Si durante décadas los gobiernos se enfocaron en diferentes maneras de promocionar el turismo en sus países, algunos lugares han comenzado a preocuparse por los daños y las incomodidades que les genera a sus habitantes los excesos de turistas. Y comienzan a virar hacia políticas para limitar la llegada de turistas.
Uno de ellos es Holanda, que tiene una doble preocupación: las hordas de turistas que copan los lugares céntricos de Amsterdam, su capital, y la tendencia en auge de los visitantes de aparcar sus automóviles al costado de las rutas para tomarse una selfie en los maravillosos campos donde florecen los tulipanes. Para ello, ingresan a los campos a pesar de las advertencias con grandes carteles y muchas veces terminan dañando las delicadas y costosas flores con sus pisadas.
"Los coloridos campos llenos de estas flores se han convertido en un idílico lugar y en el más deseado escenario para lograr los likes en Instagram. Sin embargo, no todo vale por la aprobación ficticia de la red social de fotografía y así lo han querido hacer saber los agricultores de la zona junto al departamento de turismo holandés", plantea en su última edición la revista Harper's Bazaar. "Los campos de tulipanes están sufriendo daños debido a los turistas que allí acuden y, queriendo captar el mejor momento con sus cámaras, pasan campo a través y pisan las flores en cuestión generando importantes pérdidas para los dueños de los campos".
Para ello, el gobierno holandés comenzó una campaña con unos divertidos spots en los que pide que la gente se saqué selfies desde el borde de los campos de tulipanes, pero sin ingresar ellos y que al subirlas a sus cuentas de Instagram utilicen el hashtag #watchyourfeet ("Cuidado donde pisas")
Pero allí no acaban los problemas. Holanda es el país de la Unión Europea donde más crece el turismo. En Amsterdam, ha crecido un 60% en los últimos 10 años. Cada año, la capital holandesa, que tiene 1,1 millón de habitantes, recibe 18 millones de visitantes. Y se espera que esa cifra crezca en otros 10 millones en la próxima década. También los pequeños pueblos con molinos históricos se ven abarrotados de turistas.
Muchos negocios comenzaron a focalizarse en atender a los turistas más que a los locales y algunos incluso hacen ponen los letreros y menúes sólo en inglés. Con el objetivo de cuidar el idioma holandés, desde 2017 una nueva legislación comenzó a sancionar a los negocios que no tengan cartelería en el idioma nacional. Además, Amsterdam elevó el año pasado la tasa turística que se cobra en hoteles y restaurantes y se espera un nuevo incremento este año.
Pero la última decisión ha ido aún más a fondo. El Ente de Turismo Holandés ha decido dejar de promocionar el país en el exterior como un destino turístico. "Para controlar el flujo de turistas y emparejar las oportunidades que brinda el turismo, debemos actuar ahora", dice un documento interno citado por el Telegraaf. Al mismo tiempo, intentará reconducir los flujos turísticos hacia las áreas menos exploradas del país.
Los límites al turismo no son sólo impulsados por los reclamos de los habitantes locales hartos de los ruidos, la basura y las largas filas en cualquier espacio público. Hay un problema adicional: si la cantidad de turistas sigue aumentando, las autoridades holandesas han calculado que no podrán cumplir con las exigencias de la reducción de emisiones de dióxido de carbonos alcanzadas en el Acuerdo de París.