tras la caída del líder del FPÖ durante 14 años, que ocupaba el puesto de vicecanciller en la coalición gubernamental, Kurz destituyó al ministro de Interior, también de ultraderecha.
En respuesta, los otros ministros del FPÖ abandonaron el Ejecutivo, dejando al partido conservador gobernando en solitario hasta las elecciones legislativas anticipadas previstas para septiembre.
Respaldo ciudadano
Hasta entonces, Sebastian Kurz pensaba mantenerse en el poder y erigirse en baluarte de la "estabilidad". Ahora acusa a los socialdemócratas y a la extrema derecha de haber formado "una coalición" para derrocarle.
Con todo, para los socialistas no deja de ser una apuesta arriesgada la de unir su voz a la de la ultraderecha para acabar con el gobierno conservador, en un país que otorga gran importancia al equilibrio y los compromisos entre las distintas formaciones.
Según un reciente sondeo, una mayoría de austriacos apoya que el canciller siga en su puesto.
Este último, además, se vio fortalecido el domingo con la victoria de su partido en las elecciones europeas, que obtuvo entre el 34,9% y el 35,4% de los votos, unos ocho puntos más que en los comicios de 2014. Este fue el mejor resultado jamás obtenido por ningún partido desde que la incorporación de Austria a la Unión Europea, en 1995.
En cambio, el apoyo a los socialdemócratas bajó, hasta el 23,4%, mientras que la ultraderecha del FPÖ obtuvo un 17,2% de los votos, dos puntos largos menos que hace cinco años.
Con información de AFP
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