El "capitán" Matteo Salvini, como llaman al ultraderechista líder italiano de la Liga, regresó este sábado a su ciudad natal, Milán, para consagrarse como el paladín de una nueva Europa.
Apoyado por una decena de partidos ultraconservadores de todo el viejo continente, el capitán llegó con un rosario en la mano y concluyó su diatriba con un "confío en el corazón inmaculado de María para obtener la victoria".
Salvini no ahorró elogios para Benedicto XVI y Juan Pablo II, ejemplos para él de pontífices positivos, en una suerte de crítica oculta contra el papa argentino Francisco, conocido por su defensa de los migrantes.
"Salvini es nuestro capitán, ha logrado unir a mucha gente y recuperar el orgullo de ser italiano que habíamos perdido", dice Elena Alessandria, una jubilada de 60 años que vive en Alba, al norte de Italia.
"Queremos ser un país italiano, con una moneda italiana, queremos volver a ser lo que éramos antes, una nación digna e independiente", dice.
El "Salvini day", como lo califica la prensa, quiere ser la gran fiesta que debe catapultarlo como la figura clave del futuro Parlamento Europeo tras las elecciones del 26 de mayo.
"Salvini representa la esperanza: es el único que defiende los intereses de los italianos en Italia, en Europa y en el mundo", sostiene Luigi Tagliabue, un empleado de la industria textil, presente entre los manifestantes.
La protesta en los balcones
La decisión del "capitán", como ministro del Interior, de cerrar los puertos a los migrantes que huyen por el Mediterráneo, es aplaudida por sus simpatizantes.
"Los crímenes han disminuido, hay más legalidad y cada vez más", sostiene Walter Frigeriou, originario de Como.
Para Simone De Giorgio, "en sólo diez meses Salvini ha logrado hacer lo que los italianos de centro-derecha esperan desde hace más de 20 años", dice tras enumerar los logros del ministro: el derecho a la propia defensa, la posibilidad jubilarse anticipadamente y la introducción de clases de educación cívica en las escuelas.
El joven, de 21 años, que militaba con Forza Italia (FI), el partido del magnate Silvio Berlusconi, se pasó a la Liga hace dos meses seducido por la política de Salvini.
"Es la única fuerza capaz de dar respuestas serias y concretas a los ciudadanos", asegura.
Para Simone, originario de Taranto, al sur de la península, Salvini además fue capaz de pedir "perdón" por sus insultos en el pasado contra los habitantes de esas regiones pobres del sur de la península, que solía tildar de perezosos y ladrones.
"Europa ha sido liderada hasta ahora por los bancos y las finanzas. Descubrimos que otros pueblos de Europa piensan como nosotros. Necesitamos estar unidos, pero cada Estado debe decidir en forma independiente su política", explica Frigeriou, de 60 años.
El retiro por parte de la policía de una larga pancarta que instaba con ironía a "Mantengámonos unidos" en plena plaza del Duomo, provocó unos momentos de tensión entre los militantes antiSalvini y los "patriotas" de la Liga.
En silencio, otra Italia protestó este sábado en Milán contra la política de Salvini al colgar de ventanas y balcones banderolas y pancartas.
En un esquina de un edificio resaltaba el lema "Puentes, no muros", mientras que en un pedazo de sábana escrito a mano el mensaje era claro: "No eres bienvenido", mientras en otro se pedía "Puertos abiertos".
"Fuera, fuera", gritaba un grupo controlado a distancia por un imponente dispositivo de seguridad ante el temor de enfrentamientos con la contra-manifestación organizada en el parque Sempione.
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